26.12.10

(117-3) En el día de la Sagrada Familia, las dos Trinidades

–No, si finalmente tendré que escribir yo el (118).
–Usted lea y calle. Y si algo tiene que objetar, escriba en los comentarios. Ya me tiene harto.

«Las dos Trinidades» es un maravilloso cuadro de Murillo, Bartolomé Esteban (1617-1682). Fue pintado al final de su vida, hacia 1680, y se conserva en la National Gallery de Londres. La Sagrada Familia aparece como epifanía maravillosa de la Santísima Trinidad. En el centro del cuadro está Jesús, el Hijo divino, mostrado sobre un pedestal y venerado al mismo tiempo de rodillas por San José, imagen del Padre eterno, y por la Virgen María, la Llena-de-gracia, manifestación perfecta del Espíritu Santo. El Padre celestial mira con amor a Jesús y abre sus brazos, reconociéndole como hijo, sobre el cual se cierne el Espíritu Santo en figura de paloma. Un coro de ángeles completa la gloriosa escena, alborozados en la contemplación de la Familia Sagrada.

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23.12.10

17.12.10

(117) Católicos y política –XXII. ¿Qué debemos hacer?. 9

–¿Y cuándo nos va hablar del empeño de los católicos, de algunos al menos, en la acción estrictamente política?
–Ahora mismo inicio el tema. Me sigue usted en este blog como la sombra al cuerpo, y adivina mis próximos pasos.

Partimos de lo que ya dije (95):

«Es muy escaso el influjo actual de los cristianos en la vida política de las naciones de Occidente, todas ellas de antigua filiación cristiana. Son muchos los católicos que ven hoy con perplejidad, con tristeza y a veces con resentimiento hacia la Jerarquía pastoral, cómo la presencia de los laicos en la res publica nunca ha sido tan valorada y exhortada en la enseñanza de la Iglesia como en nuestro tiempo, y nunca ha sido tan mínima e ineficaz como ahora. No pocas naciones actuales de mayoría cristiana, desde hace más de medio siglo, han ido avanzando derechamente hacia los peores extremos del mal, conducidos por una minoría política perversa y eficacísima. Esta minoría, en una y otra cuestión, con la complicidad activa o pasiva de políticos cristianos, ha ido imponiendo siempre sus objetivos y leyes criminales, como si la gran mayoría católica no existiera, y ¡apoyándose principalmente en sus votos! “Además de cornudos, apaleados”… Así ha logrado arrancar las raíces cristianas de muchas naciones, ha ignorado y calumniado su verdadera historia, ha encerrado el pensamiento y la vida moral de esas sociedades en unas mallas férreas cada vez peores y más constrictivas».

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10.12.10

(116) Católicos y política –XXI. ¿Qué debemos hacer?. 8

–Bueno ¿nos manifestamos los cristianos o no? Motivos no faltan.
–Permanezca atento a la pantalla, lea e instrúyase.

Ya queda dicho que las multitudinarias manifestaciones católicas con finalidades reinvindicativas pueden ser oportunas en algunos casos y guardando ciertas condiciones. Sigo considerando el tema.

–La fuerza del número es clave en las sociedades liberales. Sit pro ratione, voluntas. Siga la razón lo que la voluntad establece. Esta máxima romana –Juvenal, por ejemplo– se acomoda muy bien a cualquier gobierno que no se sujeta ni a Dios ni al orden natural, sea un tirano o una muchedumbre democrática liberal. De hecho, si miramos la historia de Occidente, observamos que el uso de las manifestaciones populares como medio ordinario de acción política se ha multiplicado grandemente en las sociedad democráticas liberales, fundamentadas no sobre la verdad, sino sobre la fuerza numérica de los votos.

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3.12.10

(115) Católicos y política –XX. ¿Qué debemos hacer?. 7

–¡Oiga usted, que ya este (115) fue publicado hace unos días!…
–Pero no duró en portada ni dos días, pues convenía que publicara “Anticoncepción” cuanto antes. Por eso lo vuelvo a poner. ¿Pasa algo?

En el artículo anterior describí las marchas, concentraciones y manifestaciones públicas de los cristianos como uno de los modos actualmente empleados en el campo de la acción política. Puse como ejemplos la marcha celebrada en una ciudad de Argentina, las concentraciones de Nowa Huta y de Versalles, así como otras varias de Madrid. Y terminaba diciendo: ¿Qué pensar de estas grandes concentraciones católicas, promovidas con un fin político?

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