El ocaso de la prioridad de Mateo
Un proceso gradual que comenzó en la Reforma protestante
Desde la Antigüedad hasta fines de la Edad Media la prioridad de Mateo se mantuvo como una opinión unánime de los biblistas cristianos. Sin embargo, en el siglo XVI comenzó un proceso gradual de apartamiento de esa visión, que finalmente fue abandonada de forma casi generalizada en el siglo XX.
En este capítulo analizaré tres aspectos de ese proceso: en primer lugar, la desvalorización o el rechazo del Mateo hebreo; en segundo lugar, la sustitución de la prioridad de Mateo por la prioridad de Marcos; y en tercer lugar la difusión de la teoría de la prioridad de Marcos entre los teólogos católicos.
Tres ataques sucesivos al Mateo hebreo
La tesis cristiana tradicional de que el Evangelio de Mateo fue redactado originalmente en hebreo generó el estudio de los “semitismos”, es decir de las influencias de las lenguas semíticas que a veces afectan y deforman el griego del Nuevo Testamento. Ya Orígenes y San Jerónimo explicaron muchas veces el griego del Nuevo Testamento mediante el hebreo.
El estudio de los semitismos del Nuevo Testamento recibió un fuerte impulso en 1518, gracias a una obra de Erasmo. Su trabajo fue continuado por excelentes filólogos de las principales universidades de Alemania y Holanda. Los tratados y las tesis consagrados a este problema entre 1550 y 1750 superan la centena. Muchos humanistas de esa época tenían una cultura prodigiosa: no sólo conocían el griego, sino también el hebreo, el siríaco e incluso el árabe. En cambio hoy muchos expertos en el Nuevo Testamento están tan especializados en griego que han descuidado el hebreo.
Jean Carmignac menciona a 16 autores del período referido que contribuyeron a elaborar una teoría de los semitismos cada vez más completa: los españoles Juan de Maldonado (1533-1583), Benito Arias Montano (1527-1598) y Juan de Alba, el flamenco Johannes Drusius (1550-1616), los holandeses Loius de Dieu (1590-1642), Hugo Grotius (1583-1645) y Johann Leusden (1624-1699), los alemanes Conrad Vorstius (1569-1622), Georg Pasor (1570-1637), Salomon Glass (1593-1656) y Johann Christian Schöttgen (1687-1751), los ingleses Thomas Gataker (1574-1654), Henry Hammond (1605-1660), Brian Walton (1600-1661) y John Lightfoot (1602-1675), y el francés Jacques Gousset (1635-1704)1. Sin embargo, hoy todo eso ha sido olvidado casi totalmente. A pesar de su valor científico, sus obras son muy difíciles de encontrar.
En el siglo XVI se comenzó a hablar del Mateo arameo, como alternativa a la tesis tradicional del Mateo hebreo. Carmignac, partidario del origen hebreo de los sinópticos, dice que el Mateo arameo fue inventado en 1555 por el teólogo alemán Johann Albrecht Widmanstadt, quien habría “imaginado” que el hebreo ya no era utilizado en tiempos de Jesús. Por el contrario, los manuscritos de Qumrán, descubiertos en 1947, probaron de manera incontestable que en tiempos de Jesús el hebreo era todavía una lengua muy viva.De todos modos, en este tema lo realmente importante para la exégesis es saber si los Evangelios sinópticos fueron redactados en griego o en una lengua semita. Que esa lengua semita haya sido el hebreo o el arameo es bastante secundario2.
A partir del siglo XVI el estudio de los semitismos del Nuevo Testamento recibió tres fuertes ataques sucesivos que lo debilitaron mucho.
El primer ataque fue lanzado en 1556 por el téologo protestante Teodoro de Beza, sucesor de Calvino en Ginebra. Según Teodoro de Beza y sus discípulos, Dios dictó a los escritores inspirados las palabras que debían usar; por lo tanto, admitir los semitismos del Nuevo Testamento equivalía a acusar al Espíritu Santo de utilizar barbarismos en la lengua griega. Esta objeción nos resulta ridícula, porque entendemos que la inspiración divina de la Biblia no es un dictado palabra por palabra, sino una acción de Dios en la inteligencia y la voluntad del hagiógrafo que respeta su personalidad, su cultura y su estilo literario. Pero en los siglos XVI y XVII la objeción de Teodoro de Beza pareció irrefutable a muchos, que en consecuencia negaron los semitismos o los explicaron inventando una lengua especial del Espíritu Santo, la “lengua helenística”. Así se podía afirmar que en el Nuevo Testa-mento el Espíritu Santo empleó a la perfección esa lengua, forjada por Él mismo.
Hacia fines del siglo XVIII los semitismos sufrieron un segundo ataque, esta vez de parte de la naciente crítica racionalista de la Biblia. Para explicar el origen del cristianismo por medio de leyendas o mitos, sin apelar a ningún elemento sobrenatural, los racionalistas debían suponer un cierto tiempo de fermentación entre la vida de Jesús y los relatos evangélicos. Así, Baur y la escuela de Tubinga retardaron la composición de los Evangelios al siglo II; pero cuanto mayor era ese retardo, más molestaba la presencia de los semitismos. “Entonces se estableció la moda, sea de descuidar este problema, sea de descartarlo por un vago recurso a la lengua materna de los evangelistas o a su deseo de imitar a los Setenta3.”
“Hacia el fin del siglo XIX, quizás bajo la influencia de Franz Delitzch, el viento cambia y se vuelve a estudiar seriamente los semitismos4.” Pero entonces sobrevino el tercer ataque, esta vez de parte de la filología. El descubrimiento en Egipto de una gran cantidad de papiros contemporáneos de los comienzos de la era cristiana permitió a los filólogos estudiar más a fondo el griego bíblico y explicar algunos de los supuestos semitismos sin recurrir a las lenguas semíticas. Aunque este estudio tenía sólidas bases científicas, muchos filólogos hicieron una generalización indebida y así concluyeron que los semitismos no existían, o eran demasiado pocos y sin mucha importancia5.
El triunfo de la prioridad de Marcos
En el período 1870-1914 Alemania era el epicentro del estudio histórico-crítico de la Biblia en general, y del Nuevo Testamento en particular. Ese estudio era realizado principalmente por exégetas no creyentes (racionalistas) y, sobre todo, por teólogos y exégetas protestantes liberales.
Para ese entonces ya había surgido en Alemania la “hipótesis de las dos fuentes", que dice que los Evangelios de Mateo y Lucas dependen de dos fuentes más antiguas: el Evangelio de Marcos y una fuente hipotética llamada Q. La hipótesis de las dos fuentes depende principalmente de la premisa de la prioridad cronológica y literaria de Marcos. En el período citado la hipótesis de las dos fuentes se impuso como la solución comúnmente aceptada de la cuestión sinóptica, es decir del problema planteado por las semejanzas y diferencias de los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas. En torno a esa hipótesis se formó primero un amplio consenso de los teólogos y exégetas protestantes alemanes. Luego ese consenso se extendió a los estudiosos protestantes de otros países y finalmente (ya bien avanzado el siglo XX) también a los católicos.
Ahora bien, desde los primeros siglos de la era cristiana la Tradición de la Iglesia había sostenido firmemente la prioridad de Mateo, o sea que Mateo fue el primer Evangelio escrito. El Evangelio de Mateo es el único que presenta muy explícitamente el primado de Pedro, en el episodio en que Jesús promete a Pedro que le dará las llaves de Su Reino y el poder de “atar y desatar” (o sea, de prohibir y permitir) con la autoridad del mismo Cristo6. Además, Mateo 18 contiene el “discurso eclesiástico", en el que Jesús dispone cómo sus apóstoles y discípulos han de tratar a los miembros descarriados de la Iglesia. Así Jesús sentó las bases del derecho canónico y de las penas eclesiásticas, incluso la excomunión.
La teoría de la prioridad de Marcos no arruina del todo pero tiende a debilitar los argumentos apologéticos favorables a la fe en Cristo y en la Iglesia Católica.
Esa teoría debilitó la fe en la Iglesia Católica, principalmente porque: 1) el primado petrino pasó a ser visto por muchos teólogos como un desarrollo tardío y no esencial, no proveniente del mismo Cristo; 2) muchos concluyeron que, si la Tradición de la Iglesia pudo errar en una cuestión tan fundamental como la de cuál fue el primer Evangelio escrito, entonces pudo haber errado también en muchas otras cosas importantes.
Esa teoría también debilitó la fe en Cristo, principalmente porque debilitó la fe en la historicidad de los Evangelios. Si Marcos fue el primer Evangelio y, como también sostuvieron los primeros propulsores de la teoría de las dos fuentes, ese Evangelio fue escrito después del año 70, entonces se facilita la adopción de las siguientes ideas: a) los demás evangelios son más o mucho más tardíos; b) ninguno de los Evangelios fue escrito por ningún apóstol ni por un testigo ocular de la vida de Jesús; c) los Evangelios son productos de comunidades cristianas primitivas que crearon narraciones para expresar su fe en un Cristo que guarda una relación escasa o nula con el Jesús histórico.
Por supuesto, la crisis de fe en Cristo y en la Iglesia contribuye a causar una crisis moral y esta última crisis realimenta a la primera. Es pues conveniente, e incluso necesario, reexaminar críticamente la teoría de la prioridad de Marcos.
A continuación comentaré el artículo: William R. Farmer, Bismarck y los cuatro Evangelios: 1870-19147. Los dos aportes principales de Farmer8 en este artículo son los siguientes: 1) Farmer subraya que, dado que no hay argumentos teológicos, históricos o literarios que demuestren de un modo convincente la teoría de la prioridad de Marcos, es muy razonable pensar que el “triunfo” de esa teoría se debió más bien a factores sociológicos; 2) Farmer identifica la Kulturkampf (la política del Canciller Bismarck de persecución de la Iglesia Católica en Alemania) como el contexto político, social y religioso fundamental que hizo posible el triunfo de la prioridad de Marcos, primero en Alemania y luego en el mundo.
Podría decirse, como en las novelas policiales, que la evidencia presentada por Farmer contra Bismarck es circunstancial, pero muy fuerte. Bismarck tuvo el motivo, los medios y la oportunidad para favorecer la adopción de la teoría de la prioridad de Marcos por parte de los teólogos protestantes alemanes. Lo hizo indirectamente, por medio de la difusión de un clima político-cultural anticatólico y de sus nombramientos de catedráticos protestantes de teología en las muy influyentes universidades estatales de Alemania.
La Kulturkampf fue en esencia un choque de dos grandes figuras: Otto von Bismarck (1815-1898), Canciller de hierro del Segundo Reich alemán en el período 1871-1890, y el Beato Pío IX (1792-1878), Papa con un larguísimo pontificado, que abarcó el período 1846-1878. Bismarck quería obligar a los obispos y sacerdotes católicos alemanes a dar prioridad a la ley alemana por sobre el derecho canónico incluso en los asuntos eclesiásticos (como por ejemplo la formación de los candidatos al sacerdocio). En otras palabras, Bismarck quería debilitar la autoridad papal sobre los católicos alemanes, para que éstos ofrecieran su lealtad suprema y fundamental al Imperio alemán y su Káiser protestante.
Frente a este ataque de Bismarck contra la libertad de la Iglesia, que, pese a ser incruento, recuerda por su dureza las persecuciones de la Revolución Francesa, Pío IX apeló a los dogmas de la infalibilidad papal y del primado de jurisdicción del Papa sobre la Iglesia universal, proclamados en 1870 por el Concilio Vaticano I. Esos dogmas se apoyan muy especialmente en el pasaje de Mateo sobre el primado de Pedro. De ahí que Bismarck tuviera un motivo fortísimo para favorecer la teoría de la prioridad de Marcos, a fin de debilitar la consideración de Mateo como el Evangelio fundacional de la Iglesia cristiana.
De hecho en 1874 Bismarck concedió la cátedra de Nuevo Testamento de la Universidad de Estrasburgo a Heinrich Holtzmann (1832-1910), cuya obra logró finalmente el triunfo de la hipótesis de las dos fuentes en Alemania. Así Bismarck dio un espaldarazo fundamental a Holtzmann y a la teoría de la prioridad de Marcos. Cabe señalar que la correspondencia de Bismarck sobre este asunto se centró en la política eclesiástica de Holtzmann.
Por mi parte comento que muchos protestantes apoyaron la teoría de la prioridad de Marcos con fines anticatólicos sin darse cuenta de que a la larga esa teoría tendería a socavar, no sólo la fe católica en particular, sino también la fe cristiana en general, en cualquiera de sus “denominaciones”. Esto es sólo un caso particular de un fenómeno histórico más general: el frecuente apoyo protestante a las políticas liberales anticatólicas, sin reparar en que esas políticas eran en el fondo anticristianas o incluso antirreligiosas.
La prioridad de Marcos y los teólogos católicos
Entre 1911 y 1912, durante el pontificado del Papa San Pío X (1903-1914), la Pontificia Comisión Bíblica (PCB), que en ese entonces estaba dotada de autoridad magisterial, emitió tres documentos dando respuestas oficiales a dudas doctrinales relacionadas con el problema sinóptico.
En el documento denominado Autor, tiempo de composición y verdad histórica del Evangelio según Mateo, de fecha 19/06/1911, la PCB presentó como parte de la doctrina católica las siguientes afirmaciones, entre otras9:
I. Mateo, apóstol de Cristo, es verdaderamente el autor del Evangelio divulgado con su nombre.
II. Mateo precedió en la escritura a los otros evangelistas, y escribió el primer Evangelio en la lengua nativa usada entonces por los judíos palestinenses, a quienes estaba dirigida esa obra.
III. La redacción de este texto original no puede ser aplazada hasta después de la destrucción de Jerusalén.
IV. Se debe rechazar la opinión según la cual Mateo no habría compuesto, en sentido propio y estricto, un Evangelio como el que nos ha sido transmitido, sino sólo una colección de algunos dichos o discursos de Cristo que luego habrían servido como fuente a otro autor, que sería el redactor anónimo del mismo Evangelio.
V. El texto griego del Evangelio de Mateo utilizado como canónico es sustancialmente idéntico al escrito por el mismo apóstol en la lengua nacional.
En el documento denominado Autor, tiempo de composición y verdad histórica de los Evangelios según Marcos y según Lucas, de fecha 26/06/1912, la PCB presentó como parte de la doctrina católica las siguientes afirmaciones, entre otras10:
- Marcos, discípulo e intérprete de Pedro, y Lucas, médico, ayudante y compañero de Pablo, son verdaderamente autores de los Evangelios que se les atribuyen respectivamente.
- Después de Mateo, que escribió en primer lugar su Evangelio en su lengua materna, Marcos escribió segundo y Lucas tercero; pero esto no impide que el segundo y el tercer Evangelios puedan haber sido escritos antes que la versión griega del primer Evangelio.
- No es lícito posponer la fecha de composición de los Evangelios de Marcos y Lucas hasta la destrucción de la ciudad de Jerusalén.
- El Evangelio de Lucas es anterior al libro de los Hechos de los Apóstoles, cuyo autor es el mismo Lucas, quien lo terminó al final del cautiverio romano del apóstol Pablo.
- Marcos escribió según la predicación de Pedro y Lucas según la predicación de Pablo, y estos evangelistas tuvieron a su disposición otras fuentes dignas de fe, tanto orales como escritas.
- Las palabras y los hechos relatados con exactitud y casi gráficamente por Marcos según la predicación de Pedro, y expuestos con mucha sinceridad por Lucas, reclaman con derecho para sí la plena fidelidad histórica que la Iglesia siempre les ha otorgado.
En el documento titulado La cuestión sinóptica y las relaciones mutuas entre los primeros tres Evangelios, también fechado el 26/06/1912, la PCB presentó como parte de la doctrina católica las siguientes dos afirmaciones11:
I. Observando cuanto debe ser observado, particularmente respecto a la autenticidad y a la integridad de los tres Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, al orden de las fechas de composición de éstos y a la identidad sustancial del Evangelio griego de Mateo con su texto original primitivo, es lícito para los exegetas discutir libremente, en medio de tantas opiniones diferentes y opuestas de los autores, y recurrir a la hipótesis de la tradición escrita u oral o incluso de la dependencia de uno de ellos de aquel o aquellos que lo preceden, para explicar sus semejanzas o diferencias recíprocas.
II. Quienes, sin basarse en ningún testimonio de la tradición ni en ninguna prueba histórica, abrazan fácilmente la hipótesis llamada comúnmente de las dos fuentes, que pretende explicar la composición del Evangelio griego de Mateo y del Evangelio de Lucas principalmente por su dependencia del Evangelio de Marcos y de una colección llamada “de los discursos del Señor", no cumplen lo establecido en el punto anterior y por lo tanto no pueden sostener libremente esa hipótesis.
A pesar de estos documentos de la PCB, la hipótesis de las dos fuentes se difundió gradualmente en el ámbito de la teología católica, lentamente hasta 1943 (cuando el Papa Pío XII, mediante su carta encíclica Divino afflante Spiritu sobre los estudios bíblicos, alentó el estudio histórico-crítico de la Biblia) y rápidamente después, alcanzando un predominio muy grande en la segunda mitad del siglo XX.
¿Cómo explicar teológicamente el hecho de que hoy la gran mayoría de los teólogos católicos sostenga la prioridad de Marcos y la hipótesis de las dos fuentes, y por lo tanto, con el beneplácito tácito del Magisterio vivo de la Iglesia, niegue muchas cosas que los documentos citados de la PCB enseña-ron como parte de la doctrina católica?
Es muy claro que las doctrinas expuestas en esos documentos de la PCB y luego cuestionadas por tantos teólogos católicos no son dogmas de fe ni doctrinas irreformables. La gran mayoría piensa que esas doctrinas reformables fueron de hecho reformadas porque se reconoció que eran erróneas. Empero, cabe también otra interpretación posible: las doctrinas en cuestión (o al menos la mayoría de ellas) siguen vigentes porque la Iglesia Católica nunca las derogó explícitamente, y deberían ser tenidas en cuenta en un necesario reexamen de teorías modernas que, pese a su enorme difusión, no están realmente comprobadas y probablemente hayan contribuido mucho a la actual crisis de fe. Me inclino hacia esa segunda posición.
Pienso que, de un modo semejante a lo que ocurrió en el debate sobre el darwinismo, en varios aspectos de la cuestión bíblica (sobre todo la cuestión sinóptica y la cronología de los libros del Nuevo Testamento) los cristianos hicieron innecesariamente algunas concesiones excesivas a sus adversarios, lo que causó que muchos creyentes perdieran la fe. Gracias a Dios, así como hoy hay una fuerte reacción contra el darwinismo, sobre todo por medio del movimiento del diseño inteligente, parece estar tomando impulso un retorno a las cronologías tempranas de los libros del Nuevo Testamento; y aunque en la cuestión sinóptica la correlación de fuerzas parezca incambiada, hay varios signos de que se están sentando las bases para un regreso a la prioridad de Mateo.
1) Cf. Jean Carmignac, La naissance des Évangiles synoptiques, François-Xavier de Guibert, Quatrième édition, Paris 2007, p. 27. No he podido identificar a Juan de Alba.
2) Ibídem, pp. 75-76.
3) Ibídem, p. 28.
4) Ídem.
5) Para los tres párrafos anteriores, cf. Ibídem, pp. 27-29.
6) Cf. Mateo 16,17-19.
7) Esta obra, traducida del inglés y editada por mí, está disponible en esta página: https://danieliglesiasgrezes.files.wordpress.com/2022/11/farmer-bismarck.pdf
8) William Reuben Farmer (1921-2000) fue un académico estadounidense, experto en el Nuevo Testamento, profesor universitario de teología y defen-sor del ecumenismo. Estudió en la Universidad de Cambridge en Inglaterra, y en el Union Theological Seminary de Nueva York, institución protestante donde se graduó en 1952. Luego fue ordenado ministro de la Iglesia Metodis-ta Unida. En 1990 se convirtió al catolicismo, como un miembro laico. Fue editor de A New Catholic Bible Commentary (Un nuevo comentario bíblico católico). En 1992, año de publicación de su artículo Bismarck y los cuatro Evangelios, estaba vinculado a la Universidad de Dallas (Texas). El área principal de investigación de Farmer fue la cuestión sinóptica. Defendió la prioridad de Mateo contra la prioridad de Marcos, y optó por la tradición clementina: Marcos como tercer Evangelio, dependiente de Mateo y Lucas.
9) Véase el documento completo en español, traducido por mí a partir de la versión en italiano disponible en la web de la Santa Sede, en esta página: https://www.infocatolica.com/blog/razones.php/2307201209-el-documento-de-la-pontificia-1911
10) Véase el documento completo en español, traducido por mí a partir de la versión en italiano disponible en la web de la Santa Sede, en esta página: https://www.infocatolica.com/blog/razones.php/2307211258-el-documento-de-la-pcb-sobre-1912
11) Véase el documento completo en español, traducido por mí a partir de la versión en italiano disponible en la web de la Santa Sede, en esta página: https://www.infocatolica.com/blog/razones.php/2307220116-el-documento-de-la-pontificia-1912
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4 comentarios
El p. Etiènne Nodet, O.P., de la Escuela Bíblica de Jerusalén, que ha muerto recientemente, era de opinión que Mc era un resumen basado en Mt y Lc, compuesto posiblemente para ser leído todo entero en la liturgia de la Vigilia Pascual. Así nos decía en un Seminario que nos ha hecho en el año 2006. Seguramente explicará esta tesis en algún de sus muchos libros. Notaba que en algunas frases con dos adjectivos en Mc, los otros dos evangelios, Mt y Lc traen un solo, diferentes entre ellos pero correspondientes a los dos de Mc. Lo q para unos sería prueba de la prioridad de Mc, para él era prueba de que bebía de los otros 2.
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