Creer y gustar
El gusto es, en general, “un contacto entre la subjetividad y lo real en el que emerge para la interioridad subjetiva un saber inmediato sobre la congruencia (armonía y disarmonía) entre subjetividad y realidad” (J. Vicente Arregui – J. Choza). En el gusto, el sabor es inmediato; es decir, no hay distancia entre sujeto y objeto.
El sabor se asimila al saber y la revalorización del gusto reivindica una sabiduría más integral, que aprecie no solo la mente, sino la realidad total del cuerpo y del mundo que somos. El gusto permite, al saborear las cosas, hacerlas propias; establecer una suerte de comunión entre el sujeto y lo saboreado.
Algo análogo ocurre con el saber, entendido como conocimiento por connaturalidad con lo conocido, en el que el sujeto tiende a identificarse, a asimilarse con la realidad conocida: “Conocer es ser y ser lo que se conoce” (M. Blondel).