Mayo virtual: Las apariciones de Fátima
Día 13. Fátima, una invitación a la esperanza
“En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío levantó la voz, diciendo: - ‘Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron’ . Pero él repuso: - ‘Mejor, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen’ ” (Lucas 11,27-28).
Con frecuencia, Dios nos desconcierta y nos sorprende. Las apariciones y las “revelaciones privadas” – que se distinguen de la “revelación pública”; es decir, de la manifestación que Dios hace de sí mismo en Jesucristo – despiertan en nosotros el asombro y hasta la perplejidad. Desearíamos, quizá, que Dios se sometiese a nuestros cánones, que nos pidiese permiso para actuar en la historia, pero Él desborda nuestras previsiones y nuestra lógica.
La Virgen Santísima quiso manifestarse, y así lo podemos creer prudentemente, aunque este asentimiento no vaya más allá de la “fe humana” - y no sea, por ello, “obligatorio” para un católico - , a tres pastorcitos portugueses casi a comienzos del siglo XX: a Francisco, a Jacinta y a Lucía. Si quisiésemos resumir el mensaje que María les transmite a estos niños podríamos hacerlo repitiendo una misma palabra: “Penitencia, penitencia, penitencia”.