Una encuesta: ¿Sobre qué edifica su vida?
“Meteos mis palabras en el corazón y en el alma”, dice Moisés a los israelitas. De esta manera exhortaba al pueblo a ser fiel a los mandamientos. Lejos de constituir una ley opresora, los mandamientos son un camino de vida, de liberación frente a la esclavitud del pecado. Enuncian las exigencias del amor de Dios y del prójimo.
Jesús, nuevo Moisés, no vino a abolir la ley, sino a llevarla a plenitud. Al final del Sermón de la Montaña nos dice que el verdadero discípulo es el que cumple la voluntad del Padre (cf Mateo 7, 21-27), que se resume, fundamentalmente, en el mandamiento nuevo del amor.
El Señor nos invita a edificar nuestra propia vida sobre una base estable. Y esa base, esa roca firme, es Dios; es la escucha y el cumplimiento de la palabra de Dios; es abrirse en la fe al misterio de Dios, para que Él nos haga justos con su justicia.
Si preguntásemos en una encuentra: “¿Usted, sobre qué fundamenta su vida?” Las respuestas podrían ser variadas: Quizá sobre el afán de poder; sobre el deseo de poseer; sobre la aspiración al placer… Estos “fundamentos” resultan, a la larga, inestables. Equivalen a edificar la propia casa sobre arena. Una existencia así construida no resiste las pruebas que se pueden presentar a lo largo de la vida.