Obama y la reserva escatológica
El teólogo alemán Metz ha popularizado la expresión “reserva escatológica” para aludir a la relación dialéctica que existe entre las promesas de Dios y la realidad histórica. Toda realización intramundana es provisional; ningún logro político, social o económico es, sin más, “el Reino de Dios”.
Viene a mi mente el nombre de Metz a propósito del nuevo presidente de los EEUU, saludado por tantos como una especie de “mesías” que vendría a instaurar una nueva era; la era de la paz y del respeto a la justicia. Yo le deseo al presidente de los EEUU lo mejor. No sólo por él y por su pueblo, sino por el bien de todo el mundo.
Pero Obama no es el mesías. Se impone, como siempre, la reserva escatológica. Con pena leo que una de sus primeras medidas ha consistido en levantar el veto a la financiación de los grupos promotores del aborto.
El aborto es, siempre, un mal; es, siempre, una injusticia. Defenderlo, ampararlo, promoverlo es defender, amparar y promover el mal. Triste comienzo para un mandatario de cuyas decisiones depende tanto para tanta gente.

Hoy se ha hecho pública una buena noticia para los que amamos la unidad de la Iglesia: El Papa Benedicto XVI, mediante decreto de la Congregación para los Obispos de 21 de enero de 2009, “remite la excomunión que gravaba sobre los (…) Prelados” de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X.
Hoy he visto en vatican.va el nombramiento episcopal de Antonio Staglianò, nuevo obispo de Noto, en Siracusa. Pertenecía al clero de la archidiócesis de Crotone-Santa Severina y era, o es todavía, el director del Instituto Teológico de Calabria, en Catanzaro. Un hombre joven, de cuarenta y nueve años, y un teólogo conocido en Italia.
1. Porque el pecado es una ofensa a Dios y un atentado contra la comunión de la Iglesia.
Si quisiéramos acercarnos a las cartas de San Pablo, a su corpus doctrinal, no encontraríamos una “teología sistemática” al uso; es decir, un desarrollo articulado, completo, sobre Dios, sus atributos y perfecciones a la luz de los principios revelados. Las cartas de San Pablo no son, por ejemplo, la “Suma de Teología” de Santo Tomás de Aquino. Santo Tomás escribe para el aula universitaria; San Pablo difunde y expone, a las comunidades y a las personas a las que se dirige, la vivencia del misterio de Cristo.












