Aborto: Firmeza y misericordia
Algunas personas juzgan que la Iglesia es exageradamente estricta cuando, en su legislación, prevé la pena (canónica) de excomunión contra el delito (canónico) de aborto. “Quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión latae sententiae”, es decir, de modo que incurre ipso facto en ella quien comete el delito, en las condiciones previstas por el Derecho canónico. El mismo Derecho, en los cánones 1323-1324, establece las causas legales excusantes de incurrir en cualquier pena. Por eso, no es tan fácil decir, sin considerar las circunstancias del caso, quien de hecho queda excomulgado y quien no.
Pero, ¿no es demasiado duro? ¿Por qué la Iglesia se muestra tan exigente con los católicos – ya que la excomunión, obviamente, no afecta a quien no lo es -? ¿No puede un católico verse, legítimamente, involucrado en la cooperación formal a un aborto? ¿No puede llegar a ser responsable de este acto contrario a la vida alguien que busque evitar otro mal, o evitar algo que se juzga – quizá equivocadamente – que es un mal? ¿Qué hacer ante una situación dramática, extrema, como sería aquella en la que la vida de una joven madre corra peligro?

Se han puesto – algunos sectores de la sociedad – ya no digo como linces, sino como basiliscos. En todo caso, como fieras. Todo por un cartel. Ya sabemos – y los enfadados también lo saben – que el lenguaje de los carteles no es el de las tesis doctorales, ni el de los discursos, ni el de las encíclicas; ni siquiera, el de las homilías.
Lo copio de “Terra”, y juzguen ustedes mismos:
El lunes, 16 de marzo, comienza la novena de oración por la vida, en preparación de la solemnidad de la Anunciación del Señor, que se celebra – como es sabido – el 25 de marzo. Siempre es necesario rezar por la vida, pero este año esta necesidad reviste un carácter de urgencia. Se está “gestando” una nueva ley que, lamentablemente, no apuesta por la vida, sino por la muerte; no apuesta por el amor, sino por la destrucción del otro; no apuesta, tampoco, por la justicia, sino por la injusticia máxima de privar, con pretextos de diversa índole, al no nacido del derecho fundamental a vivir.












