No jugar con los términos: aborto indirecto y "aborto terapéutico"
“Es verdad que el autor da una valoración moral negativa del aborto en términos generales, pero su posición acerca del aborto terapéutico es ambigua: (52) al sostener la posibilidad de ciertas intervenciones médicas en algunos casos más difíciles, no se entiende claramente si se está refiriendo a lo que tradicionalmente se llamaba «aborto indirecto», o si en cambio admite también la licitud de intervenciones no comprendidas en la categoría tradicional mencionada. No menos ambigua es su posición sobre el aborto eugenésico.(53) Por lo que se refiere a las leyes abortistas, el Autor explica correctamente que el aborto no se puede considerar como contenido de un derecho individual,(54) pero a continuación añade que «no toda liberalización jurídica .del aborto es contraria frontalmente a la ética».(55) Parece que se refiere a las leyes que permiten una cierta despenalización del aborto.(56) Pero, dado que existen diversos modos de despenalizar el aborto — algunos de los cuales equivalen, en la práctica, a su legalización, mientras que ninguno de los demás es, en todo caso, aceptable según la doctrina católica(57) — y que el contexto no es suficientemente claro, al lector no le es posible entender qué tipo de leyes despenalizadoras del aborto se consideran «no contrarias frontalmente a la ética»".

La Cuaresma nos prepara para la celebración de la Pascua, para que avancemos en su inteligencia y la podamos vivir con mayor plenitud. La Pascua de Cristo, el camino de elevación al Padre que parte de la Cruz, es expresión del amor misericordioso de Dios: “Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna” (Jn 3,16).
Se han puesto – algunos sectores de la sociedad – ya no digo como linces, sino como basiliscos. En todo caso, como fieras. Todo por un cartel. Ya sabemos – y los enfadados también lo saben – que el lenguaje de los carteles no es el de las tesis doctorales, ni el de los discursos, ni el de las encíclicas; ni siquiera, el de las homilías.
Lo copio de “Terra”, y juzguen ustedes mismos:












