Monte de Salvación
El monte, la montaña, es el punto en el que se tocan el cielo y la tierra. Yahveh es el “Dios de las montañas” y el Dios de los valles. Frente a la inestabilidad de los hombres, se alza la permanencia de las montañas. No obstante, Dios es mayor que los montes: “Antes de que nacieran las montañas tú eres Dios eternamente”, dice el Salmo 90. Los montes, como todo lo creado, han de bendecir al Señor (cf Salmo 148,9).
Toda altura de este mundo ha de ser humillada; sólo Dios será exaltado (cf Isaías 2,12-15). Sin embargo, hay montes privilegiados. El Horeb, en el Sinaí, es la “montaña de Dios”; la montaña donde Moisés fue llamado, donde Dios hizo el don de su Ley, donde Elías sube para oír a Dios.
Sión se perfila, en la geografía de la salvación, como la colina que Dios ha escogido como refugio seguro e inquebrantable. A esta montaña ha de subir el fiel con la esperanza de morar allí para siempre con el Señor.