Ser humano
La ministra de Igualdad ha sentenciado que un feto (humano) de trece semanas de gestación es un ser vivo, pero no un ser humano. “Vivo” significa que tiene vida. Diciendo que es un ser vivo, lo único que se afirma es que no está muerto y, de paso, que el aborto consiste en matarlo. Pero no se puede estar vivo, sin más, sino que hay que ser algo o alguien para poder, además, estar vivo o no estarlo.
Y del ser, y no sólo del estar, va el debate. Un primer interrogante es negativo: ¿Si el feto que crece en el vientre de una mujer no es humano, entonces qué es? ¿Una planta, un mero animal? Ya sabemos, porque está vivo, que no es una piedra. Pero del amplio espectro de los seres vivos, ¿a qué especie pertenece?
Pues bien, la ciencia nos da una primera pista. Así el catedrático César Nombela ha explicado que “un ser humano tiene varias etapas de vida y una de ellas es su etapa fetal”. En realidad, el cigoto es ya un nuevo ser humano, diverso y distinto de sus padres, con un genoma humano. Entre esa célula resultante de la unión del gameto masculino con el femenino y un individuo adulto no hay saltos cualitativos. Con el tiempo, el jovencísimo ser humano pasará a ser un niño, un adolescente, un adulto y, si la suerte lo acompaña, hasta un anciano.