21.08.09

Vestimenta en las iglesias

De vez en cuando, afortunadamente en muy contadas ocasiones, algún pelmazo o pelmaza se toma la molestia de hacerme llegar un anónimo quejándose de alguna cosa sobre el funcionamiento de la parroquia. Tenga o no tenga razón el comunicante anónimo – que, habitualmente, no la tiene – su sugerencia o reclamación es, por sistema, desechada. Jamás es ni será tenida en cuenta. Y es que los anónimos deben ser ignorados por salud mental. Quien es incapaz de dar su nombre, resulta un sujeto inhábil para que se tome en consideración lo que dice.

Hoy, sin embargo, he recibido una carta firmada. Circunstancia que cambia completamente la situación. Y máxime si la redacción es correcta, como lo es, y el tono respetuoso y propositivo. Y si, en medio de la queja u observación, sabe hacerse eco de aspectos positivos, los que sean, porque alguno habrá.

El eternamente disgustado, contrariado, descontento se convierte en un reo sospechoso del delito imperdonable de causar, gratuitamente, el tedio ajeno. Que si se enciende este foco en vez de aquel otro. Que si se coloca una hortensia en vez de una orquídea, que si se hace ruido al respirar o al andar. La cultura del “libro de reclamaciones” se impone hasta en los anónimos, con escaso fundamento.

Leer más... »

20.08.09

Rezar la Liturgia de las Horas con el pueblo

La doctrina cristiana ve en el rezo de la Liturgia de las Horas un modo de participar en la alabanza de Cristo al Padre, así como en su intercesión a favor de todos los hombres. El Vaticano II enseña que “cuando los fieles oran junto con el sacerdote en la forma establecida, entonces es en verdad la voz de la misma Esposa que habla al Esposo; más aún, es la oración de Cristo, con su Cuerpo, al Padre” (SC 84).

Es muy deseable que todos los fieles, y no sólo los sacerdotes o los religiosos, recen el Oficio Divino. Es más, el último Concilio exhorta a los pastores a procurar que “las Horas principales, especialmente las Vísperas, se celebren comunitariamente en la Iglesia los domingos y fiestas más solemnes” (SC 100).

Yo no veo que esta petición haya tenido la debida acogida entre nosotros. Recuerdo, sin embargo, la belleza y solemnidad de las Vísperas del domingo en la basílica de San Pedro: el esplendor del canto litúrgico, sobre todo de los himnos, el cuidado de todos los aspectos celebrativos y la participación muy numerosa de los fieles. En las solemnidades especialmente destacadas – aunque todo domingo es solemnidad – presidía las Vísperas el entonces Cardenal Arcipreste de la Basílica, Virgilio Noé. A pocos he visto celebrar mejor. Su compostura, la elección de los ornamentos litúrgicos, el cuidado de la homilía… Todo era perfecto.

Leer más... »

Descortesía informática

¿Se imaginan que alguien sale a la calle y, sin más, se dedica a insultar a un desconocido? Pensaríamos que quien así se comporta no está en sus cabales, que algo falla en su mente y mucho, por supuesto, en su educación.

Pues bien, lo que, afortunadamente no suele suceder en la vía pública – aunque todo puede pasar – se da en Internet; por ejemplo en los comentarios a ciertos blogs. Aquí, en InfoCatólica, las cosas se mantienen dentro de un cierto orden. Pero no en todos los lugares virtuales sucede lo mismo.

Cualquier cretino, amparado en el relativo anonimato de un nick, se permite mentir, insultar, difamar o calumniar. Una conducta que pone de manifiesto la maldad que anida en tantos corazones.

Leer más... »

19.08.09

¿Debe el Obispo ser simpático?

El más famoso blogger católico de nuestro país, Francisco José Fernández de la Cigoña, plantea en un post titulado “Una asignatura pendiente en la Iglesia”, la necesidad, o la conveniencia, de que los obispos sean simpáticos. A la hora de ponderar las cualidades de un futuro obispo “también debería tenerse en cuenta la simpatía del candidato”, nos dice.

No voy a ser yo quien replique a una Cigüeña tan agudamente oteadora, pero sí me voy a permitir una amigable discrepancia; al menos, parcial discrepancia. Que estoy seguro que él aceptará con grandeza de ánimo.

En cualquier controversia se debe conceder, si es posible, algo al “adversario” – se entiende que adversario sólo en el plano dialéctico - . Un obispo, como un sacerdote, y en definitiva, como toda persona de bien, no puede ser un “bicho”, una persona intratable, aviesa o de malas intenciones. El decreto “Presbyterorum Ordinis” del Concilio Vaticano II aclara que mucho ayuda al ministerio de los sacerdotes – y, sin duda, al de los obispos – contar con “las virtudes que con razón se aprecian en el trato social, como son la bondad de corazón, la sinceridad, la fortaleza de alma y la constancia, la asidua preocupación de la justicia, la urbanidad y otras cualidades que recomienda el apóstol Pablo cuando escribe: “Pensad en cuanto hay de verdadero, de puro, de justo, de santo, de amable, de laudable, de virtuoso, de digno de alabanza” (Fil., 4, 8)” (PO 3).

Leer más... »

18.08.09

Las iglesias no son el metro de Tokio

No deja de sorprenderme la preocupación de tantos por la seguridad y la asepsia de las iglesias de cara a evitar la propagación de la “gripe A”. Leyendo ciertas cosas, uno podría pensar que un humilde templo parroquial es algo parecido al metro de Tokio en hora punta; es decir, una especie de lata de sardinas de última generación donde los viajeros apenas pueden respirar de tan pegados que están los unos a los otros. Basta una visita a la parroquia más próxima para comprobar que, en la mayoría de los casos, no es así.

La densidad de feligreses por metro cuadrado de templo es de las más bajas del planeta, sin mucho que envidiar a Nueva Zelanda. Salvo que el virus en cuestión sea experto en realizar grandes saltos, capaces de cruzar el espacio que separa a un católico practicante de otro, resulta poco menos que imposible que, por mucho que se estornude, una sola gotita de saliva o un microscópico fragmento de secreción nasal aterrice en las manos o en los pulmones del vecino. Según estadísticas muy de fiar, es mucho más probable morir por insolación durante un eclipse que de contagio por proximidad en una parroquia.

Leer más... »