Pasiones y deseos
Somos víctimas o agentes de los afectos. Según el Diccionario, el afecto es “cada una de las pasiones del ánimo, como la ira, el amor, el odio, etc., y especialmente el amor o el cariño”. Estado de ánimo y motivación se unen bajo el rótulo de esta curiosa palabra: “afectos”.
Las cosas nos afectan. Somos afectados, pasivamente, por ellas. Las cosas, las circunstancias, las personas, producen en nosotros “sentimientos”; es decir, actos de percepción que, al decir de Kant, permanecen siempre subjetivos y no pueden constituir una representación objetiva de los objetos.
¿Cuándo nos afectan las cosas? Cuando nos llegan muy adentro, cuando son capaces de traspasar la piel para internarse en nuestro corazón. A muchas personas no les “afecta” el resultado de un partido de fútbol. A otras sí. El vínculo entre afecto y subjetividad es, pues, manifiesto. La afección atañe a la integridad de nuestro ser. Nos da lo mismo, digamos, que dos y dos sean cuatro, pero no nos resulta indiferente que se muera, o que nos traicione, o que no corresponda, un amigo.