17.09.10

El César y Dios. Benedicto XVI en Westminster Hall

Algunos textos.

1. Tomás Moro, el césar y Dios

“… quisiera recordar la figura de Santo Tomás Moro, el gran erudito inglés y hombre de Estado, quien es admirado por creyentes y no creyentes por la integridad con la que fue fiel a su conciencia, incluso a costa de contrariar al soberano de quien era un “buen servidor”, pues eligió servir primero a Dios. El dilema que afrontó Moro en aquellos tiempos difíciles, la perenne cuestión de la relación entre lo que se debe al César y lo que se debe a Dios, me ofrece la oportunidad de reflexionar brevemente con ustedes sobre el lugar apropiado de las creencias religiosas en el proceso político”.

2. La actualidad de la cuestión, ética y democracia

“… las cuestiones fundamentales en juego en la causa de Tomás Moro continúan presentándose hoy en términos que varían según las nuevas condiciones sociales. Cada generación, al tratar de progresar en el bien común, debe replantearse: ¿Qué exigencias pueden imponer los gobiernos a los ciudadanos de manera razonable? Y ¿qué alcance pueden tener? ¿En nombre de qué autoridad pueden resolverse los dilemas morales? Estas cuestiones nos conducen directamente a la fundamentación ética de la vida civil. Si los principios éticos que sostienen el proceso democrático no se rigen por nada más sólido que el mero consenso social, entonces este proceso se presenta evidentemente frágil. Aquí reside el verdadero desafío para la democracia”.

3. Dimensión ética de la política

“… en el campo político, la dimensión ética de la política tiene consecuencias de tal alcance que ningún gobierno puede permitirse ignorar. Un buen ejemplo de ello lo encontramos en uno de los logros particularmente notables del Parlamento Británico: la abolición del tráfico de esclavos. La campaña que condujo a promulgar este hito legislativo estaba edificada sobre firmes principios éticos, enraizados en la ley natural, y brindó una contribución a la civilización de la cual esta nación puede estar orgullosa”.

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El Papa en el Reino Unido. Algunos textos

1. La modernidad de Newman

“El Cardenal Newman es sobre todo, por una parte, un hombre moderno que ha vivido todo el problema de la modernidad, que ha vivido también el problema del agnosticismo, de la imposibilidad de conocer a Dios, de creer. Un hombre que ha estado durante toda su vida en camino, en camino de dejarse transformar por la verdad en una búsqueda de gran sinceridad y de gran disponibilidad de conocer y de encontrar y aceptar el camino para la verdadera vida. Esta modernidad interior de su vida implica la modernidad de su fe. No es una fe en fórmulas de un tiempo pasado sino una fe personalísima, vivida, sufrida, encontrada en un largo camino de renovación y de conversiones. Es un hombre de gran cultura que, por una parte, participa en nuestra cultura escéptica de hoy, en la cuestión de si podemos entender algo cierto sobre la verdad del hombre y de cómo podemos llegar a la convergencia de las verosimilitudes. Un hombre que, con una gran cultura de conocimiento de los padres de la Iglesia, ha estudiado y renovado la génesis y el don de la fe, reconocida así la figura esencialmente interior. Es un hombre de una gran espiritualidad, de un gran humanismo, un hombre de oración, de una relación profunda con Dios y, por eso, de una relación profunda también con los hombres de su tiempo y del nuestro tiempo. Señalaría, por lo tanto, tres elementos: modernidad de su existencia con todas las dudas y los problemas de nuestro ser de hoy; cultura grande, conocimiento de los grandes tesoros de la cultura de la humanidad, disponibilidad de búsqueda permanente, de renovación permanente; y espiritualidad, vida espiritual con Dios, dan a este hombre una grandeza excepcional para nuestro tiempo y por eso es una figura de doctor de la Iglesia para nosotros y para todos, y también un puente entre anglicanos y católicos” (De la entrevista durante el vuelo hacia la Gran Bretaña).

2. Las raíces cristianas de la vida británica y su actualidad

“El nombre de Holyroodhouse, la residencia oficial de Vuestra Majestad en Escocia, recuerda la “Santa Cruz” y evoca las profundas raíces cristianas que aún están presentes en todos los ámbitos de la vida británica. Los reyes de Inglaterra y Escocia han sido cristianos desde tiempos muy antiguos y cuentan con destacados santos, como Eduardo el Confesor y Margarita de Escocia. Como Usted sabe, muchos de ellos ejercieron conscientemente sus tareas de gobierno a la luz del Evangelio, y de esta manera modelaron profundamente la nación en torno al bien. Resultó así que el mensaje cristiano ha sido una parte integral de la lengua, el pensamiento y la cultura de los pueblos de estas islas durante más de mil años. El respeto de sus antepasados por la verdad y la justicia, la misericordia y la caridad, os llegan desde una fe que sigue siendo una fuerza poderosa para el bien de vuestro reino y el mayor beneficio de cristianos y no cristianos por igual”.

“En la actualidad, el Reino Unido se esfuerza por ser una sociedad moderna y multicultural. Que en esta exigente empresa mantenga siempre su respeto por esos valores tradicionales y expresiones culturales que formas más agresivas de secularismo ya no aprecian o siquiera toleran. Que esto no debilite la raíz cristiana que sustenta sus libertades; y que este patrimonio, que siempre ha buscado el bien de la nación, sirva constantemente de ejemplo a vuestro Gobierno y a vuestro pueblo de cara a los dos mil millones de miembros de la Commonwealth y a la gran familia de naciones de habla inglesa de todo el mundo".

(Audiencia con Su Majestad la Reina).

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16.09.10

Había estado (V).

(Escrito por Norberto)

Ambrósyos (el que es inmortal) Amyntas (rey de Galacia de quien descendía) Rutilus (rubio pelirrojo), ése era el nombre de quien había ganado el corazón de Ana, y ésta, a su vez había prendado al hombretón gálata, ambos, con el paso de los años, ratificaron que la pasión de juventud iba por el camino adecuado, no sin pruebas, dificultades y contratiempos – los abortos de Ana que casi se cobran su vida – Ambrosyós demostró la entereza de ser un hombre de los pies a la cabeza, un celta de verdad, fiel, honrado, comprometido, de palabra. Ana ponía el encanto y la dulzura, la picardía femenina, y tenía 17 años después encandilado al gálata, a sus suegros los tenía más que ganados y hablaban maravillas de él a quienes en, su círculo judío, comentaban sutilmente, y sin sutileza, acerca del “matrimonio imposible”.

Era un tipo de 6 pies y 2 palmos (≈ 1,95 m.), y unas 215 libras de peso (≈ 97,5 Kg.), atlético, sin un gramo de grasa, de pelo ensortijado que dejaba tapar las orejas y una pequeña melena que ocultaba el cuello aunque no tan larga como sus lejanos antepasados, barba y bigote poblado algo más claros que el pelo; brazos y piernas musculados, piel blanca, y metalúrgico de profesión, aunque sus ancestros eran nobles y formaron parte de la tetrarquía gobernante de los trocmii, con su capital en Tavium, su tribu celta que junto a los tectosages - capital en Ancyra (Ankara) - y los tolistobogii - capital en Pessinus (Pesinunte) - habían aposentado en la parte central de Anatolia, aunque él había nacido en Tarso; su familia se había ido desplazando hacia el sur, dado que la profesión tradicional de metalúrgicos, precisaba de metales para su labor y en Tavium escaseaban frecuentemente, así pues, se desplazaron a la costa, donde importantes centros comerciales permitían el aprovisionamiento de materia prima, y, el cumplimiento de los encargos.

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14.09.10

Platanito

Platanito tiene nombre propio y su muerte ha sido objeto de comentarios en los medios de comunicación social. Platanito es el toro lanceado por un caballista en una fiesta medieval que celebran cada año en Tordesillas.

Algunas personas se manifestaron para impedir este triste final. Otros, sin embargo, apelaban a la vigencia de las tradiciones. Los políticos se dedicaron a lanzar balones fuera: el sacrificio de Platanito se celebró sin “ninguna polémica”, decía la alcaldesa. Los parlamentarios “taurinos” se desmarcaban del asunto y la Ministra de Medio Ambiente aludía a las competencias: “No pidan que abordemos soluciones a temas competenciales que hemos transferido".

Los defensores de Platanito invocaban valores morales: La sociedad “debe aspirar a una mayor conciencia y respeto por otros seres vivos”. En base a la moral se juzgan incluso las tradiciones: “Un país como España no debe mantener tradiciones tan crueles como esta”.

Hasta el arzobispo de Valladolid fue consultado. Una asociación nacional de defensa de los animales se dirigió hace unos días al prelado solicitando que condenase la celebración de ese espectáculo. Se basaban, en la petición, en un número del Catecismo de la Iglesia Católica y afeaban, como impropio de la moral cristiana, tal maltrato.

Casi a la vez hemos tenido noticia de que, en 2009, se practicaron en España “sólo” 112.000 abortos. Una buena nueva que el Gobierno daba con gran regocijo. Los seres vivos abortados – en eso, en que son “seres vivos”, coincidimos todos – no tienen nombre propio. No son ejecutados en conformidad con ninguna tradición. Pero, aun así, no se ha rasgado ninguna vestidura ni se ha afeado la imagen de España por permitir, con todos los respaldos legales, esa eliminación de tantos seres vivos.

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La gloria de la Cruz

Los cristianos reconocemos y exaltamos la Santa Cruz. Como dice el apóstol San Pablo: “Nosotros hemos de gloriarnos en la cruz de nuestro Señor Jesucristo: en Él está nuestra salvación, vida y resurrección; Él nos ha salvado y libertado” (Ga 6,14).

Dios ha querido realizar la salvación de los hombres por medio de Jesucristo, muerto en la Cruz. Contemplando al Crucificado, encontramos la curación, la sanación radical de nuestra lejanía de Dios, que es el pecado.

No podemos olvidar las acciones del Señor. “Por su sacratísima pasión en el madero de la cruz nos mereció la justificación”, enseña el Concilio de Trento. La Cruz es “la escala del paraíso”, como decía Santa Rosa de Lima.

A Jesús, que “se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo” y “se rebajó incluso a la muerte, y una muerte de cruz”, Dios lo levantó y le concedió el “Nombre-sobre-todo-nombre” (cf Flp 2,6-11). Jesús es el Siervo doliente que “justifica a muchos cargando con las culpas de ellos” (cf Is 53). A Él se dirige la Iglesia diciéndole: “Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque con tu cruz has redimido al mundo”.

La iniciativa de nuestra salvación no procede de nosotros, sino de Dios. La Cruz es el reflejo del contraste existente entre la generosidad del amor divino y la cicatería del egoísmo humano. Dios nos amó “y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados” (1 Jn 4,10).

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