El Cardenal Newman y la lógica de la fe
Estamos en vísperas de la beatificación del Cardenal John Henry Newman. El Papa, en un gesto que merece ser destacado, presidirá esta celebración el próximo 19 de septiembre en el Cofton Park de Rednal (Birmingham).
Tengo una gran simpatía por Newman. En su momento, estudié muy a fondo alguna de sus obras – en especial la “Gramática del asentimiento” y los “Sermones Universitarios” - . Y a su pensamiento sobre el acto de fe dediqué tres capítulos de mi tesis doctoral. Incluso el título de esa tesis, que luego se publicó como libro, estaba tomado de una frase suya: “También nosotros creemos porque amamos”.
Yo no conozco un análisis más detallado y convincente sobre el carácter razonable del acto de fe que el que Newman llevó a cabo. No planea su pensamiento sobre generalidades, sino que, más bien, se remonta desde lo concreto – su propia adhesión de fe – a lo universal.
Es el suyo un pensamiento profundamente original. D.A. Pailin acierta al escribir: “La fuente [de su pensamiento] es básicamente Newman mismo”. Y el propio Cardenal lo corrobora al referirse a los “Sermones Universitarios”: “se escribieron con largos intervalos de interrupción, de manera ocasional por no decir imprevista; sin la ayuda de teólogos anglicanos y sin ningún conocimiento de los teólogos católicos”.
Sólo una inteligencia profundamente reflexiva puede alumbrar una obra tan singular. Alejado de cualquier escuela, Newman elabora una epistemología muy atenta a la experiencia. El papel que reconoce a la conciencia muestra la relevancia concedida al carácter personal y concreto del conocimiento humano: “No puedo pensar con otra mente que no sea la mía, como no puedo respirar con otros pulmones que no sean los míos. La conciencia está más próxima a mí que cualquier otro medio de conocimiento”.