16.11.10

El Papa en España (II). La alegría de Pedro (escrito por Fredense)

“Tenía 29 años en 2007 cuando fui madre por primera vez. Nuestro pequeño Tim era un niño saludable y hermoso, y formábamos una familia feliz. Por ello decidimos regalarle rápidamente un hermanito. En el verano de 2008 me quedé nuevamente embarazada y aquel viernes, en mi vigésimo primera semana de embarazo, estaba deseando ver mediante la ecografía las primeras imágenes de mi hijo. Pero algo no iba bien: la doctora me enseñó las zonas de la columna vertebral que estaban dañadas y me explicó que mi hijo padecía de espina bífida. Yo misma soy comadrona y había oído hablar de casos de aborto tardío, pero ahora tenía que tomar una decisión: ¿quiero continuar con este embarazo o no? Visité con mi marido varios médicos especialistas en diagnóstico prenatal.

Entre tanto ya estaba en la semana 22 y mi hijo se movía, pero habíamos perdido todo contacto con él: ya no lo acariciábamos, no le poníamos música ni le hablábamos. No se nos pasaba por la cabeza verlo crecer y nuestros sentimientos nos daban la razón: según los médicos jamás aprendería a andar, sería paralítico y estéril. Ya no teníamos dudas: queríamos la interrupción. En otro caso este niño tendría un infierno de vida, dolores sin cesar, nunca reiría con nosotros, nunca podría ser independiente.

Pero teníamos que darnos prisa. Los médicos nos informaron de que, a estas alturas del embarazo, se dan casos de abortos fallidos en los que, contra pronóstico, el niño no muere del todo, y luego ellos están obligados a intentar salvarle la vida. Por ello en Alemania en los abortos tardíos se elimina al niño en el vientre de la madre por medio de inyección letal o cortándole el suministro de sangre a través del cordón umbilical, mientras médico, enfermera y padres observan por ecografía cómo el corazón deja de latir. Luego se induce el parto del feto ya muerto.

Lo hice en el mismo hospital en el que trabajo. Una amiga y compañera me asistió. El tratamiento empezó a las 9 de la mañana y por la tarde ya empezaron los dolores de parto. Yo estaba segura de hacer lo correcto. Sólo hubo un momento en el que lo pasé mal: desde el pasillo llegaban las voces de un coro de niños cantando villancicos. No lo podía soportar, y poco antes de la expulsión me sobrevino un gran temor de tener que dejar que mi hijo se me fuera, y comencé a llorar. Y entonces apareció nuestro pequeño Bastian, 430 gramos, pequeño como la palma de la mano, y tan vivo. Por lo menos durante los siguientes 90 minutos. Bastian lloraba, y yo no estaba preparada para esto. Nadie me había preparado para oír el llanto de un niño tan vivo. Una auténtica persona. Después de tenerlo toda la noche en mis brazos lo tuve que entregar a la funeraria. A nuestro hijo mayor le hemos dicho que su hermano estaba muy enfermo y que su bisabuela cuida ahora de él. Sé que donde esté, estará mejor que con nosotros.”

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Vigilia por la vida naciente

En unión con Benedicto XVI se nos convoca, a los católicos, a celebrar una “Vigilia por la vida naciente” el próximo 27 de Noviembre de 2010. Sin duda, en vísperas del primer domingo de Adviento, es oportuno y significativo orar por la vida, teniendo en cuenta que el Adviento nos prepara para la celebración de la Navidad, el acontecimiento en el que Dios se convierte en Niño, venciendo en el pesebre la distancia infinita que, sin la Encarnación, separaría para siempre al hombre de Dios.

Se proponen tres esquemas para esta Vigilia: El primero contempla la celebración de la Santa Misa seguida de un momento de oración; el segundo esquema se adapta al Oficio de Vísperas y, el tercero, se amolda al rezo del Santo Rosario, teniendo en cuenta esta intención especial.

Es una buena iniciativa, que yo – en mi parroquia real y hasta en la “virtual” – pienso seguir. Todo es poco a la hora de rezar por la vida. Y sí, de modo especial, por la vida naciente, tan desprotegida. No sólo se defiende, hoy, que el aborto sea un derecho, sino que, incluso, se dan pasos para la legitimación del infanticidio. La espiral de la muerte es implacable y no faltan voces que aseguran que un cerdo de tres años tiene más derecho a la vida que un niño de nueve meses.

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15.11.10

El Papa en España: "Tengo curiosidad por conocer a ese Benedicto XVI" (escrito por Amfortas)

TENGO CURIOSIDAD POR CONOCER A ESE BENEDICTO XVI

Quisiera que este mensaje llegara, sobre todo, a los jóvenes: precisamente a vosotros, este contenido esencial del Evangelio os indica la vía para que, renunciando a un modo de pensar egoísta, de cortos alcances, como tantas veces os proponen, y asumiendo el de Jesús, podáis realizaros plenamente y ser semilla de esperanza.

Benedicto XVI, Misa en la Plaza del Obradoiro, 6 de noviembre de 2010.

Viernes 5 de noviembre

Pese a tener el día libre, me he acercado al periódico con el fin de sacar un billete por Internet para mañana a Zaragoza. Ni siquiera recuerdo la última vez que fui a ver a mis padres. Los trenes están repletos y las pocas plazas que quedan tienen un precio prohibitivo para mi más que mermada cuenta corriente. No queda otra que ir en autobús. Cuándo aprenderé a ser un poco previsor, me digo mientras bajo las escaleras que conducen al hall de entrada.

De vuelta a mi apartamento, me percato del estado calamitoso en que se encuentra. Difícilmente puede haber mayor desorden en menos metros cuadrados. Latas abiertas por todos los lados, papeles y periódicos en los lugares más insospechados, la vajilla sin fregar desde la última visita que tuve, la caja de preservativos encima del lavabo… ¡Lo que diría mi madre si entrara ahora mismo por esa puerta! Recojo un viejo libro del suelo: El rojo emblema del valor de Stephen Crane. En mis años de facultad soñaba con recorrer mundo como él, escribir como él, y morir a los 28 años también como él. Hoy tengo 28 años, no estoy muerto -aunque lo parezca-, apenas salgo de la redacción del periódico y, el día menos pensado, un ERE me pondrá de patitas en la calle.

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14.11.10

Iglesia perseguida (escrito por Koko)

Las lecturas de este domingo nos ofrecen varios temas de interés como pueden ser entre otros el final de los tiempos o la necesidad de trabajar.

En general parece que todas las lecturas están escritas en un sentido apocalíptico, como si fuese a acabar el mundo de una forma desastrosa. Pero en realidad, el Señor nos invita a no tener miedo y a vivir con esperanza la fe en medio de las dificultades y adversidades que encontraremos por el camino. Jesús no predice tanto una destrucción, sino más bien habla de una renovación, porque en un futuro surgirán un cielo y una tierra nuevos donde predominará totalmente la bondad, la paz y la justicia.

Incluso el Evangelio nos dice que seremos perseguidos. Esto de la persecución en tiempos de los primeros mártires se entendía en un contexto de odio hacia el cristianismo naciente, pero podemos plantearnos varias preguntas: ¿Cómo somos perseguidos los cristianos en la actualidad?, ¿es que acaso todavía la Iglesia es perseguida?

Lo cierto es que también hoy la Iglesia sufre persecución aunque sea de otra manera.

Cuentan que una vez en una audiencia dada a un colegio romano, preguntó el Papa San Pío X a un seminarista: ¿Cuántas y cuáles son las notas que distinguen a la verdadera Iglesia de Cristo?

- Cuatro, padre santo: es una, santa, católica y apostólica.
- ¿No tiene más que cuatro? – respondió el Papa.
- Y romana, añadió el seminarista.

Justo dijo el Papa, pero ¿cuál es la nota más evidente? Todos callaron. Pues bien, voy a decíroslo “perseguida”. Porque se lee en el Evangelio: “Me persiguieron a Mí y os perseguirán a vosotros”. La persecución es para los católicos el pan nuestro de cada día. Esta es la señal de que somos verdaderos discípulos de Cristo. La Iglesia es perseguida, pero nunca estará desprotegida, ya que Jesucristo dijo: “Yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo”.

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13.11.10

Datos públicos, que el público desconoce (escrito por Norberto)

DATOS PÚBLICOS, QUE EL PÚBLICO DESCONOCE

Puesto que los datos ya los he puesto, entro en algunos considerandos de primera necesidad intelectual, en titulares:

Es falso de toda falsedad que la Iglesia Católica le cueste 1 € al Tesoro Público, sino que “…desde 2008, el sostenimiento de la Iglesia depende exclusivamente de los católicos y de todas aquellas personas que reconocen la labor que la Iglesia realiza. Quienes libremente quieran hacerlo, pueden marcar la casilla de la Iglesia católica en su Declaración de la Renta. Un 0,7 por ciento de sus impuestos se dedicarán así, sin coste adicional para el contribuyente, a la labor de desempeña la Iglesia… No supone pagar más impuestos, ni que Hacienda le devuelva menos al contribuyente. Además, es compatible con marcar también la casilla de “Otros fines sociales”. Es decir la Iglesia no “…es una garrapata de lujo” (Ridao, ERC, dixit), son los ciudadanos quienes lo deciden libremente, no solo el 73% de católicos declarados. ¿Cuántos?, pues 7´2 MM de declarantes a favor de la I. Católica, 237 M más que el año anterior, por lo que de este modo se pueden sufragar las actividades descritas.

Caritas, por su parte - con 60 M voluntarios y 4,7M profesionales de soporte y apoyo, durante 2009 gastó 230 MM€, en sus distintos programas, de los cuales 143 MM procedían de Fondos Privados y 87MM€ de Fondos Públicos, se entiende todo, ¿verdad?. Más aún se entenderá si desglosamos: a) Adm. Autonom. 39,5MM€, b) A.Local 21,2MM€ c) Adm. Central 8,45 MM€(sic), d) De IRPF, o sea “la casilla” 10,8MM€. De los 143 MM€ de F. Privados, los donativos, anónimos naturalmente, sumaron 92,7 MM€ (65%).

Doy las últimas cifras de Caritas: a) Acogida y asistencia (lo que yo hago todos los viernes atendiendo a familias pobrísimas) 31MM€, b) Mayores 30,3 MM€, c) Empleo e inserción socio-laboral 28,1 MM€, d) Personas sin hogar 20,2 MM€, no me olvido de e) SIDA 4,25 MM€.

“Fe sin obras es fe muerta”, pero podemos decir muy alto, con humildad pero con verdad, que en España, la Iglesia Católica, puede ser pecadora pero no debe ser denostada ni denigrada por ignorantes sin escrúpulos, no necesariamente por este orden, que mienten y falsean, a sabiendas de que nunca, jamás, la Iglesia usará el chantaje ni el chalaneo para seguir adelante en su labor, como cuentan que cada día cada uno en supuesto seguirá en su desempeño, tratan de ocultar lo que modestamente he tratado de mostrar: la Iglesia Católica merece, y mucho, la pena.

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