4.01.13

El bozal y el maleducado

He leído que el portavoz de un gobierno autonómico ha pedido un bozal para un obispo que, en una carta, ha manifestado su disconformidad sobre algunos aspectos de la llamada “ideología de género”. No quiero entrar en el fondo del tema. Voy a quedarme en la forma, porque no solo importa el contenido de lo que se dice, sino también el estilo o modo de expresar las cosas; en este caso, de expresar el desacuerdo.

Uno esperaría de un representante político un cierto nivel de cortesía, de respeto, de civilidad. En esto, los políticos deberían dar ejemplo. No se representan a sí mismos; representan al pueblo que los ha elegido y a las instituciones que, a causa de esa elección, ellos tienen la responsabilidad de gestionar. Está mal que cualquier ciudadano sea grosero, pero está aun peor que lo sea quien desempeña un cargo oficial.

Un bozal es – como se sabe - un aparato, de correas o de alambres, que se pone en la boca a los perros para que no muerdan. Un obispo, como cualquier otro ciudadano, tiene la libertad de expresar sus propias ideas. Podrá acertar más o menos en la manera de hacerlo. Se podrá coincidir o disentir con lo que dice; pero no se le puede amordazar y, menos, ponerle un bozal. En el peor de los casos, si se considera que en el libre uso de la palabra ha vulnerado algún precepto legal, se le podrá denunciar ante las autoridades. Nada más. Como a cualquiera.

Un obispo tiene, encima, la obligación de enseñar la doctrina cristiana. Y en un país que respeta la libertad religiosa esa tarea no puede ser obstaculizada. Alguien que de algún modo forma parte de un gobierno ha de ser escrupuloso en la observancia de ese respeto. Si los políticos se echan al monte, ¿qué cabe esperar de los bandoleros? ¿O es que es lo mismo ser político y ser bandolero? No debería ser lo mismo, ni tampoco parecerlo.

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2.01.13

La Iglesia está viva: Iglesia e Internet

No es noticia. La Iglesia está viva porque es la Esposa de Cristo, el Viviente, el Resucitado. Pero, si uno abre los ojos, esa convicción de fe se hace - hasta desde la perspectiva meramente humana – cotidianamente palpable.

Yo no soy muy simpatizante de las “redes sociales”. No me he aficionado al “Facebook” ni al “Twitter”. No tengo cuenta ni en una ni en otra de esas redes. Sí tengo una pequeña experiencia en el blog. A veces mis amigos me dejan asomarme a esas redes. Y, si me asomo, en general me gusta lo que veo, en lo que respecta a las noticias que parten de las personas que forman parte de la Iglesia – en concreto, hablo ahora de los sacerdotes -.

No me refiero al “Facebook” que, a título personal, un sacerdote pueda tener. Que puede ser, el “Facebook” – y por analogía el “Twitter” - , conveniente o menos según la sensatez, la prudencia y hasta la madurez de su titular. Como la vida misma, ni más ni menos. Una cuenta en la que el protagonista sea “fulanito” o “menganito” me interesará muy poco. Y menos que poco si el sujeto va de “guay”.

Una cuenta parroquial ya hace ver las cosas de otro modo. Me decía esta misma tarde un amigo, que tiene una cuenta parroquial en el “Facebook”, que era, el “Facebook”, un interesantísimo tablón de anuncios. Es verdad: allí se puede comunicar muchas cosas de las que se hacen, aunque sigan siendo mayoría las cosas que se hacen y que no se comunican.

No es malo comunicar, hacer partícipe a otros de lo que uno tiene. Y lo que uno tiene, porque lo ha recibido, es la Buena Noticia del Evangelio. ¿Qué habrían hecho San Pablo, San Agustín o Santo Tomás en la era de Internet? Me imagino que aprovecharla al máximo.

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31.12.12

Santa María, Madre de Dios

Cada año nuevo comienza bajo la protección maternal de la Santísima Virgen: “concédenos – le pedimos a Dios en la Santa Misa – experimentar la intercesión de aquélla de quien hemos recibido a tu Hijo Jesucristo, el autor de la vida”. Dios da a todo bien principio y cumplimiento, en la historia de la salvación y en nuestra propia historia personal. Y un reflejo de ese principio y de ese cumplimiento lo tenemos en Santa María, la Inmaculada, la Madre de Dios, la Asunta en cuerpo y alma a los cielos.

San Pablo sintetiza en una frase la relación que vincula a María con Jesús: “nacido de una mujer” (Ga 4,4). El Hijo de Dios ha venido a la tierra en una humanidad como la nuestra; una humanidad que recibió de Dios a través de la Virgen. De Ella asumió el cuerpo sagrado dotado de un alma racional que, en la Encarnación, se unió perfectamente a la Persona divina de Cristo. Jesucristo es, a la vez, verdadero Dios y verdadero hombre.

La concepción virginal de Jesús es indicio de su identidad, de su condición divina y humana. Él es el Hijo de Dios hecho hombre. Fue concebido en el seno de la Virgen María únicamente por el poder del Espíritu Santo, sin intervención de varón. Sólo en la fe podemos adentrarnos en la comprensión de este misterio, que va más allá de las posibilidades humanas, pero no de las posibilidades de Dios.

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29.12.12

Sagrada Familia de Jesús, María y José

Al lado de Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, contemplamos a María y a José. Dios ha querido tener su familia en la tierra, un hogar caracterizado por la fidelidad y el trabajo, por la honradez y la obediencia, por el respeto mutuo entre los padres y el hijo.

La Sagrada Escritura ensalza el precepto de honrar al padre y a la madre: “El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros” (cf Si 3). Una alabanza que hace suya el apóstol San Pablo en la Carta a los Colosenses. Todas las relaciones humanas y, en concreto, las relaciones familiares adquieren un nuevo sentido si se viven desde la caridad, que es “vínculo de la perfección” (Col 3,14).

La escena evangélica que recoge San Lucas – el hallazgo de Jesús en el Templo – nos hace entrever el misterio de su consagración total a una misión derivada de su filiación divina: “¿No sabíais que me debo a los asuntos de mi Padre?”. María y José, sin comprender del todo esta palabra, la acogieron en la fe.

La fiesta de la Sagrada Familia es una ocasión propicia para orar por todas las familias, a fin de que, imitando las virtudes de la Familia de Nazaret y su unión en el amor, lleguen a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo. La familia es, por consiguiente, imagen del cielo, símbolo y realización doméstica de la Iglesia, icono terreno de la Trinidad divina.

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26.12.12

Bajezas

En esta vida se puede ser muchas cosas. Una de las peores es convertirse en indigno, ruin y mezquino. Y ciertamente hay seres así. Incluso entre quienes, fatuamente, arden en el fuego de las propias vanidades – o resentimientos, que nunca se sabe - .

Las amistades vienen y van. Solo unas pocas se mantienen. Sin que esta falta de permanencia haya que atribuirla necesariamente a mala fe por parte de uno u otro de los amigos. El afecto personal, puro y desinteresado que nace entre dos personas no siempre subsiste. Muchas veces el trato se interrumpe y esa discontinuidad, esa distancia, se impone. En ese caso, en lugar de una amistad queda el recuerdo de una amistad. Pero el recuerdo es mucho; es siempre más que la nada.

Yo guardo, en general, un enorme agradecimiento hacia los amigos que he tenido y que, en cierto modo, sigo teniendo en la memoria. Hemos compartido juntos una parte del trayecto, del recorrido de nuestro paso por el mundo. Y un viaje, si dura muchas horas, transcurre mejor en buena compañía que en absoluta soledad. Aunque, a veces, la soledad es más un premio que un castigo.

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