21.10.22

Se hizo Camino tomando la humanidad

En el llamado “discurso de despedida”, ya en la inminencia de su Pasión, Jesucristo se despide de los suyos invitándoles a la fe y a la esperanza: “No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí” (Jn 14,1).

La fe procede de la audición, de la escucha. En la fe predomina siempre la palabra sobre la idea: penetra en el hombre desde fuera. La palabra llama y la fe es respuesta a esa palabra.

También a nosotros la palabra de Jesucristo nos invita a creer y a afrontar la realidad de la muerte – de la muerte de nuestros seres queridos, de la propia muerte – con serenidad y con esperanza: “creed en Dios y creed también en mí”.

Jesucristo es el camino único hacia el Padre; un camino que discurre en la verdad y que conduce a la meta divina, a la vida plena de la comunión con Dios. No nos enderezamos hacia la aniquilación, sino hacia Dios.

San Agustín comenta que es como si el Señor nos dijera: “¿Por dónde quieres ir? Yo soy el camino. ¿A dónde quieres ir? Yo soy la verdad. ¿En dónde quieres permanecer? Yo soy la vida”.

Jesús es el Verbo de Dios, que con el Padre es verdad y vida, y que se hizo camino tomando la humanidad: “Camina por esta humanidad para llegar a Dios, porque es preferible tropezar en este camino, a marchar fuera de la vía recta”, añade el Obispo de Hipona.

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1.10.22

Creer con el corazón

San Pablo dice que “con el corazón se cree” (Rom 10,10); un texto del que se hace eco Benedicto XVI en su magnífica carta apostólica “Porta fidei": “El corazón indica que el primer acto con el que se llega a la fe es don de Dios y acción de la gracia que actúa y transforma a la persona hasta en lo más íntimo".

A la hora de meditar sobre la motivación humana de la fe, es preciso apuntar a la voluntad, al corazón. Creer es “un acto del entendimiento que asiente a la verdad divina bajo el imperio de la voluntad movida por la gracia de Dios”, escribe santo Tomás. La causa inmediata de la fe está “en la voluntad, en las razones del corazón, y más concretamente, en el deseo de corresponder al amor de Dios y de alcanzar los bienes que nos promete” (Fernando Sebastián).

La gracia de Dios arraiga en el deseo natural de vivir en la verdad y lo lleva más allá de nosotros mismos, hasta concretarlo en el deseo de reconocer a Dios como Dios y de alcanzar sus promesas de salvación y de vida eterna. Destacar la importancia de los deseos y de los elementos afectivos en la fe, justamente subrayada por M. Blondel, no supone ceder a las pretensiones del inmanentismo modernista, sino que equivale a resaltar el papel de la simpatía en todo el proceso de creer.

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22.09.22

La casa sosegada. La poesía del obispo Gilberto Gómez González

Existe un prejuicio según el cual, en el mundo contemporáneo secularizado, la poesía de temática religiosa no debe de gozar de un buen momento; pero quienes llevan años explorando esta parcela del arte literario y su expresión editorial saben que la realidad es otra: existe una producción en ascenso, cuyo interés para el siempre minoritario público lector de poesía es creciente. En este panorama, nos sentimos de enhorabuena al anunciar la publicación de un volumen, el segundo de su obra impresa, de un natural de estas tierras, Gilberto Gómez González, nacido a la orilla del Miño, en el mismo lugar donde nació San Paio, la parroquia de Albeos, del municipio de Crecente. Se trata de Rosario. Poesía, oración y mística (editorial CCS, Madrid 2022, 76 páginas), un poemario, precedido de un estudio introductorio de Yolanda Obregón, cuyo título es transparente pero que va mucho más allá de una glosa en verso de los misterios de la popular devoción del rosario.

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17.09.22

¿Por qué ir a Misa?

Llevo ya algún tiempo reflexionando sobre la relación entre la «sacramentalidad» de lo cristiano – es decir, la lógica según la cual lo invisible se comunica con nosotros a través de lo visible -, la Teología fundamental, que se ocupa de la revelación, de la fe, y de la credibilidad de ambas, y el culto cristiano.

Dar razón de la fe, explicar la responsabilidad social de creer en Cristo, es algo así como justificar con motivos conformes a la razón el porqué de ir a Misa cada domingo. Yo ya estoy muy harto de la expresión «católico no practicante». No sé lo que significa. Como tampoco entiendo muy bien el significado de «padre que ama a sus hijos, pero que siempre está ausente» o «persona muy trabajadora, que no se ocupa de su tarea».

En cierto modo somos lo que hacemos. O manifestamos nuestro ser en nuestras acciones. Claro, somos imperfectos. Tanto que hasta podemos caer en la contradicción suprema del pecado. Eso es, lamentablemente, verdad. Pero debemos intentar que el accidente no se convierta en sustancia.

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13.09.22

“Rosario”, un libro del obispo Gilberto Gómez González

La editorial CCS, en su colección “Celebrar y Orar”, acaba de publicar una obra de don Gilberto Gómez González, obispo de Abancay (Perú), con el título “Rosario. Poesía, oración y mística” (Madrid 2022, 76 páginas).

El autor es bien conocido en nuestra diócesis de Tui-Vigo. Nació en 1952, en Albeos (Crecente), en el mismo lugar en el que nació san Pelayo. Estudió en los Seminarios de Tui y de Vigo. Desde muy pronto cultivó su afición a la poesía. Se ordenó sacerdote en Tui en 1975. Y allí, en el Seminario Menor, fue profesor, formador y vicerrector. Yo lo recuerdo, muy gratamente, como profesor del Lengua Española, en un primer momento, en EGB, y ya, en el último curso de Bachillerato, de Religión.

En 1986 se trasladó como misionero a Perú, al Seminario Menor de Abancay. En 2002 fue ordenado obispo auxiliar de Abancay. Y desde 2009, es el obispo residencial de esa diócesis andina. Es también un poeta que sigue ejerciendo como tal “robando” - es decir, aprovechando al máximo - minutos de su quehacer diario. En 2005 recibió el Premio Mundial de Poesía Mística Fernando Rielo por su obra “Via Lucis”.

Este último libro publicado, “Rosario. Poesía, oración y mística”, es un texto meritorio. Remite, ya desde el título, a la oración mariana, y cristológica, por excelencia. El Rosario es la contemplación de la vida de Cristo, de sus misterios gozosos, luminosos, dolorosos y gloriosos.

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