16.04.23

Lecturas: Benedetto XVI, "Che cos'è il cristianesimo"

Benedetto XVI, Che cos’è il cristianesimo. Quasi un testamento spirituale, a cura di Elio Guerriero e Georg Gänswein, Mondadori, Milano 2023, ISBN: 978-88-04-726807, 190 p., 20 €.

 

En la “premessa”, Elio Guerriero explica cómo se gestó la publicación de este libro póstumo del papa Benedicto XVI. En un determinado momento, Guerriero le propuso al papa recoger en un volumen y publicar juntos los textos escritos tras la renuncia al pontificado. Benedicto XVI accedió a esta petición, pero con una condición: que el libro solo podría ser publicado tras su muerte, argumentando que quería ahorrarse, y ahorrar a la cristiandad, la furia de los círculos a él contrarios en Alemania; una furia tan fuerte, “que la aparición de cada palabra mía enseguida provoca de parte de ellos un grito asesino” (p. VIII). El libro se presenta como algo más que una recolección de textos, como casi un testamento espiritual.

El volumen está estructurado en seis capítulos - precedidos de un prefacio del propio Benedicto XVI - : 1. Las religiones y la fe cristiana. 2. Elementos fundamentales de la religión cristiana. 3. Hebreos y cristianos en diálogo. 4. Temas de teología dogmática. 5. Temas de teología moral. 6. Contribuciones ocasionales. Se cierra con una sección de “notas”.

El capítulo 1 recoge dos contribuciones. En la primera de ellas, “El amor en el origen de la misión”, se pregunta si la misión sigue siendo actual. También hoy, nos dice Benedicto XVI, sigue siendo razonable comunicar a otros el Evangelio; entre otras razones, porque tanto el amor como la verdad exigen ser comunicados. Al final, el amor es “la auténtica prueba de la verdad del cristianismo” (p. 14). La segunda aportación, “¿Qué es la religión? Un intento de definir el concepto de religión”, plantea la alternativa, frente a los dioses de las religiones tribales, de seguir el camino de las religiones monoteístas o el de las religiones místicas con el budismo Hinayana como forma central. Para Benedicto XVI, interpretar el cristianismo al modo de una religión mística, puramente interior, contradice su más íntima intención y su concreta configuración en la historia. El centro del cristianismo es Jesucristo, que por nosotros ha soportado ser hombre hasta la muerte y más allá de la muerte.

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11.04.23

La misericordia, un límite impuesto al mal

La Octava de Pascua concluye con el “Segundo Domingo de Pascua o de la Divina misericordia”. Un día que, tradicionalmente, era llamado Domingo “in albis”, porque era cuando los neófitos, bautizados en la noche de Pascua, asistían a la Misa habiendo ya depuesto, en la víspera, las albas o vestiduras blancas que habían portado durante la octava.

Fue san Juan Pablo II quien pidió el cambio de nombre. Para ello, consultó con la Congregación para la Doctrina de la Fe que, en un primer momento, dio una respuesta negativa considerando que una fecha tan importante como el Domingo “in albis” no debería ser sobrecargada con nuevas ideas. En un posterior intento, respetando la significatividad de este segundo domingo de Pascua, se introdujo la referencia a la misericordia de Dios.

Juan Pablo II fue un testigo directo de la fuerza del mal desencadenada, de modo escandaloso, en el pasado siglo XX. Vivió en primera persona los avatares de su tierra, Polonia, sacudida por los crueles totalitarismos: el nazismo y el comunismo, con su dolorosa secuela de asesinatos, persecuciones, represión y tortura: “no ha sido un mal de edición reducida – escribió- . Ha sido un mal de proporciones gigantescas, un mal que se ha servido de las estructuras estatales para llevar a cabo su obra nefasta, un mal elevado a sistema”.

La poderosa fuerza del mal, aparentemente invencible, adoptó la cara siniestra del desprecio de la dignidad humana y de su fundamento último, la filiación divina. Una fuerza que arrastró a tantas personas que, en lugar de juzgar críticamente, se dejaron llevar por quienes ejercían el poder. Es lo que Hanna Arendt denominó “la banalización del mal”.

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5.04.23

La Resurrección de Jesús, razón y fe

“Pascua sagrada. ¡Cantemos al Señor! Vivamos la alegría dada a luz en el dolor”. La Iglesia anuncia el gozo de la Pascua, del paso de Jesús, a través de la muerte, de este mundo al Padre, de la vida terrena a la vida definitiva que deja atrás el poder de la muerte. No se trata de volver a la vida presente, sino de entrar en la vida futura. Como explicaba Benedicto XVI, la Resurrección de Jesús “es –si podemos usar por una vez el lenguaje de la teoría de la evolución– la mayor «mutación», el salto más decisivo en absoluto hacia una dimensión totalmente nueva, que se haya producido jamás en la larga historia de la vida y de sus desarrollos: un salto de un orden completamente nuevo, que nos afecta y que atañe a toda la historia”.

En la Resurrección de Jesús se unen historia y transcendencia, razón y fe. Se trata de un acontecimiento real que tiene efectos históricamente comprobables, como el sepulcro vacío y los múltiples testimonios del encuentro de los discípulos con el Resucitado. Pero, a la vez, es un acontecimiento transcendente, que pertenece al centro del misterio de la fe en aquello que sobrepasa a la historia. Ante este acontecimiento, se impone una opción: o se piensa que la historia es totalmente homogénea, aceptando que solo puede haber sucedido lo que podía suceder siempre, o se acepta el carácter singularísimo de este suceso, dejándose subyugar por la propia evidencia de un fenómeno que rompe la concatenación habitual de los hechos.

El Nuevo Testamento nos invita a creer en la Resurrección, en una realidad que va más allá de lo común y que supone una inmediata intervención de Dios en el orden material. La Resurrección no se demuestra, se cree. Constituye a la vez el objeto y el centro de la fe, mediado por la tradición, como recuerda san Pablo: “Porque yo os transmití en primer lugar, lo que también yo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; y que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras”. Es la Resurrección lo que fundamenta y origina el anuncio y la fe, aunque la singularidad de este hecho vaya, inexorable y escandalosamente, más allá de la “religión dentro de los límites de la mera razón”.

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25.03.23

La Cruz y las tres heridas

En un poema, escrito en la cárcel entre 1938 y 1941, Miguel Hernández expresa sintéticamente el reto que plantea el sentido de la existencia: “Llegó con tres heridas:/ la del amor/, la de la muerte/, la de la vida”. En cada uno de nosotros anida el anhelo de descubrir el sentido último y definitivo de nuestro paso por la tierra, su razón de ser y su posible finalidad, su inteligibilidad y su valor.

Los ejes sobre los que pivota la cuestión del sentido son la pregunta sobre el amor, sobre la muerte y sobre el futuro. Sobre el riesgo y la apuesta del amor, sobre si vale o no vale la pena, a pesar de las decepciones. Sobre la experiencia del límite y de la muerte, a pesar de su apariencia de contradicción y fracaso. La muerte, la única certeza en medio de todos los saberes inciertos, que decía san Agustín. Sobre el futuro, como invitación a la esperanza y a la confianza.

La Semana Santa pone ante nuestra consideración la Cruz de Cristo. Una cruz que, como atestiguan los cuatro evangelios, porta un título que explica el motivo de la ejecución: “Este es Jesús, Rey de los judíos”. Este título resume lo que, a través de la historia, sabemos sobre Jesús, el Nazareno, bautizado por Juan, proclamador del Reino, predicador del amor a los enemigos, taumaturgo, que escogió doce discípulos, que invocaba a Dios como “Abba”, que fue crítico con el templo y que realizó una última cena con los suyos, que fue rechazado y ejecutado como pretendiente a ser “rey de los judíos”.

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17.03.23

Cuadernos del Concilio. Materiales para la preparación del Jubileo de 2025

En la carta del Santo Padre Francisco dirigida a Monseñor Rino Fisichella, del Dicasterio para la Evangelización, en la que le confía la responsabilidad de encontrar las maneras apropiadas para que el Año Santo se prepare y se celebre adecuadamente, se indica: “Las cuatro constituciones del Concilio Ecuménico Vaticano II, junto con el magisterio de estos decenios, seguirán orientando y guiando al santo pueblo de Dios, para que progrese en la misión de llevar el gozoso anuncio del Evangelio a todos”.

Como respuesta a esta petición del Papa, el Dicasterio para la Evangelización ha impulsado la colección “Cuadernos del Concilio”, publicada en italiano por Editrice Shalom, como un conjunto de libritos en los que se pretende ayudar a comprender, especialmente a los jóvenes, los principales temas abordados por las constituciones conciliares. En la introducción a la colección, el Santo Padre expresa su deseo de que estos subsidios “puedan encontrar amplia acogida y proporcionar buenos frutos para la renovación de nuestras comunidades”.

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