El excelente “post” de Bruno sobre el modernismo ha hecho revivir una idea que tenía hace tiempo de escribir algo sobre ese tema. A lo mejor repito algo que ya escribí antes, pero tampoco es que venga tan mal. Todos los resaltados en negrita son míos.
En Filosofía hay dos tesis posibles, opuestas entre sí: el realismo y el idealismo. El primero dice que el objeto de conocimiento es independiente del sujeto cognoscente, el segundo dice que no lo es.
Tratándose de dos proposiciones contradictorias entre sí, se aplican los principios de no contradicción y tercero excluido: no pueden ser las dos verdaderas ni las dos falsas, una es verdadera y la otra falsa. Esto supone el principio de bivalencia (toda proposición es verdadera o falsa), que a su vez depende del principio de tercero excluido, porque una proposición cualquiera, o se adecua a la realidad, y es verdadera, o no lo hace, y es falsa.
El objeto conocido, o depende o no depende del sujeto cognoscente, no hay otra posibilidad. No sirve decir que en parte depende y en parte no depende. Sin duda, hay en nuestro conocimiento algo que procede de nosotros y no de las cosas, concretamente, el modo abstracto y universal que los conceptos tienen en nuestra mente. En la realidad no existe el “animal”, sino los animales, que además son distintos entre sí: perros, gatos, caballos, etc.
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