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25.05.15

Leído para Ud.: Una horma para el zapato darwinista. "The Edge of Evolution" de Michael Behe (1-4)

Una horma para el zapato darwinista

The Edge of Evolution: The Search for the Limits of Darwinism, Michael J. Behe, Free Press. 2007, 336 pp.

Por Enrique de Zwart

En la conocida obra anti-evolucionista Darwin’s Black Box: The Biochemical Challenge to Evolution[1] −comentada en este foro en cuatro entradas− Michael Behe acuñó el término “complejidad irreducible” para describir los muchos fenómenos biológicos que no pueden ser explicados por el azar y la evolución gradual propuestas por el darwinismo más ortodoxo. Behe, profesor en Pennsylvania, es quizás el más renombrado de entre todos los científicos, que se anima a hablar contra el dogma evolucionista. En su segunda obra The Edge of Evolution: The Search for the Limits of Darwinism[2], extiende su argumento demostrando con datos concretos que los modelos evolucionistas no funcionan en la práctica.

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11.03.15

Imágenes paganas: cristianismo y paganización en Europa

Por Enrique de Zwart

…van celebrando un ritual ignorado.

Mis propios dioses ya no están, espejismos.

Quienes hayan vivido cierto tiempo en el brumoso norte europeo habrán seguramente notado la descristianización de la sociedad en varios rubros. Uno de ellos es la virtual desaparición del matrimonio, entendido en modo cristiano. Lo que lo ha reemplazado es una suerte de cohabitación indefinida que, más adelante, puede tener o no algún reconocimiento formal-civil por razones económicas e impositivas. Lo sepan o no sus practicantes esto representa el retorno a una vieja tradición pagana europea en la cual el matrimonio es simplemente la confirmación de la paternidad,

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14.11.14

Diluvio universal: ¿existió de verdad? (1/6)

Comenzamos a publicar aquí un excelente y documentado artículo acerca de la historicidad del Diluvio Universal que su autor nos hiciera llegar. Dado que es un tanto extenso, lo publicaremos a lo largo de 6 entradas. Vale la pena desasnarse pues explica desde el punto de vista científico una realidad cuya evidencia histórica no puede soslayarse.

P. Javier Olivera Ravasi, IVE

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29.10.14

Complejidades irreducibles: La bioquímica como callejón sin salida del evolucionismo (4 y último)

Implicaciones

Si la evolución no hizo al flagelo bacteriano y a los otros sistemas antes mencionados algo o alguien tiene que haberlos hecho:

“En sus estratos más fundamentales, en sus más críticos componentes, la vida en la tierra es el producto de actividad inteligente”[1].

¿Cómo es que estos sistemas fueron diseñados? ¿Qué es “diseño”? Diseño es un “arreglo adrede de las partes”[2]. Debe también haber una función identificable en el sistema. Dicha función está definida por la lógica interna del sistema y depende claramente de sus componentes (ej. un motor fuera de borda puede ser también utilizado como ventilador, pero la función de rotación y sus álabes es lo que define al sistema) y demanda la mayor complejidad interna del sistema (ej. una sofisticada computadora puede ser utilizada como pisapapeles, pero esa no es su función real)[3].

La bioquímica ha avanzado lo suficiente en las últimas décadas al punto que ciertos cambios básicos en organismos vivos son actualmente diseñados por científicos. Por ejemplo cuando el sistema de coagulación falla, los coágulos pueden bloquear el flujo sanguíneo al corazón causando la muerte. Una nueva proteína es diseñada en laboratorios para ayudar a disolver el coágulo mejor que las proteínas naturales combinando las propiedades disolventes de la proteína plasmina con la activación rápida de la proteína trombina[4]. Ésta es producto del diseño inteligente[5]. Se pueden citar muchos otros casos de diseño bioquímico: la producción de insulina humana en bacterias para tratar la diabetes, la modificación de plantas para resistir escarcha o pestes, leche de vaca con más proteínas, etc. Probablemente en el futuro nuevas proteínas serán diseñadas desde el vamos para cumplir propósitos específicos.

Argumentos contra el diseño inteligente como los del filósofo David Hume y sus seguidores han quedado desactualizados ya que se basaban en la supuesta fundamental diferencia entre sistemas mecánicos y biológicos. La bioquímica ha mostrado que a nivel celular estamos en frente a verdaderas máquinas moleculares. Los esfuerzos de filósofos contemporáneos como Elliott Sober y el muy promocionado evolucionista Richard Dawkins quedan también expuestos debido a su ignorancia de la bioquímica molecular.

Otra objeción común al diseño inteligente es la de la imperfección, sostenida por científicos como el católico Kenneth Miller. Puede resumirse así: si existe un agente inteligente que diseñó la vida en la tierra, debería haber sido capaz de hacerla sin errores. Es más la hubiera hecho sin errores. Behe, quien también es católico, refuta este argumento a varios niveles. Aparte de la complejidad irreducible y la función específica del sistema, está el hecho que los diseños pueden tener una obsolescencia adrede por razones que sobreseen la excelencia ingenieril. El diseñador también podría tener sus propios motivos para permitir imperfecciones. Pero el interés científico no está en el estado mental interno del diseñador, sino en si se puede detectar diseño. Punto[6].

Argumentos basados en la aparente falta de función de ciertos órganos (vestigiales) o de ciertos (pseudo)genes que no se sabe aun para qué están son también un clásico anti-diseño, pero no convencen. Primero porque dichas funciones simplemente quizás no han sido todavía identificadas. Segundo porque tampoco el darwinismo puede explicar cómo se formaron. Tercero porque confunden el diseño inteligente con la teoría de una tierra joven (de 6000 años) de ciertos grupos creacionistas, y asumen que el diseñador tiene que haber creado la vida recientemente.

Sin embargo la idea de diseño inteligente es repulsiva para algunos. La razón es que si una cara de la moneda tiene la inscripción del diseño inteligente, la otra tiene la de Dios[7]. Esto es intolerable para los que han jurado lealtad a la ciencia por sí misma, olvidándose del propósito de ésta: explicar el mundo físico. Éstos desean que no haya nada más allá del mundo natural[8].

Santo Tomás de Aquino dijo que solo a través de la fe podría saberse si el universo tuvo un comienzo. Siglos más tarde el arribo de la teoría del big bang luego confirmada por mediciones astronómicas de la continua expansión del cosmos –y la inevitable consecuencia de su comienzo en un pasado distante– provocó gran disgusto entre muchos hombres de ciencia. El mismo Einstein espantado por el hecho que su propia teoría de la relatividad predecía un universo que podía expandirse trató de insertar un “factor de corrección” en sus ecuaciones solo a fin de predecir un universo eternamente estacionario. Más recientemente el físico Stephen Hawking[9], quizás soñando en voz alta, dijo que el universo no tendría comienzo siempre y cuando existiera algo que él llama “tiempo imaginario” en sus ecuaciones matemáticas. Ideas más bizarras aún siempre están al alcance de la mano para aquellos con sospechas de lo sobrenatural, por ejemplo la idea de un pequeño universo burbuja dentro de otro universo infinito y sin tiempo. O también la teoría de las “partículas virtuales”, tomada prestada de la mecánica cuántica por algunos físicos y expandida a todo el universo lo que significa que éste simplemente apareció de la nada, una mera “fluctuación cuántica del no-ser al ser” –y sin motivo alguno…

Al lado de esto la propuesta del astuto Francis Crick, co-descubridor de la estructura bi-helicoidal del ADN, puede parecer moderada. Crick pensaba que la vida en la tierra comenzó cuando extraterrestres sembraron el planeta con semillas de vida[10]. El motivo principal de su poco ortodoxa teoría es que consideraba –sagazmente–  la aparición al azar de la vida como una barrera insuperable, pero insistía con una explicación naturalista. Cómo surgieron los extraterrestres es algo que el buen hombre no alcanzó a esclarecer…

Finalmente algunos físicos de profesión, es decir no superficiales amateurs, nos incitan a no descartar viajes en el tiempo. En éstos nuestros prometeicos descendientes traen/trajeron/traerán/traerían del futuro los sistemas irreduciblemente complejos para que la vida comience en el pasado, ya que “puede que el sentido común descarte viajar en tiempo, pero las leyes de la física no”[11].

Estos últimos párrafos son solo a fin de informar al lector que hay gente muy ingeniosa que está dispuesta a no creer en Dios, cueste lo que cueste.

Y si todo esto no es suficiente, entonces habrá que ir a la negación y al insulto directo. En este rubro nadie supera a Richard Dawkins[12], enfant terrible del evolucionismo, advirtiéndonos que si observara una estatua de la Virgen María saludándolo aun así no se debería concluir que ocurrió un milagro[13]. Quizás los átomos del brazo de la estatua se movieron todos en la misma dirección al mismo tiempo. Dawkins también cree que los que niegan la evolución son “ignorantes, estúpidos o dementes (o malvados –pero preferiría no considerar esta última opción)”[14] John Maddox, editor de la prestigiosa Nature, se despachó en su propia revista con que “no debería pasar mucho antes de considerar la práctica de la religión como anti-ciencia”[15]. Para el filósofo Daniel Dennett los creyentes son meros animales salvajes que deberían ser enjaulados, y se debería prevenir a los padres desinformar a sus hijos acerca de las verdades de la evolución, la cual es evidente para él[16]. Estos pasajes podrían haber sido tomados de That Hideous Strength[17], el último libro de la llamada trilogía cósmica de Ransom de C.S. Lewis, con Dawkins et al en el rol del fanático profesor Frost, quien obliga a los aspirantes a los altos círculos iniciados a pisotear un crucifijo como prueba última de su idoneidad. Pero no hay necesidad ya que la realidad supera la ficción.

Conclusiones

Como bien describió el físico benedictino S.L Jaki la ciencia surgió de una cultura religiosa –la Europa medieval– cuyas tradiciones religiosas incluían un Dios racional creador de un universo coherente, inteligible y atado a ciertas leyes[18]. No es la primera vez que la ciencia se enfrenta a preguntas básicas pero difíciles de explicar. Newton declinó explicar la causa de la gravedad, los cosmologistas han básicamente ignorado plantearse las causas del big bang. Hasta el día de hoy ningún científico ha dada ninguna respuesta al origen de la vida. Ahora es el turno de que la bioquímica haga olas. La simplicidad que tiempo atrás se esperaba encontrar en los fundamentos de la vida resultó ser un engaño. En su lugar encontramos sistemas irreduciblemente complejos dentro de la célula, lo que implica que la vida fue diseñada por un ser inteligente.

¿Y cómo discernimos diseño inteligente? (1) Inferimos diseño cuando las partes aparecen acomodadas para cumplir una función. (2) La fuerza de la inferencia es cuantitativa y depende de la evidencia; a mayor número de partes, y mayor complejidad y sofisticación de la función, más fuerte es la conclusión de diseño. Con suficiente evidencia, nuestra inferencia se transforma en certeza. (3) Muchos aspectos de la vida nos abruman con la apariencia de diseño. (4) Debido a que no tenemos otra explicación convincente, a pesar de las pretensiones darwinistas, entonces estamos racionalmente justificados a concluir que ciertas partes de la vida fueron intencionalmente diseñadas por un agente inteligente[19].

Otro aspecto a menudo pasado por alto es que esta abrumadora apariencia de diseño define el onus probandi, es decir la carga de la prueba en un marco jurídico. En presencia manifiesta de diseño la carga de la prueba está sobre aquellos que niegan la llana evidencia frente a sus narices. Si alguien conjeturara que las estatuas de la Isla de Pascua fueron el resultado de agentes aleatorios, como el viento y la lluvia, sería responsable del onus probandi por semejante afirmación. En este caso la evidencia positiva de diseño está a la vista. Estos factores explican por qué, para desazón de los darwinistas, la gran mayoría de la gente rechaza procesos aleatorios como explicación suficiente del origen de la vida[20].

El darwinismo ya no es la impenetrable fortaleza que muchos científicos pensaron o desearon. El número de los disidentes está creciendo, aunque la mayoría todavía cree, o dice en público creer, que la evolución explica los orígenes de la vida. Esto está en general basado en la confianza y la autoridad en sujetos con mucho marketing como Dawkins, más que en la familiaridad con argumentos detallados concretos.

La evolución es hasta cierto grado compatible con la religión siempre y cuando no se tome la extrema posición que aquella ocurrió solo por causas naturales ininterrumpidas y mediante procesos al azar en sentido metafísico, entonces no hay compatibilidad posible[21]. El mismo Behe deja abierta la puerta hacia una posible convergencia apuntando que incluso la existencia de un ancestro común a muchos seres vivos (i.e. macroevolución) y el diseño inteligente no son a priori mutuamente excluyentes[22]. Behe especula que el diseñador bien podría haber inicialmente creado una condición de borde para el comienzo de la vida, análoga a aquella usada para originar el universo mediante el big bang:

“Supongamos que alrededor de 4 mil millones de años atrás el diseñador hizo la primera célula, incluyendo todos los sistemas irreduciblemente complejos aquí discutidos y muchos otros… los sistemas que serían usados más tarde, como el de coagulación, estaban presentes pero desactivados. Hoy por hoy muchos organismos tienen una multitud de genes desactivados por cierto tiempo, a veces por generaciones, solo para ser activados más tarde”[23].

¿Concede demasiado este párrafo al evolucionismo? Sin lugar a dudas porque la macroevolución tampoco está probada y se basa más que nada en inferencias del registro fósil, pero la historia no termina allí. Darwin’s Black Box fue publicado por primera vez en 1996, suscitando una reacción histérica y emocional, cuando no distorsionada y mendaz[24], de los apparatchiks darwinistas. Behe responde a los críticos no solo en un artículo escrito a esos fines en el 2001[25], sino también más específicamente en la segunda edición expandida del 2006. En ambos casos se puede concluir que hasta el día de hoy nadie de entre las huestes evolucionistas ha podido refutar ni los argumentos técnicos ni los metodológicos de la complejidad irreducible sabiamente expuestos en este libro. Al contrario los argumentos Beheianos se han vuelto más sólidos aún.

Mientras tanto el darwinismo sigue nadando en círculos viciosos microevolutivos, forzado a hipótesis, sugerencias y especulaciones para cualquier aspecto fuera de simples y pequeñas mutaciones. Se dice que todas las ciencias comienzan con la especulación; solo el darwinismo recurrentemente termina en ésta[26]. Como lo reconoció el microbiólogo de la Universidad de Chicago James Shapiro en su comentario a la opera magna de Behe: “No hay ninguna descripción detallada darwinista que explique la evolución de ningún sistema bioquímico o celular fundamental, solo un sinnúmero de expresiones de deseos y especulaciones”[27]. Hasta hoy siguen ahí.

Mientras tanto en el 2007 Behe levantó la apuesta publicando el más técnico aún The Edge of Evolution[28] argumentando que si bien la evolución puede producir cambios dentro de las especies, hay un límite en su capacidad de generar diversidad. Y este límite (the edge) se encuentra entre las especies y los órdenes de la categoría taxonómica. Basado en esto sostiene que los conocidos mecanismos evolucionarios no pueden ser responsables de toda la diversidad de organismos sobre la tierra; y que la intervención de un diseñador inteligente –también conocido entre los legos por el nombre de Dios– necesariamente debe explicar no solo el origen sino también la pluralidad de la vida. Lo cual pone en mejor perspectiva el supuesto descenso a partir de ancestro(s) común(es).

Enrique de Zwart

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Referencias

  • Behe, MJ. 2006. Darwin’s Black Box: The Biochemical Challenge to Evolution. Free Press, 2da ed, 352 p.
  • Behe, MJ. 2001. Reply to My Critics: A Response to Reviews of Darwin’s Black Box: The Biochemical Challenge to Evolution. Biology and Philosophy 16: 685–709, 2001.
  • Kenyon, DH. 2012. Darwin Was Right: Information and the Collapse of Macroevolutionary Theory. http://www.kolbecenter.org

[1] Behe, ibid, p 193.

[2] “Design is simply the purposeful arrangement of parts”. Behe, ibid, p 193.

[3] Behe, ibid, p 196.

[4]  Dawson K.M. et al. 1994. Plasminogen Mutants Activated by Thrombin. Journal of Biological Chemistry, 269, 15989-15992.

[5] Behe, ibid, p 200.

[6] El pecado original bien podría ser otra causa, sino la causa, de nuestras imperfecciones biofísicas. Pero estos argumentos teológicos no son aquí considerados.

[7] Behe, ibid, p 233.

[8] Behe, ibid, p 243.

[9] Abiertamente agnóstico pero curiosamente miembro de la Academia Pontificia de las Ciencias.

[10] Crick, F. 1982. Life Itself: Its Origin and Nature.  Simon & Schuster. 192 p.

[11]  Deutsch, D. and Lockwood, M. The Quantum Physics of Time Travel. Scientific American, March 1994.

[12] Curiosamente Dawkins define a la biología como “el estudio de cosas complicadas que dan la apariencia de haber sido diseñadas para algún propósito.” Dawkins, R. 1986. The Blind Watchmaker, Norton, London, p. 1. Inadvertidamente Dawkins ha concisamente propuesto un argumento positivo pro-diseño, el cual intentaba demoler. A saber, el diseño se puede inferir en la función, el propósito. Más aun, no es solo que Dawkins reconoce a regañadientes alguna leve huella de diseño en la vida; sino que insiste en que la apariencia de diseño  –que el adscribe a la selección natural– es abrumadora: “los resultados de la selección natural abrumadoramente nos impresionan con la apariencia de diseño de un maestro relojero, nos impresiona con la ilusión de diseño y planeamiento.” La apariencia de diseño es más abrumadora aun a nivel molecular que a niveles más altos de la biología. Behe, ibid, p 264.

[13] Dawkins, R. 1986. The Blind Watchmaker, W.W. Norton, London, p. 159.

[14] Dawkins, R. 1989. New York Times, April 9, 1989, sec. 7, p. 34.

[15] Maddox, J. 1994. Defending Science Against Anti-Science. Nature, 368, 185.

[16] Dennett, D. 1995. Darwin’s Dangerous Idea. Simon & Schuster, New York, pp. 515-516.

[17] Disponible en castellano bajo el título “Esa Horrible Fortaleza” o “Esa Fuerza Maligna” dependiendo de la editorial.

[18] Jaki. S 1986 Science and Creation, Scottish Academic Press, Edinburgh.

[19] Behe, ibid, p. 265.

[20] En los ambientes académicos comúnmente hay una fuerte presión social para desechar de antemano cualquier explicación de un agente inteligente. El público en general no está sometido a tal yugo.

[21] Behe, ibid, p. 239.

[22] Behe, ibid, p. 5, p. 175, p. 231.

[23] Behe, ibid, p 228.

[24] El National Center for Science Education www.ncseweb.org –una especie de checka darwiniana–ha formado un repositorio de todas las infructuosas respuestas evolucionistas a la obra de Behe. El objetivo es reprimir a diestra y siniestra el esparcimiento de la perniciosa idea del diseño inteligente –mediante cualquier medio necesario.

[25] Behe, M.J. 2001. Reply to My Critics: A Response to Reviews of Darwin’s Black Box: The Biochemical Challenge to Evolution. Biology and Philosophy 16: 685–709, 2001. Disponible acá: http://www.lehigh.edu/~inbios/pdf/Behe/Behe_reply_to_my_critics.pdf

[26] Behe, ibid, p 268.

[27] Shapiro, J. 1996. In the Details… What? National Review, Sept. 16, 62-65. Esto es secundado por el profesor emérito de bioquímica en Colorado State University Franklin Harold en su libro “The Way of the Cell” (Oxford, 2001): “…debemos conceder que al presente no hay explicaciones detalladas darwinistas de la evolución de ningún sistema bioquímico, solo especulaciones.”

[28] Behe, M.J. 2007. The Edge of Evolution: The Search for the Limits of Darwinism. Free Press, 336 p.

28.10.14