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23.07.17

Jansenismo y progresismo en la conciencia cristiana actual (1-2)


Hace un tiempo publicábamos aquí y aquí un texto acerca de la moral conyugal que desató cierta polémica (el texto completo puede descargarse aquí).

La inmensa mayoría de los lectores, tanto en los comentarios como en mensajes privados se mostraron agradecidos de que hubiésemos tocado un tema tan delicado, aunque otros se vieron molestos e “invadidos".

Como complemento presentamos aquí dos artículos publicados por el psicólogo católico argentino, Don Abelardo Pithod donde analiza la estrechísima relación que hay entre el progresismo y el rigorismo jansenista de corte tradicional.

A quien le quepa el sayo, que se lo ponga.

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi

 



JANSENISMO Y PROGRESISMO EN LA CONCIENCIA CRISTIANA ACTUAL

Abelardo Pithod

Mendoza : Universidad Católica Argentina, 1967

“… el moralismo tampoco ha perdonado al mundo católico.

Apenas se termina en nuestros días la liquidación del jansenismo”.

Gustave Thibon

Hay una pasión del miedo como hay una pasión del odio, de los celos, una pasión sensual. Solo que el miedo puede ser tan salvaje como el odio, violento como la carne, más enloquecedor que los celos.

El miedo anida en lo profundo del alma humana como un fantasma ancestral, siempre pronto a convertir nuestra vida en pesadilla. Belloc, al hablar de la religión terrorífica de Calvino, dice que “existe un oscuro instinto de horror”, “agazapado o patente”, fuerza cavernaria que se presenta como “una exigencia de víctimas y un anhelo de postración ante un poder terrible” (1) 

La actitud religiosa, la virtud de religión, por su índole misma corre constantemente el peligro de ser arrastrada, sofocada por la vorágine del miedo. Es que una de las raíces psicológicas de la “religación” religiosa es, sin duda, el temor. Claro que, así como hay un temor sano y necesario, está el miedo, enfermizo, disolvente, que puede alcanzar el terror.

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3.07.17

El gulagcito de Madrid

Formidable el texto de Sertorio…

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera


El Gulagcito

Por Sertorio

Tengo la fortuna de no vivir en Madrid, paso en raras ocasiones por esa cloaca moral y política que es la capital del Estado y no sufro las gabelas, sanciones, caprichos y alcaldadas de su equipo municipal, posiblemente el más rapaz y chulesco del país. No me refiero sólo al soviet que desgobierna ahora, sino a todos los consistorios que conocí mientras tuve la desgracia de ser ciudadano de la Villa y Corte (…).

No quiero hablar de mis nostalgias, sino de una noticia que sorprendió a un buen amigo, quien me la comunicó entre consternado e incrédulo; pero como luego la vimos confirmada por toda la prensa de la biempensancia, no nos quedó más remedio que darle curso legal: el ayuntamiento de Madridgrado dispone de su propio gulagcito, de una policía política que se dedica a amordazar las opiniones disidentes y que incurren en afirmaciones cercanas al delito de odio, cuya tipificación es tan moldeable, acomodaticia y capciosa como los intereses de la autoridad de turno. Véase el caso del autobús de Hazte Oír.

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19.06.17

Leído para ud: “La extraña muerte de Europa”. ¿Suicidio o asesinato? Por Enrique de Zwart

Douglas Murray, The Strange Death of Europe: Immigration, Identity, Islam, Bloomsbury Continuum, 2017, 352 p.

por Enrique de Zwart

“…si éstos callan, las piedras clamarán”

(Lucas 19,40)

 

El pasaje de Lucas es lo que me vino a la cabeza al leer este reciente libro de Douglas Murray. No porque dijera algo que no supiera, sino por quién lo dice. La función suprema del estadista es proveer contra los males evitables. Mutatis mutandis esto también aplica a los líderes de la Iglesia, encargados de defender al rebaño. Pero como últimamente, con nombradas excepciones, los que tendrían que hablar callan, las palabras vienen de los rincones menos esperados.

No todos los días la voz de alarma viene de un homosexual neoconservador (es decir liberal a quien le robaron la billetera) sólidamente posicionado en el mainstream de la clase ilustrada británica. No es el primero, uno recuerda a Oriana Fallaci, Thilo Sarrazin, o también el extraño giro de Arturo Pérez Reverte en los últimos años; y tampoco será el último.

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16.06.17

De pluma ajema: Del Logos al “logo” (Arte moderno y arte modernista)

 Por Eduardo Peralta

 

“Yo detesto a la gente que habla de lo “bello”.

¿Qué es lo bello? ¡En la pintura hay que hablar de problemas!

Los cuadros no son otra cosa que investigación y experimento.

Nunca pinto una obra de “arte”.

Todos mis cuadros son investigaciones.”[1] (Pablo Picasso)

 

El arte y las imágenes modernistas

           

            Cada vez que tratamos de modo crítico un tema relacionado al arte, ya sea música, literatura, teatro, danza, etc., nos vemos obligados a advertir que es necesario para una mayor comprensión, un estudio previo y ulterior sobre temas de la estética filosófica en general como la relación entre el Arte y Belleza, su relación con la Moral y cuanto de ello se desprenda. Esta ocasión no será muy distinta ya que la fundamentación estética se hace imprescindible y sin ella no es posible abarcar el plano artístico como se merece.

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1.06.17

El khmer rosa: sólo para hombres...

Cuentan que, durante el siglo de Pericles (s. V a.C.), el filósofo Diógenes de Sinope se paseaba por las calles de Atenas con una lámpara encendida a plena luz del día.

Al preguntarle qué buscaba, respondía lacónicamente:

- “Busco un hombre".

Y no lo hallaba…

En tiempos de feminismo, en el que algunos se ven disminuidos, venga este artículo impresentable.

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi


El Khmer rosa*

Por Sertorio

 

Desde que mandan, los demócratas nos lo prohíben todo: fumar, automedicarnos, comer un croissant mientras conducimos, decir maricón subnormal, beber aguardiente casero y un largo etcétera de pejigueras que se compensan, por fortuna, con el intenso placer de votarles cada cuatro años. Ahora que somos iguales y podemos expresar con orgullo nuestra condición sexual, las catequistas rojas nos quieren sancionar a los hombres por sentarnos con las piernas abiertas, tocarnos la barba, ceder el paso a las damas y —abominación de la desolación— piropearlas. A veces creo que estoy leyendo el Mortadelo en lugar del periódico.

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