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23.03.17

Memoricidio: marxismo y década del '70 en Argentina (para recordar todo...)

Un nuevo 24 de Marzo en la Argentina y una nueva jornada para “hacer memoria"…

Como sin duda se tratará nuevamente de una memoria hemipléjica que obliga a la población de esta parte del hemisferio a “re-interpretar” lo ocurrido en la década del ’70, vayan estas líneas recordatorias, teniendo en cuenta que, aunque somos altamente críticos respecto del proceso militar  argentino, no por ello consumimos ese relato indecente que intentan narran algunos.

Para todo ello, presentamos aquí la carta sarcástica que recibiera Ricardo Curutchet (famoso periodista católico, en 1975, plena democracia argentina) remitida luego del asesinato de dos grandes exponentes del catolicismo argentino, los profesores Jordán Bruno Genta y Carlos Sacheri, cuyo testimonio martirial sigue vigente.

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi

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22.02.17

"¡El velo a mí no me lo ponen!"

Mientras continúa el bochornoso linchamiento mediático a Fillon en Francia, ahora le toca el turno a la Le Pen. Claro: no es 100% defendible (en este sentido, su sobrina, parece distinta) pero esta vez al menos fue coherente al romper los muros de lo políticamente correcto. Se ve que el temido “efecto Trump” de los progres, (nos guste o no el personaje del norte) existe también en Europa.

Vale la pena leer lo que dice la francesa acerca de la mujer de Obama.

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi


“De ninguna manera voy a llevar un velo”, ha declarado este martes la candidata presidencial del ultraderechista Frente Nacional, Marine Le Pen, en una rueda de prensa en Beirut que cerró la gira oficial de dos días al Líbano. “Considero el velo como un símbolo de sumisión de la mujer. He de decir que cuando Marine Le Pen se niega a llevar el velo en Líbano es criticable, pero cuando Michel Obama lo hace en Arabia Saudí es admirable”, dijo la candidata al Eliseo ante los periodistas congregados. La polémica estalló en la mañana del martes cuando Le Pen canceló la reunión que tenía programada con el líder suní del país, el gran mufti Abdul Latif Deryan, tras negarse a ponerse un pañuelo en el encuentro.

“Había comunicado previamente mi intención de no llevar velo al encuentro y a pesar de ello la reunión con el gran Mufti se mantuvo. Pero al llegar se me pidió cubrirme con el velo y me negué”, ha explicado alegando que no se le exigió cubrirse el cabello durante su reunión con el gran imán de Egipto en 2015. La oficina de Deryan, por su parte, ha emitido un comunicado en el que informa de que ya había advertido al equipo de Le Pen de que tendría que ponerse un velo para dicho encuentro y que habían accedido a ello. La líder del FN se ha mostrado en numerosas ocasiones partidaria en prohibir el uso público del velo y el kipá, un tema siempre rodeado de polémica en Francia. “No será Le Pen quien represente en ninguna forma la emancipación de la mujer en el mundo y mucho menos ante las libanesas”, reacciona en Beirut Rana Saleh, estudiante de informática.

Fuente: El País

17.12.16

Misa “ad orientem” en el Himalaya oriental

Como les comentaba a mis lectores en uno de mis últimos posts, me encuentro visitando a mi gran amigo, el P. Federico, misionero en la meseta tibetana, en pleno Himalaya oriental.

Para mí todo es nuevo: desde la gente que no come carne de vaca (“gay-mazú”, es decir, carne sagrada) hasta la no utilización de las duchas, sino una especie de jarrita con la que se echan el agua encima al momento de tomar un baño.

 En esta época del año, aquí, con una vista privilegiada del famoso monte Kanchendzonga, de 8500 metros, hace frío durante las mañanas y las noches, pero durante el día el clima es bastante apacible; no nieva, pero sí se ven las montañas nevadas a unos cuantos kilómetros.

La gente es sencilla; más bien sencillísima y muy buena. No hay persecución cruenta a los cristianos en esta zona y, hasta donde ví, todos lo reciben a uno con gran amabilidad. Puntualmente estamos (“aramos, dijo el mosquito…”) intentando evangelizar desde cero a esta gente que, en su mayoría es budista, con un porcentaje mínimo (¿0,5%?) de “protestantes” (y lo coloco así, entre comillas, porque el protestantismo de esta gente es cien veces más más católico que el catolicismo de muchos de los europeos o hispano-americanos) y otros hinduistas.

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3.12.16

11.11.16

"Un pastor con olor a pastor": regalo de un libro sobre el santo cura Brochero

Hace un par de años, el Prof. Daniel González Céspedes, un buen amigo, publicaba con mucho éxito un pequeño libro acerca de la vida y obra del cura José Gabriel Brochero, recientemente canonizado.

Ahora, sabiendo que  Dios no se deja ganar en generosidad, nos ha ofrecido la distribución gratuita de su obra a fin de difundir la verdadera estampa del cura gaucho, que se santificó no por hacer puentes o abrir caminos, sino por llevar las almas al cielo de tanto predicar, confesar y traquetear.

Reincidente en sus acciones, nos pidió también el prólogo, como en la primera edición, que más abajo reproducimos.

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi

Para descargar la obra (gratuitamente): 

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Prólogo

El Profesor Daniel González Céspedes me ha pedido gentilmente que escribiera algunas líneas introductorias para el presente libro. Le agradezco su deferencia.

Lo he leído con enorme gusto e interés, pues me hallaba – a pesar de mi condición de sacerdote – entre el número de los incontables argentinos que casi desconocen la titánica figura del Santo Padre Brochero; es que en nuestro país, lamentablemente, hemos perdido bastante eso del culto de los verdaderos santos y de los verdaderos héroes. Casi nadie ha sentido nombrar a lo largo de su vida a San Héctor Valdivielso, al Beato Ceferino Namuncurá o a la Beata María Antonia de Paz y Figueroa, pero seguramente alguna vez hemos oído hablar de la “Difunta Correa”, del “Gauchito Gil” o de “san La Muerte”. Pocos de nuestros jóvenes sabrán quiénes fueron Pedro Giachino o Jordán Bruno Genta, aunque muchos tengan en sus remeras la cara del “Che” o de algún cantante de turno.

¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué estamos tan lejos de los verdaderos héroes, de los famosos santos, de los grandes hombres? En gran parte nos parece, porque no se los predica ni se los enseña. Antiguamente, no había una abuela que, a pesar de haber tenido una simple instrucción, dejase de narrar a sus hijos y nietos la vida de Nuestro Señor Jesucristo y la de los santos. ¿Quién no sabía cómo se convirtió San Pablo? ¿Quién no había escuchado la vida de San Francisco o, más cercanamente, alguna anécdota del santo Padre Pío de Pietrelcina? ¡Los santos eran más cercanos! ¡Más vecinos! Los santos estaban en la boca y en los corazones del pueblo: “hay que rezarle a San Antonio”, se decía cuando alguien deseaba casarse; a San Pascual Bailón se le pedía encontrar algo que se nos había perdido y Santa Rita alguna gracia difícil de alcanzar. Hoy sus nombres y por lo tanto sus vidas y virtudes se han ido perdiendo de nuestras memorias.

Pero Dios siempre se las ingenia para hacer de las suyas. En Argentina, en nuestra querida Patria, el Señor se ha empecinado en hacer germinar hombres y mujeres que, sin hacer enormes milagros y cosas extraordinarias llegaron a alcanzar el Cielo a fuerza de seguir las palabras de Su Hijo: “sed perfectos como vuestro Padre es perfecto” (Mt 5,48). Uno de ellos es el ahora Santo cura Brochero cuya vida tenemos en las manos.

El presente libro presenta hermosamente sus andanzas: excelentemente escrito, en un lenguaje claro, preciso y llano, termina por cautivar al lector haciendo que no se suelte el texto hasta el final. Son de esos libros que se leen “de una sentada”.

Además, resulta una magnífica semblanza del santo; su figura atractiva de por sí a partir de las anécdotas, terminan edificando enormemente al lector al enseñarle con hechos concretos cómo un hombre llegó a la santidad explotando al máximo los talentos y oponiendo a la malicia, milicia, como decía Santa Teresa de Ávila.

Pero lo principal es que en esta obra uno puede encontrar la verdadera imagen del biografiado; muchas veces, las vidas de los santos adolecen de dos defectos: o son inalcanzables o son chabacanas y burdas; en el caso de Brochero quizás se haya pecado más en el último modo. En efecto, no pocas veces se ha querido hacer del santo cura una figura folclórica y hasta alejada de lo sagrado (la acción social, los cigarros, el lenguaje, el poncho…), sin embargo, si hubo alguien en la Argentina que supo distinguir las prioridades fue él: primero hay que buscar el Reino de Dios.

Es cierto que Brochero fue el hombre de los caminos, de la acción social, del trabajo por los marginados, pero todo eso no fue sino un medio para llegar al fin, es decir, para salvar la mayor cantidad de almas posibles. “Lo primero en la intención es lo último en la ejecución”, dicen los filósofos, de ahí que si hubiese que titular esta titánica persona con alguna frase evangélica, diríamos: “he venido a traer fuego sobre la tierra y qué quiero sino que arda” (Lc 12, 49-53). El santo cura fue el hombre que encendió en las sierras cordobesas el fuego de la Fe con su predicación, los sacramentos, las confesiones: innumerables hombres y mujeres llegaron a Dios a partir de esta figura diminuta en lo corporal pero enorme en lo espiritual (las enormes tandas de Ejercicios Espirituales según el método de San Ignacio de Loyola, son sólo una muestra de esa apasionada búsqueda por la salvación de las almas). Muchas son las anécdotas que se verán a lo largo de esta obra.

Porque primero está Dios y luego el resto, primero la vida del alma y luego la del cuerpo, primero el cielo y luego la tierra, como él mismo repetía: “todos nosotros estamos actualmente de viaje para la eternidad”.

Brochero marcó el camino y también mostró los escollos del “mandinga”. Vivió para Dios y guió las almas para que no tropezasen al andar. Fue uno de los tantos hombres de Dios que tuvo nuestro país y al cual deberíamos imitar, cada uno en el lugar que le toca. Porque un país que admira a los santos está criando santos y un país que admira a los traidores cría traidores.

Por último, el incansable cura debe seguir actuando desde aquellas pampas y – quizás – en compañía de los bienaventurados con cierta sonrisa, diga una vez más al contemplar la publicación de este librito: otra vez “te fregaste, Diablo”.

Pbro. Dr. Javier Olivera Ravasi

(del Prólogo)