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5.11.16

Luterándonos: la vida religiosa

 

Escribió Lutero desde Wartburg a su amigo Gerbel:

“Hay una vigorosa conjuración entre Felipe (Melanchthon) y yo en contra de los votos de los religiosos y de los sacerdotes, para abolirlos y anularlos: ¡oh! ¡aquel bandido de anticristo con sus escamas, cómo ha servido de instrumento a Satanás para destruir todos los misterios de la piedad cristiana! (…). Dichoso tú que has vencido con el honroso matrimonio aquel impuro celibato”[1].

 

Y sobre los votos específicamente, agregaba:

 

“Los votos monásticos son imposibles y anticristianos, pura hipocresía o soberbia (…) El matrimonio es absolutamente obligatorio y necesario para quien tiene órganos de generación[2].

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4.11.16

Luterándonos: los judíos

“A partir del planteamiento luterano, si somos coherentes, quedan solamente dos posibilidades entre las cuales optar en el curso de la historia: o el hombre se disuelve en su angustia y ya no es nada (y es la consecuencia del existencialismo ateo), o bien el hombre, basándose en esa misma angustia y corrupción, da un salto en el vacío y se autodefine superhombre (es la opción de Nietzsche). En el fondo Nietzsche regenera a Hobbes, en el sentido de que la “última ratio” del hombre es el poder. El dominio es posible solamente contra el amor, a partir de la contraposición, en el hombre, entre la razón y el corazón. Un tal poder, como “última ratio", implica la muerte de Dios. Se trata de un paganismo que, en los casos del nazismo y del marxismo, adquirirá formas organizadas en sistemas políticos” (Conferencia del P. Jorge Mario Bergoglio en Mendoza (Arg.), 1985, titulada: “Lutero: una “idea loca” que ha evolucionado en herejía y cisma”. La conferencia completa puede leerse aquí y fue republicada en un libro editado ya como Papa, en 2014; ver aquí).

Martín Lutero siempre se preocupó por el judaísmo y, aunque en un inicio intentó buscar su conversión, desistió de ello y se volcó a denigrarlos.

En los últimos años de su vida publicó cuatro opúsculos de una agresividad sin igual[1].

Veamos lo que decía:

Los judíos son un pueblo «abyecto y despreciable, es decir, no un pueblo de Dios, y su jactancia de linaje, su circuncisión y su ley deben ser considerados sucios» (…). Están manchados con «las heces del diablo (…) en las que se revuelcan como cerdos» (…). La sinagoga es una «novia impura, sí, una ramera incorregible, una mujerzuela impía». No se les debe mostrar ninguna piedad ni misericordia, ni facilitar protección legal alguna (…) «estos infectos gusanos venenosos» deben prepararse para el trabajo forzado o la expulsión definitiva» (…). «Seremos culpables de no destruirlos»[2].

 

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3.11.16

Luterándonos: el libre examen

El P. Teztel, dominico enviado a predicar el verdadero sentido de las indulgencias, decía respecto de Lutero ya en su época:

 

“Los artículos de Lutero están destinados a promover un gran escándalo, pues por su causa muchos despreciarán el poder de su Santidad del Papa y de la santa Sede Romana. También se abandonarán las obras de penitencia sacramental, y no se volverá a creer a los predicadores y doctores, queriendo cada cual interpretar la escritura a su antojo, por donde la santa y universal Cristiandad habrá de incurrir en gran peligro de las almas, pues cada cual no creerá sino en aquello que bien le pareciere[1].

 

Y Lutero, en esto, daba el ejemplo con su propia vida:

 

“Yo no quiero ser juez ni un asno papa, ni una mula. No quiero responder nada a tales asnos ni a sus berridos inútiles sobre la palabra ‘sola’ (sola scriptura). Ya basta. Lutero lo quiere, Lutero habla así. Lutero es un doctor por encima de todos los doctores de todo el papismo (…)[2].

 

“El cristianismo no es más que un continuo ejercicio de sentir que no has pecado aunque hayas pecado y que todos tus pecados son cargados a Cristo” [3].

“Sé pecador y peca reciamente, pero confía más vigorosamente y gózate en Cristo que es el vencedor del pecado, de la muerte y del mundo. No te imagines que esta vida sea la morada de la justicia: antes bien, es preciso pecar. Bástate reconocer al corderillo que lleva sobre sí los pecados del mundo, y en tal caso el pecado no podrá separarte de Él aunque cometas mil fornicaciones al día y perpetres otros tantos homicidios”[4].

 

“Aunque los santos Cipriano, Ambrosio y Agustín; aunque San Pedro, San Pablo y San Juan; aunque los ángeles del cielo te enseñen otra cosa, esto es lo que sé de cierto: que no enseño cosas humanas, sino divinas; o sea que todo lo atribuyo a Dios, a los hombres nada (…). Los Santos Padres, los doctores, los concilios, la misma Virgen María y San José y todos los santos juntos pueden equivocarse”[5] (él no, claro).

 

 

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi




[1] Vorlegung, Art. 19, Paulus, Tetzel 53. Amplios extractos en Hefele-Leclercq, Hist. Des Conciles, VIII, 651-57 (Cfr. Ricardo García-Villoslada, Lutero, t.1, BAC, Madrid 1973, 347)

[2] Sendbrief vom Dolmetschen: WA 30,2 p.632-36. «Doctor Martinus Luther wils also haben, und spricht: Papist und Esel sey ein Ding. Sic volo…» (Cfr. Ricardo García-Villoslada, Lutero, t.2, BAC, Madrid 1976, 35).

[3] Opp. exeg. lat., XXIII, 142; Weil., 331, 7 (cfr. Jacques Maritain, Tres reformadores, Excelsa, Buenos Aires 1945, 45). 

[4] Enders III, 208 (Cfr. cfr. Heinrich Denifle, Lutero y el luteranismo. Estudiados en sus fuentes,Tip. Col. Santo Tomás de Aquino, Manila 1920, 20).

[5] WA 40,1 p.130-31 y «Es heisse Heilig, Gelert, Veter, Concilia, oder was es sein mag, wenn es gleich María, Joseph und alle Heiligen miteinander waren, so folget darumb nicht, das sie nicht haben können irr en und feilen» (WA 17,2 p.28) (Cfr. Cfr. Ricardo García-Villoslada, Lutero, t.2, BAC, Madrid 1976, 14).

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2.11.16

Luterándonos: para el "reformador", la mujer, prostituta y sumisa

- Y sí…; hasta el domingo, por lo menos, seguiremos publicando perlitas del “reformador” a partir de las fuentes históricas…

Lutero no era alguien a quien hoy llamaríamos “defensor de la mujer”. Con un planteo puritano, consideraba que el sexo era siempre pecado, aunque Dios lo perdonase, de allí que la mujer fuese necesaria para el hombre, aunque perteneciese a una segunda categoría; a la categoría de cosa:

 

“Las mujeres evidentemente no pueden servir más que para el matrimonio o para la prostitución[1].

De allí que aconsejaba que,

“aunque las mujeres se fatiguen y aun revienten con la preñez, tú déjalas reventar en buen hora que para eso han nacido. Más vale vida corta con salud, que larga con enfermedad”[2].

Con el tiempo no dudaría en incluso aplaudir cierto rapto de unas religiosas de parte de algunos clérigos violentos, en la noche del Sábado Santo de 1523, llamando a su cabecilla “bienaventurado ladrón”:

“A imitación de Cristo también vos habéis sacado estas almas de la prisión, de las garras de la tiranía humana , precisamente en el oportuno tiempo de la Pascua, en que Cristo rompió las cadenas de los suyos”[3].

 

“Si una mujer se niega a pagar el débito conyugal, el hombre debe echarse la cuenta de que su mujer ha sido robada y apropiada por forajidos y agenciarse otra”[4].

La mujer es simplemente,

un animal estúpido que sólo servía de mero instrumento para acallar el apetito sensual: Tan pronto como cualquier hombre sienta en sí la plenitud de los fueros de macho, tome una mujer, y no tiente a Dios. Para eso la doncella tiene su sexo de mujer; para que le suministre al hombre un remedio saludable para evitar el onanismo”[5].

De allí que estuviese a favor del goce de varias mujeres a la vez, pues “la poligamia no es opuesta a la Sagrada Escritura”[6].

A Enrique VIII, el incontinente rey inglés, que le pedía consejo, le decía: “antes le permitiría al rey añadir una segunda reina a la primera, y a ejemplo de los patriarcas y reyes antiguos tener a la vez dos mujeres o dos reinas”[7], pues “no hay prohibición de que un hombre pueda tener más de una mujer, y yo por ahora no podría impedirlo”[8].

 

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi


[1] Martín Lutero, Weim., XII, 94, 20 (1523) (cfr. Heinrich Denifle, Lutero y el luteranismo. Estudiados en sus fuentes,Tip. Col. Santo Tomás de Aquino, Manila 1920, 131).

[2] Martín Lutero, Erl., 20, 84 (Predigt vom ehelichen Leben, 1522), Weim., X, P. II, p. 301, 13 (cfr. Heinrich Denifle, Lutero y el luteranismo. Estudiados en sus fuentes,Tip. Col. Santo Tomás de Aquino, Manila 1920, 323).

[3] Martín Lutero, Weim XI, 394-30 (cfr. Heinrich Denifle, Lutero y el luteranismo. Estudiados en sus fuentes,Tip. Col. Santo Tomás de Aquino, Manila 1920, 25).

[4] Martín Lutero, Erl., 20, 73; Weim., X, P. II, p. 200, 23 (cfr. Heinrich Denifle, Lutero y el luteranismo. Estudiados en sus fuentes,Tip. Col. Santo Tomás de Aquino, Manila 1920, 317).

[5] Carta de Martín Lutero en Seidemann, Lauterbachs, Tagebuch, año 1538, ed. Seidemann, p. 101 (cfr. Heinrich Denifle, Lutero y el luteranismo. Estudiados en sus fuentes,Tip. Col. Santo Tomás de Aquino, Manila 1920, 323).

[6] Carta de Martín Lutero en Briefwechsel in der Erlangen, Frankfurt-Calwer Ausgabe (1884-1903) Enders, IV, 283, año 1524 (cfr. Heinrich Denifle, Lutero y el luteranismo. Estudiados en sus fuentes,Tip. Col. Santo Tomás de Aquino, Manila 1920, 142).

[7] Carta de Martín Lutero en, Enders, IX, 93: Cf. p. 25, n. 2. Doce días antes, Melanchthon se había expresado en el mismo sentido, Corp. Ref. II, 528 (cfr. Heinrich Denifle, Lutero y el luteranismo. Estudiados en sus fuentes,Tip. Col. Santo Tomás de Aquino, Manila 1920, 142-143).

[8] Carta de Martín Lutero en M. Lenz, Briefverchsel Landsgraf Philipps des Gross, mutigen von Hessen mit Bucer, I, 3432 y s., nota. (cfr. Heinrich Denifle, Lutero y el luteranismo. Estudiados en sus fuentes,Tip. Col. Santo Tomás de Aquino, Manila 1920, 25.

1.11.16

Luterándonos: el Papado

“Es importante ver las fuentes", dicen; pues es esto lo que hemos venido haciendo hace casi un año. Veamos ahora, que se pondera la “reforma” (no; no digamos “reforma", que Lutero no reformó un comino, sino digamos “Ruptura"), algunos de sus conceptos en un par de posts.

¿Qué pensaba Lutero?¿qué decía?

Pues vamos:


 

En carta a su amigo y discípulo Zwinglio, Lutero decía poco tiempo después de la ruptura (no digan “reforma", que Lutero no reformó un c…):

 

“Le asusta a uno ver cómo donde en un tiempo todo era tranquilidad e imperaba la pazahora hay dondequiera sectas y facciones: una abominación que inspira lástima… Me veo obligado a confesarlo: mi doctrina ha producido muchos escándalos. Sí; no lo puedo negar; estas cosas frecuentemente me aterran, sobre todo cuando mi conciencia me recuerda que hemos destruido el presente estado de la Iglesia, tan tranquila y tan apacible cuando estaba bajo el papado…” (…). ¿Cuántos maestros distintos surgirán en el siglo próximo? La confusión llegará al colmo”[1]

Y veamos algunas de sus citas sobre lo que pensaba de la Iglesia y del Papado

 

“Yo no impugno la inmoralidad y los abusos, sino la sustancia y la doctrina del Papado”, yo nunca dejé de atacar las dos columnas del Papado: los votos monásticos y el sacrificio de la misa”[2].

“Por mi parte la suerte está echada: desprecio tanto el furor como el favor de Roma. No quiero reconciliarme ni estar en comunión con ellos por toda la eternidad. Condenen y quemen mis libros; yo quemaré y condenaré públicamente, mientras tenga fuego en la mano, todo el derecho pontificio, esa ciénaga de herejías (…)[3]. Del mismo modo que ellos me excomulgan en nombre de su sacrílega herejía, así también, por mi parte, los excomulgo en nombre de la santa verdad de Dios. Cristo Juez verá cuál de las dos es válida ante él. Amén”[4].

El papa es adversario de Cristo y apóstol del diablo… el papa es peor que el turco… por eso yo lo llamo el gran asesino… loado sea Dios, porque a los ojos de Su Santidad y de los papistas yo soy un hereje”[5].

“El papa mismo es un loco furioso, un falsificador de la historia, un mentiroso, un blasfemo, un profanador, un tirano del emperador, de los reyes y del universo entero, un estafador, un bribón, un expoliador de los bienes eclesiásticos y seculares (…). Cerdo, burro, rey de los asnos, perro, rey de las ratas, lobo, oso–lobo, hombre–lobo, león, dragón, cocodrilo, larva, bestia, etc.”

“Oye, papa Paulo, no tienes fe ninguna; ni tú ni tus hijos, los cardenales y la familia de la corte romana, respetáis a Dios, porque sois puercos epicúreos, igual que todos los papas, tus predecesores. Si todavía me queda algo de fuerza, volveré a atacar sus bulas y breves e intentaré peinar las largas orejas de ese gran borricazo”[6]. “El papa es la cabeza de la maldita multitud de los peores bribones de la tierra: un lugarteniente del demonio, un enemigo de Dios, adversario de Cristo, destructor de las iglesias cristinas, maestro de todas las mentiras, blasfemias e idolatrías; archiladrón de las iglesias, robador de las llaves y de todos los bienes sacros y profanos, asesino de reyes, instigador de toda clase de matanzas, el mayor burdelero de los burdeleros y fomentador de toda lujuria”[7].

 

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi


[1] Cito sólo por comodidad y en razón de la brevededad la obra del P. Alfredo Sáenz (La Nave y las tempestades. La Reforma Protestante, Gladius, Buenos Aires 2005, 267). En trabajos posteriores daremos las mismas citas a partir del trabajo de Denifle que ya hemos indicado en este sitio.

[2] Alfredo Sáenz, La Nave y las tempestades. La Reforma Protestante, Gladius, Buenos Aires 2005, 90.

[3] Ídem, 129.

[4] Ídem, 134.

[5] Ídem, 139.

[6] Ídem, 242.

[7] Ídem, 244.