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15.01.17

“Conviértete y cree en el Evangelio”: sobre una predicación a monjes budistas

 Como contábamos más arriba, fin de año debimos pasarlo con el P. Federico entre budistas, vacas y protestantes a raíz de la dolorosa pérdida de una joven y su hijito que no pudieron sortear el parto.

Pocos días después, por pura necesidad material (no teníamos qué comer y necesitábamos comprar algo de combustible natural para el cuerpo) nos dirigimos a “la” aldea comercial de la zona (no imaginen uds. un shopping o algo así: apenas unos cientos de metros con unos cuántos negocios elementales).

Intentamos cambiar dinero y, por la crisis que hay ahora en la zona, nos fue imposible, así que nos conformamos con un par de cosas elementales. Estábamos por emprender el regreso cuando, en la parada del colectivo, nos encontramos con esos típicos y rojizos personajes que uno puede hallar a diario en estos remotos pagos, en pleno Himalaya oriental: los lamas o monjes budistas.

Ya habíamos narrado antes, en “Budismo ‘for dummies’”, nuestra experiencia cercana de tercer tipo, pero aquélla había sido en terreno visitante: un monasterio. Ahora era terreno neutral; el areópago era la calle, la tribuna, los peatones y el tema, como siempre, la religión.

Cabe recordar que los monjes budistas no son amigos de conversar con ajenos; menos que menos con extranjeros. Al ser una doctrina (porque no es religión, al no “religar” con nada) absolutamente “clericalista”, los monjes se encuentran como apartados, en un pedestal santificado. No hemos visto que hablen con la gente, ni que jueguen con los niños, ni que sonrían amablemente…; no. Son seres “separados”, “sacros” y casi intocables incluso cuando se los ve por las calles.

Hasta los hay al estilo de nuestros “seminaristas menores” que, según nos dijo uno de ellos, al menos muchos, ingresan al monasterio por mandato de sus padres y para poder tener un buen pasar económico (todos los monjes que hemos visto, a pesar de andar con sandalias, tienen unos enormes smartphones que serían la envidia de más de uno en occidente).

Pues bien; allí había tres monjes budistas y el diálogo, surgió más o menos de la siguiente manera: 

-          ¡Buenos días!

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12.01.17

Arco y flecha en la misión tibetana

Una de las aldeas remotas del norte de la meseta tibetana se llama Mannpatan: un hermoso y remoto paraje donde los vehículos no llegan y al cual se accede sólo después de una hora de caminata en medio de montañas dignas de un paisaje tolkineano.

Mannpatan tiene apenas trescientos habitantes que viven como aislados del mundo moderno. Allí no hay plasmas ni microondas, ni semáforo (porque no hay siquiera calles); digamos que si nuestra amiga Natalia Sanmartin lo conociera, seguro que situaría la segunda parte de su Srta. Prim.

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8.01.17

Devotio moderna, monacato y misión en América hispana

“La magnificencia de la catedral gótica busca honrar a Dios; la pompa del barroco jesuita atraer al público” (Gómez Dávila).

 

Poco tiempo atrás escribimos un texto titulado “La devotio moderna: características y síntomas de un católico tradicional.

El mismo no intentaba ser más que un simple resumen de lecturas y meditaciones varias acerca de la crisis de espiritualidad que sufre hoy en día, buena parte del mundo católico.

Para nuestro asombro, el opúsculo –o parte de él– parece haber tenido bastante repercusión[1], lo que nos hacía pensar que no éramos los únicos interesados en este tema tan olvidado e importante a la vez para el mundo católico.

Lo que presentamos ahora, a modo de continuación, no es más que el fruto de lecturas, meditaciones y conversaciones varias con amigos, que, desde distintos puntos de vista intentan buscar una razón al actual proceso por el que pasa la Iglesia militante en las tierras americanas. El acápite del inicio muestra una corriente del pensamiento católico al respecto que encierra un mundo de conclusiones.

Pero vayamos por partes.

1) Teocentrismo medieval y antropocentrismo renacentista

El hombre del occidente medieval, heredero del hombre tradicional greco-romano, era distinto de nosotros. Es decir: era tan hombre como ud. o yo, pero poseía una manera distinta de ver  la realidad. Una cosmo-visión diversa.

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7.01.17

“No oenegearás”. Una experiencia india

Entre los tantos viajes que debimos hacer durante este tiempo misional con el padre Federico narraré sólo una experiencia puntual para que cada uno saque sus propias conclusiones.

El fin de las misiones “ad gentes” en la Iglesia es casi un hecho; ya casi nadie misiona en el mundo gentil y, si lo hace, es para resguardar a los pocos fieles católicos que se encuentran viviendo en ese ambiente; y no me refiero simplemente a ese “apostolado de la presencia” sino la explicación lisa y llana del Evangelio ad gentes ante millones de almas que no conocen a Jesucristo. “Id por todo el mundo enseñando…”, decía el Señor antes de Su gloriosa ascensión.

Si no, veamos la siguiente conversación que mantuvimos en uno de los transportes con una joven pareja recién casada.

-          Buenas tardes –les dije. ¿De viaje por aquí?

En un perfecto inglés, contestaron

-          Sí, estamos de luna de miel. ¿Y ud.?

-          Yo, misionando por un tiempo aquí, en el norte de la India. Soy un sacerdote católico. ¿ saben uds. lo que significa?

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1.01.17

Un fin de año entre budistas, vacas y protestantes

Cuentan que, en Argentina, una vez que el general Perón intentó bajar el precio de la carne en una de sus presidencias, dijo:

-          “Si hiciésemos el sacrificio de comer carne sólo una vez por semana, en breve se solucionaría el problema”.

Y nadie le hizo caso…, porque en mi país no somos vegetarianos pero sí comemos animales que lo son.

Pues bien; aquí en el pleno Himalaya oriental, al norte de la India, la vaca es un animal sagrado; ¿por qué? Porque dicen que es como nuestra madre, que nos amamanta dando leche.

Cuando pregunté el por qué comen carne de cabra entonces (pues también nos da leche la pobre), nunca supieron responderme…

La cosa es que con el Padre Federico nos habíamos preparado y, en una de nuestras expediciones a las aldeas vecinas, medio de contrabando, habíamos comprado dos kilos de carne vacuna a un musulmán que pensábamos comer el 31 de diciembre en la noche.

Pasó el día, arreglamos las cosas con dos familias de neo-conversos al catolicismo y todo estaba casi listo: comeríamos un poco de carne vacuna con… ¡arroz! ¡Pero con carne al fin!

Como aquí todo se maneja en base al calendario solar (a pesar de tener luces y todo), la cena estaba programada a eso de las 18.30; luego nos quedaríamos conversando y disfrutando tranquilos hasta donde aguantásemos. Los más valientes, esperarían las 12 de la noche. Yo no…

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