Luterándonos: Devotio moderna y mortificación de la carne

“Los herejes no pueden aparecer (como una) cosa buena si no pintan a la Iglesia como perversa, falsa y engañadora. Desean ser ellos reputados por los únicos buenos, mientras que la Iglesia debe aparecer perversa por los cuatro costados” (Lutero antes de su apostasía)[1].

 

Devotio moderna y mortificación de la carne

 

Con una concepción casi estoica de la vida espiritual, la Devotio moderna plantea –simplificando los postulados– que cuanto más se sufre en esta vida, o cuanto más se determine uno a abrazar el camino más difícil, más santo se hará[2]. Y es verdad (digámoslo desde ahora) que como decía Nuestro Señor, “el reino de los cielos pertenece a quienes se hacen violencia” (Mt 11,12); sin embargo, ello no significa que todo consuelo, tanto espiritual como sensible, deba ser dejado de lado absolutamente como si de algo malo se tratara. No ahondaremos en un tema que ya hemos tratado.

Para Lutero, heredero de esta espiritualidad moderna el tema estaba claro:

 

Un estado religioso, si lo conoce él bien, debe estar lleno de padecimientos y dolores, con lo cual ejercitará mejor su bautismo que en el estado matrimonial, y mediante tales sufrimientos se habituará luegoa esperar la muerte con alegría, consiguiendo de este modo (en breve) el fruto de su bautismo”[3].

 

Su voluntarismo pelagiano o semi-pelagiano, le impedían ver la obra de Dios en las almas:

“Yo nunca pude darme por satisfecho con mi bautismo, sino que siempre me decía: ¿cuándo vas a acabar de hacerte un santo y de satisfacer tus deudas, para que puedas encontrar un Dios benigno? Y con estos pensamientos entré en el claustro y me martirizaba y atormentaba con ayunos, fríos y vida rigurosa, y con todo ello no conseguí otra cosa que perder el santo bautismo y hasta renegarlo[4].

 

Lejos de esta santidad a fuerza de palos, la Devotio tradicional, ha planteado siempre lo contrario. En efecto, desde la primera de sus famosas Collationes (leídas y citadas en toda la Edad Media) Casiano predica contra el exceso y la falta de prudencia en el ayunar, velar y orar y, en la segunda Colación, desarrolla especialmente el asunto a propósito de la discreción:

 

Muchos han sido alucinados con indiscretos ejercicios de penitencia, tales como vigilias y ayunos; los tales descuidaron la virtud de la discreción, llamada en el Evangelio el ojo y la luz del cuerpo, y que es la que nos enseña la senda medianera entre lo demasiado y lo escaso”[5].

 

Es decir, Lutero, penitente extralimitado[6] y sin prudencia, en vez de encontrar el equilibrio de la virtud, se volcará hacia los extremos y para luego reprocharlos y hasta predicar que de nada sirven:

 

“Cristo no ha venido al mundo para desbaratarnos el alma y el cuerpo, sino que por el contrario, por ambos cabos nos quiere prestar su amparo. Por eso no es razonable que un cartujo se suicide a fuerza de ayunos y de rezos. Es verdad que ha impuesto el trabajo corporal para que no estemos ociosos, sino en actividad: pero esta actividad ha de ser de tal suerte moderada, que el cuerpo conserve al mismo tiempo su salud. Quien, lejos de hacerlo así, martiriza su cuerpo como lo hacían muchos en los conventos en tiempo del papado, los cuales se malbarataron con el demasiado rezar, ayunar, cantar, mortificarse, leer y dormir en ruin camastro, hasta el punto de que pasaron de esta vida antes de tiempo, este tal es un verdadero suicida. Guárdate muy bien de esto, como de un horrible pecado mortal… Dios no es un asesino como lo es el diablo, el cual anda muy atareado en hacer que los santos de las obras ayunen, recen y velen como para matarse”[7].

 

De las penitencias rigurosas pasará entonces al desenfreno alocado, como narraba ya en 1521:

 

“Por aquí me paso arrellanado todo el día, ocioso y borracho”[8]

 

Y el año siguiente (1522) advertía que en el momento en que está escribiendo, se hallaba todavía despejado (sobrio), como que lo hace por la mañana:

 

“No estoy al presente borracho, ni atolondrado”[9].

“Nuestro Señor debe computar entre los pecados cotidianos, la borrachera cuando no nos sea factible evitarla…; puede tolerarse (est ferenda) la ebrietudo (borrachera eventual); pero no la ebriositas (borrachera habitual)[10].

 

De beber sólo agua quizás, pasará al extremo contrario, al punto de confesar que sus alocados desenfrenos y dolores de cabeza eran ocasionados por la bebida, como señala en una carta a su amigo Link:

“el mal de la cabeza, contraído en Coburgo por virtud del vino añejo, no se me ha curado todavía con la cerveza de Wittenberg”[11].

 

No asombra entonces que el otrora penitente haya terminado su vida (¿naturalmente?) luego de una de sus habituales borracheras, según declara el galeno que corroboró su muerte:

“El 15 de febrero de 1546 aquel boticario de Eisleben fue llamado con mucha prisa al despuntar el día junto al cadáver de Lutero, para que a indicación de los médicos, le administrara una lavativa para ver si con este experiencia lograban resucitarlo. Se la administre en efecto, y ‘tan luego como el boticario le acomodó le cánula, oyó que se desencadenaban en el recipiente del clister algunos vientos recios, pues a consecuencia del excesivo comer y beber, el cuerpo estaba lleno de jugos corrompidos; porque es del dominio público que Lutero había tenido una cocina ricamente abastecida y superabundancia de vinos dulces y extranjeros. Se cuenta de él como cosa cierta que en cada comida y en cada cena se despachaba con un azumbre de vinos dulces y de otras tierras”[12].

 

 

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi

Aviso: Cortamos por ahora con la serie de “Luterándonos", pero la seguiremos más adelante.

 



[1] Dictata in Psalteríum. Weim., III, 445. Cf. ademas IV, 363 (Heinrich Denifle, Lutero y el luteranismo. Estudiados en sus fuentes,Tip. Col. Santo Tomás de Aquino, Manila 1920, 16).

[2] Seguimos aquí las fuentes citadas y cotejadas a partir de la monumental obra de Fray Heinrich Denifle (ya ofrecida en castellano aquí y, en francés aquí). Los originales que hemos consultado de Lutero, tanto en alemán y en latín, se encuentran aquí.

[3] Weim., II, 736 (Henrich Denifle, op. cit., 44).

[4] Erl., 16, 90, año 1535 (Henrich Denifle, op. cit., 416).

[5] Henrich Denifle, op. cit., 427.

[6] Si hasta el mismo Kempis habla de discreción en la penitencia: “Los ejercicios corporales (es decir, las mortificaciones) se deben tomar con discreción, y no son igualmente para todos (…). Algunos indiscretos se destruyeron por la gracia de la devoción; porque presumieron de hacer más de lo que pudieron, no mirando la medida de su pequeñez, siguiendo más el deseo de su corazón que el juicio de la razón: y porque se atrevieron a mayores cosas de lo que Dios quería, presto perdieron la gracia” (Henrich Denifle, op. cit., 437).

[7] Erl., 2, 464; año 1533 (Henrich Denifle, op. cit., 370).

[8] Enders, III, 154 (Henrich Denifle, op. cit., 116).

[9] Erl. 30, 363 (Henrich Denifle, op. cit., 117).

[10] Mathesius en Loesche, Anal. Lutherana, p. 100, nº 100 (Henrich Denifle, op. cit., 117).

[11] Enders, VIII, 345 (Henrich Denifle, op. cit., 118).

[12] V. el documento en Paulus, Luthers Lebensende und der Eislebener Apotheker Johann Landau, (Mainz, 1896, p. 5) (Henrich Denifle, op. cit., 119).

6 comentarios

  
Blas Caba
Padre Ravasi
Soy escolar jesuita y siempre he visto recelo hacia la devotio moderna ( demás está decir que en la Compañía de Jesús no goza de gran afecto) y por eso me pregunto ¿puede ser tan peligrosa cuando Santos como Ignacio de Loyola y Teresa de Jesús recomendaban el "gersoncito"? Lo pregunto con sinceridad porque leo con alguna frecuencia la Imitación de Cristo, y es de mucho provecho espiritual. Si pudiera hacer algunos postre sobre los frutos positivos de algunos autores.


.........................
Estimado Blas: para evitar multiplicar respuestas, le pido que lea estos dos posts que publiqué hace algunos meses en esta misma página: http://infocatolica.com/blog/notelacuenten.php/1610201251-la-devotio-moderna-caracteris

Y este: http://infocatolica.com/blog/notelacuenten.php/1701010453-title

Fíjese también en las objeciones planteadas en los comentarios y mis respuestas. Dios lo bendiga. PJOR
19/03/17 2:23 PM
  
carmelo
Muchas gracias Padre Javier. Ilustrada refleccion. Hasta en las escuelas catolicas me parecia esta idea luterana sobre los valores "la generosidad" dicen que "no es un don de Dios" y le dicen "que es un atributo que se dessrrolla personalmente".
Pero el niño pregunta cuestionadamente estudiando los valores en la clase de ingles: papa, es esto cierto?..leyendo el post me di cuenta que ese ambiente esta en cualquier parte pero la gracia santificante provee al alma de defenzas... pienso que de una u otra forma es capaz de seguir adelante y no caer definotivamente.
Saludos
19/03/17 3:53 PM
  
Feri del Carpio Marek
La discreción es también una nota característica de la regla de san Benito, quien estuvo fuertemente influenciado por san Juan Casiano, cuyas obras recomendaba a sus monjes.

En cuanto a la penitencia, me parece que la visión católica de la misma queda bien expresada por san Felipe Neri:

"Al que de veras ama a Dios no le puede ocurrir cosa que más le desagrade que no tener ocasión de padecer por Él."

Y también es significativo lo que le escribe a su sobrina, monja en Florencia:

"Dios os dé gracia que os concentréis tanto en su divino amor, y que entréis tan adentro por la llaga del costado en la fuente viva de la sabiduría de Dios encarnado, que os aneguéis vos misma y el amor propio, y no encontréis jamás el camino por donde salir fuera; y allí dentro acordaos de mí, y rogad por mí, infeliz y miserable pecador."
20/03/17 1:24 AM
  
María José
Viendo las cosas que se ven y oyendo lo que se oye, hoy en día nadie peca de indiscreto en cuestión de penitencia, al contrario, aún en las órdenes otrora más austeras se va infiltrando esta pseudo prudencia y las antiguas disciplinas y cilicios que tanto recomendaran los santos se van reemplazando por quien sabe que extravagancias.... Recordemos a los pequeños pastorcitos de Fátima y la imprudente soga que la Virgen permitía que llevaran en la cintura....
21/03/17 1:06 AM
  
chico
El cristiano, por serlo, vive virtuosamente. Las virtudes son gracias divinas para vivir bien. Nadie puede ser bueno sin tales gracias o virtudes. Y la virtud que rige a todas, incluso a la caridad es la virtud de la prudencia. Sin prudencia nadie puede ser bueno. Ni hacer acciones buenas.
21/03/17 9:08 AM
  
Ricardo de Argentina
Yo creo que a las razones últimas de la ruptura de Lutero no hay que buscarlas en la "Devotio Moderna", sino en cuestiones políticas mucho más prosaicas.
22/03/17 1:09 PM

Dejar un comentario



No se aceptan los comentarios ajenos al tema, sin sentido, repetidos o que contengan publicidad o spam. Tampoco comentarios insultantes, blasfemos o que inciten a la violencia, discriminación o a cualesquiera otros actos contrarios a la legislación española, así como aquéllos que contengan ataques o insultos a los otros comentaristas, a los bloggers o al Director.

Los comentarios no reflejan la opinión de InfoCatólica, sino la de los comentaristas. InfoCatólica se reserva el derecho a eliminar los comentarios que considere que no se ajusten a estas normas.