Religión Católica versus "fundamentalismo religioso"
Manuel Fraijó Nieto, ex jesuita y ex sacerdote, formado en Alemania con lo peorcito de la filosofía y de la teología del momento -incluida la protestante-, y cuyos frutos están a la vista en su propia biografía, se ha marcado un artículo en El País (el periódico de los gilis con pedigrí, no reconocido así por los afectados), en el que, bajo una apariencia de tolerante buenismo, y aprovechando el fundamentalismo musulmán -el único que se expresa habitualmente con el terrorismo indiscriminado- pretende poner a caldo a la Iglesia Católica, a la que coloca como una más entre las religiones monoteístas, que son las más propensas -según él, y con la autoridad de varios teólogso protestantes que hace suya- a caer en el fundamentalismo.
¿Las “causas” que expone? “Petrificar” la Bíblia (J. Bultmann), perder de vista el momento presente, la religión es “el reino de lo inexacto” (P. Ricoeur), es un universo cargado de misterio e incertidumbre, su problema es el miedo a la duda y a la razón crítica, no existe un único cristinaismo, como no existe un único islam o un único judaísmo, etc.
Para este hombre, da la impresión de que las únicas “religiones” libres de estos lastres y de estos males son precisamente las que solo lo son en apariencia: las religiones míticas y politeístas.
Una sarta de sandeces -café para todos, por no decir m… para todos-, escritas desde el desengaño, desde el fracaso personal -espiritual y religioso, principalmente; un fracaso que no se ha querido reconocer nunca- y, por tanto, se usa como arma -terrorismo ideológico- para pontificar contra la Fe de la que ha salido y contra toda Religión que se precie -en su caso, de la Religión Católica, de la que también se ha salido-, y que no tiene derecho a existir, porque “aliena al hombre". ¡Acabáramos!: marxismo en estado puro. Que a esto se acaba llegando siempre -da igual desde qué trayectoria- cuando no se admite que la Religión Católica no la hemos inventado nosotros, sino que “se nos ha regalado", a la vez que “se nos ha llamado” -vocación- desde la Palabra -que tampoco hemos escrito nosotros: “se nos ha entregado"-, y desde el Amor de Dios por nosotros, que “se ha hecho Carne” y que “se ha entregado por nosotros” -Pasión y Muerte y Resurrección-, como acabamos de “ver” y “oír” esta pasada Semana Santa.
Nada de esto es relevante para este buen señor -todo un catedrático de “las religiones” y del “factor religioso"-, porque para este buen señor -insisto- que todo esto sea VERDAD, no aporta lo más mínimo: también la verdad, a lo que se ve, molesta -al hombre en general, y a él mismo en particular-, por dejarlo sin la duda, sin el terreno resbaladizo, y sin la posibilidad ya de oponer la menor crítica. Y esto es un desestre para todo este tipo de sujetos… irracionales.
Como no han leído a Aristóteles -no les voy a nombrar a Santo Tomás o a San Agustín, porque les supera por todas partes- no saben ya que la razón -el hombre- está hecha para la verdad, para SABER: no para la duda permanente, ni para la incertidumbre constante, ni para la perplejidad instalada como modus vivendi. Ese no es el modo humano y, por tanto, racional, de vivir: por eso, de todas esas situaciones, si se es normal, y se tienen las constantes antropológicas en buen estado, se busca salir.
Y la mayor seguridad de poseer la VERDAD -de tenerla, de estar en ella- la tenemos cuando ésta nos viene de Dios, pues “ni puede engañarse ni engañarnos", como aprendíamos en el Catecismo desde niños. Por eso también, la Fe no solo no es un salto mortal a ciegas que realiza el hombre cerrándose a su propia razón y a sus propios alcances, sino que es lo más racional del hombre. Y lo reconoce enseguida, en cuanto dice CREO. Como lo han hecho todos los mártires cristianos del fundamentalismo musulmán de estos últimos años.
Podrían haber renegado de su Fe; pero han preferido morir antes que hacerlo. Han revivido a día de hoy -siglo XXI- la misma actitud de los primeros cristianos; que al ser instigados a renunciar a su Fe y a ofrecer a los ídolos, han contestado: “Sine Dominicus non possumus”: “Sin el Señor no podemos vivir". Y han preferido la muerte: hombres mujeres y niños.
Esto es lo que se hace “incomprensible” para los que han tirado su Fe por la ventana, o no la han tenido nunca. Para los “iluminados", para los “ilustrados", para los “maestros", escribas y fariseos. Para los fundamentalistas de la duda, de la perplejidad, de la incertidumbre, de la sinrazón, de la inhumanidad…
¿Cómo se puede vivir sin Dios, y pretender que se sigue siendo hombre? Solo las vacas viven sin Dios.