"...si un hijo le pide pan, ¿le dará una piedra"?
¿Qué padre hay entre vosotros, que si un hijo le pide pan, le dará una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? (…) Así pues, todo lo que queráis que haga la gente con vosotros, hacedlo vosotros con ella; pues esta es la Ley y los Profetas (Mt 7, 9-12).
Estas palabras de Jesús vienen a cuento del librito que sobre la Persona y la Misión de Jesucristo ha sacado la Conferencia Episcopal Española en fechas muy recientes. Con palabras del Secretario de la Doctrina de la Fe de dicha CEE, han tardado tres años, tres; y les ha salido un poco mazacótico y denso, nada facil de leer.
El sr obispo que está al frente de dicho departamento ha señalado la falta de formación de la gente respecto a Jesucristo; y desde esa base, ¿cómo va la gente -los jóvenes, en concreto, los cita- a convertir a Jesús en el centro de su vida? ¡Si no le conocen…! Y para subvenir a tal desconocimiento se han sacado este libro. Pues muy bien.
Como no podía ser menos -dado lo que ha caído, y lo que está cayendo- han tenido que hacer un repasillo a lo que se había publicado en los últimos 30 años en España sobre el tema. Escritos y libros, nada anónimos por cierto: sus autores están ahí, y algún pellizquito de monja -con perdón-se les había dado ya desde esa Oficina, dado lo que habían sembrado toda esta patulea. Por supuesto: los autores, nada anónimos, no han hecho ni caso; ni antes ni ahora.
Al contrario, en cuanto salío el Documento de la CEE se han lanzado -desde las terminales mediáticas, y desde los autores afines -léase, por ejemplo, RD, Vida Nueva, etc.- a la yugular de las cabezas visibles de la CEE para cortárselas: ¡qué es eso de señalar! ¡para cuándo una pastoral misericordiosa…! La cantinelas que se llevan a día de hoy…, nada nuevas por cierto.
Y eso que han sido pellizquitos de monja, con perdón: una única alusión con nombres y apellidos en una nota a pié de página, y alguna alusión velada a algún otro gran prohombre de la Cristología en España. Todo misericordia y misericordioso: nada de enfadar a nadie, y menos señalar, que es de mala educación.
Constatar simplemente la ignorancia supina que han traído esas publicaciones y esos autores es de una liviandad y, si se me permite la expresión, de una frivolidad -porque obvia la podredumbre sembrada, la corrupción buscada de la Doctrina, y la construcción de muros para que la gente no se encuentre con Jesucristo- indignas de cargos relevantes del episcopado y de sus arganismos de gobierno. Todo lo cual deja en muy mal lugar a los responsables; peor incluso que a los mismos autores de esos panfletos infames.
Y ahora llego al título del artículo: “Si un hijo le pide pan, ¿le dará (su padre) una piedra?". Habría que ser un padre desalmado; un monstruo. ¿Los hay? Sí, claro.
Todos estos “pastores” que teniendo la obligación ante Dios, ante su Iglesia, ante sus fieles y ante el mundo entero de ser buenos pastores, de defender su grey, de llevarla a buenas praderas, de recogerlas por las noches o en las tormentas, y no lo hacen… Ustedes mismos.
Supongo que no será así; pero desde fuera da la impresión -de 40 ó 50 años hacia atrás- que en los pastores de la Iglesia -especialmente el episcopado y en el mundo occidental; pero hablo en general: ha habido muy buenas excepciones, y las hay- de que les ha importado un pimiento si sus hijos se comín un pan, o una piedra; si les daban pez o serpiente, trigo o cizaña, agua y vino o veneno, verdad o mentira, doctrina o herejía…
Una madre y un padre como deberían ser, cuando van a comprar fruta para sus hijos, ¿les da lo miso que esté sana o podrida? ¿Y cuando compran carne? A una madre y a un padre normales, ¿les da lo mismo que sus hijos juegos a casitas, o con pistolas de verdad y además cargadas? Cuando son pequeños, ¿les dejan ir solos a la calle? ¿Qué dirían estos jerarcas de esta gente? ¿Nada, porque quién soy yo para juzgar?
Da la impresión de que es lo que ha pasado en la Iglesia durante todos estos años: les hemos importado… NADA.
¿Esto es normal? ¿Esto puede ser lo normal? ¿Cuándo va a dejar de serlo? Porque esta sí es tarea que les compete única y exclusivamente los obispos, al Dicasterio correspondiente, y a quien firma los nombramientos.
Los de a pié podemos rezar, y vamos a hacerlo.