2.06.17

"El diablo no existe". El "papa negro", sí

Lo acaba de declarar, tal cual y de un tirón, el sr Sousa, actual jefe supremo o prepósito general de los jesuitas de todo el mundo: “el diablo es un invento de los hombres". Hay que reconocer que, al menos, ha tenido la delicadeza de no dar nombres; ni siquiera el de Benedicto XVI, que no sé por qué se me viene ahora mismo a la memoria.

Y es un “invento", sigue empecinadamente intentando explicar su increíble invento, diciendo que “era un modo de dar nombre al mal". Está todo en una entrevista a un diario español de cuyo nombre no me acuerdo: palabrita… Pero está.

Este buen hombre es todo un hereje declarado; no “camuflado” porque no pretende ocultar nada de nada. Bien porque tiene barra libre, y así lo cree él; bien porque de la doctrina católica no solo no tiene ya ni un remoto recuerdo, sino que está en perfecto y total desacuerdo con ella. Y lo dice. ¿Qué pasa?

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20.05.17

Las ideologías del mal

Estamos sufriendo -aunque no lo queramos, que no lo queremos; pero se nos impone por la mera fuerza de las leyes inhumanas que nuestros embrutecidos legisladores nos regalan-, toda una brutal violencia, inimaginable hace apenas 25 o 30 años.

Violencia, que no solo no es ningún eufemismo ni mera exageración, sino que es la desnuda realidad, porque llega hasta matar y matarnos. Aborto y eutanasia están al orden del día. Y hasta llegar ahí, los espectáculos, día sí y día también, de padres pegándose en partidos de fútbol de sus hijos; de chicas pegándose en la calle mientras los compañeros de clase gritan “¡mátala, mátala!"; la misma “violencia de género” -la genere el hombre, la mujer, o el “neutro” de guardia- y que no puede sustraerse a lo que es: violencia…

Pero mucha más violencia, porque no es “física” sino MORAL -y precisamente por eso es más destructiva-, hay y se genera cuando se “educa” -¡qué sarcasmo y que burla para alumnos y padres!- para que los crí@s con 12 años estén ya enganchados en la bebida, en la droga y en el sexo; o cuando se genera -y se financia con dinero público- toda una mentalidad que lleva a ir unos ciudadanos contra otros, a enfrentar unas regiones contra otras, y unas instancias ciudadanas contra otras…

Para más inri, el código penal que nos han “regalado” nuestros legisladores protege más al delincuente que al ciudadano honrado: ahí están los que han sido pillados y juzgados decenas de veces, y están en la calle, tan campantes; o los ocupas que han denunciado a los dueños del inmueble que les cambió la cerradura y no les dejaban entrar: y el juez les ha dado la razón. Por último, nuestros políticos destacan más por las corrupciones en las que se enfangan -y que generan a su vez, como un alud de corruptos y de corrupciones- que por su honradez de vida, pública y privada.

¿Cómo se ha llegado a este estado de cosas, y en un tiempo record?

Aquí es donde entra en juego el título que explica -y denuncia- todo este tinglado, inhumano por inmoral, y corrosivo por naturaleza: “Las IDEOLOGÍAS del mal". 

San Juan Pablo II ya denunció hasta desgañitarse las que llamó “las filosofías del mal” -de donde tomo prestado el título-, desenmascarando el nazismo y el marxismo como las dos ideologías que más cruelmente se habían levantado contra el hombre, al que decían pretender “servir” e incluso “salvar".

Una claración: he sustituido a propósito el término “filosofías” por “ideologías” porque, dado el nivelón cultural en el que nos movemos en sociedad, podría resultar algo más “cercano", intelectualmente hablando, el segundo que el primero; pero y a día de hoy, en el fondo, vienen a ser lo mismo; porque la propia filosofía, desde Descartes a nuestros días -y salvo honrosas excepciones que las hay-, renunciando a su ser y tarea -"mostrar lo que las cosas son"-, se ha convertido en una ideología más, pretendiendo que las cosas sean lo que nos dé la gana que sean, que es lo que define exactamente a las ideologías. Y así le luce el pelo: a la filosofía y a nosotros, sus conejillos de indias.

Se ha sustituido el “respeto” a la verdad de las cosas -me he resistido a poner “amor” a la verdad de las cosas, porque hoy ya no se entiende de qué va el tema- por el “voluntarismo” -las cosas son lo que yo quiero que sean-; por el “buenismo” -las cosas son buenas y seguirán siendo buenas… “porque lo digo yo"; y así empalma con el primero-; por el “democratismo” -las cosas son lo que decide la mayoría, aunque sea a base de chanchullos: y empalma con los dos anteriores-; por el “positivismo jurídico” -las leyes que se generan no responden a criterios objetivos de bondad o maldad, superados por la fuerza de las cosas: solo dependen de la voluntad del legislador que, supuestamente, “hace caso” a la mayoría numérica; lo que además de ser falso de toda falsedad, porque sucede exactamente al revés, empalma también curiosamente con todo lo anterior-; por el “laicismo” -que pretende desbancar a Dios y a la religión del orden social: porque sí, o porque me da la gana-; y el rizo de los rizos, el no va más de “lo moderno” -que no resiste, por cierto, la más mínima confrontación con la verdad y con la realidad.: la “ideología de género” donde uno es lo que quiere ser: hoy nene, mañana nena, pasado “neutro", al otro gato, el mes que viene viborilla, y así…: “voluntarismo” en estado superlativo, aunque se dé de coces con la realidad reflejada en el espejo.

Todo esto se blinda en dos horizontes. El primero, en el del lenguaje -que genera “cultura", es decir “pensamiento"…, aunque la “pseudorealidad” que imponen sea lo contrario a “pensamiento” y “cultura"-, haciendo decir a las palabras lo que nunca han dicho. Y, en segundo lugar y para que esto se imponga verdaderamente, “se hacen” las leyes a la medida, y se persigue al discrepante precisamente por discrepante, sin entrar a si tiene razón o no, porque “tener razón” está obsoleto.

Así, poco a poco -"despacito"-, nos hemos metido otra vez, de hoz y de coz, en los engranajes de las ideologías más feroces, hijas del nazismo y del marxismo: las que destrozan al hombre y sus creaciones: familia, sociedad, cultura, ética, religión, hijos, verdad, bien.

Lo de los libros de textos para chavales -y no solo en Cataluña, que conste; y desde hace muchos años- son la demostración real y práctica de lo que acabo de escribir, aunque sea en un tema menor. Y todo, claro, con la complicidad, activa y pasiva, de los poderes públicos, y pagado -eso también-, con nuestro dinero, no con el de ellos.

14.05.17

Mero paganismo. O, simplemente, paganismo.

En la Iglesia Católica estamos pasando, a ojos vistas, del “mero cristianismo", como titula C. S. Lewis una de sus magníficas obras -con gran acierto, como no puede ser menos en él-, a un “mero paganismo” o a un "paganismo” sin más connotaciones. De modo que se están haciendo visibles, como ha denunciado el cardenal Burke, dos “iglesias": una para los que quieren seguir siendo fieles a Cristo, en la Tradición y en la Doctrina de siempre, y otra para los “modernos", “más conciliadora” y, por tanto, "menos exigente". O sea: falseada. Falsa. Porque no puede haber “dos"; como no puede haber dos dioses verdaderos y actuantes. O dos “cristos".

Y no lo digo a “humo de pajas", sino a lo que me suena cada una de las “declaradas” -en tiempos bien recientes, todo hay que decirlo, y es necesario decirlo- por parte de gentes de Iglesia, a cada cual más infumable por más en contra del tesoro de Doctrina acumulado en más de 2000 años de Vida Eclesial -gobernada por cierto por el Espíritu Santo-, y que no es que se apartan sino que están absolutamente en contra de “lo que se ha creído siempre, en todo lugar y por todos sus hijos".

Criterio, por cierto, que ha sido hasta no hace mucho el único válido en la Iglesia Católica: lo acuñaron los Santos Padres para discernir y separar el trigo de la cizaña y de la paja, y había cumplido perfecta y fielmente su propósito. De este modo, todos sabían a qué atenerse: también los que metían la pata en temas de Fe y Costumbres.

Porque estamos contemplando un espectáculo inimaginable hace 40 años. Ahora, parece que todo el mundo -todo el que quiere- tiene derecho a decirla más gorda; y con la absoluta seguridad de que nadie que debiera hablar -al menos por oficio, o por mantener su conciencia a salvo o, al menos, por vergüenza torera- se va a dar por aludido y va a decir algo en contra.

Porque esta es otra: la multiplicación de las “declaraciones", “notas oficiales", “escritos conjuntos” o por separado, en los que sus autores se ponen exquisita e intencionadamente de lado, o se sitúan perfectamente equidistantes entre dos posturas, pero sin señalar -¡ni se les ocurre, oiga!- qué está bien y qué está mal, qué es lo católico y qué no; pero a la vez lo hacen en nombre de la Iglesia, porque los escriben y publican los jerarcas correspondientes -en España hay excepciones, pero son tan pocas…; en Francia, por ejemplo y de cara a las últimas elecciones, casi 40 obispos se han “mojado” públicamente” respecto al tema: ¡qué envidia!-, es absolutamente lamentable.

Para más inri, aún desdibujan más y más lo que deberían haber dejado claro: qué es lo católico, lo justo, lo moral y lo bueno. Y si son temas “opinables” desde todos los puntos de vista, ¿qué pintan unos obispos reunidos en comandita, y que lo único que sacan es una nota “opinando", es decir, “poniéndose de parte” o dando esa impresión, y sin ser especialmente mal pensados? Y dejando, por lo mismo, de ser los obispos de gran parte de sus ovejas, que opinan exactamente lo contrario, como dicen las mismas encuestas “oficiales". “Ponerse de parte” quien no debiera por su oficio eclesial, lo llamo “mero paganismo".

Que un señor cura -jesuíta para más señas: pero esto ya no escandaliza a nadie, sino todo lo contrario: es tan normal como que en verano haga más calor que en invierno-, salga a decir públicamente y con publicidad que en el cielo hay santos gays, o que estarían en favor de los gays, y que, por tanto, la Iglesia tiene que ir cambiando ya -¡rapidito, oiga!- sus trasnochadas normas morales…, esto es “mero paganismo". ¡Si su propio jefe de filas ha dicho que en tiempos de Jesús no había grabadoras…, qué no va a decir él, pobrecillo!

Que salga todo un señor cardenal de la curia vaticana -el mismo que, precisamente, está al frente del tema- diciendo públicamente y con publicidad que ¿qué es eso de decir que las “ordenaciones” de los anglicanos son “inválidas"? Que hay que tener mucho cuidado con lo que se dice, no vaya a ser que ya no sea así. ¡Y es el que tiene que cuidar del temario! O sea: "la zorra cuidando a las gallinas". A esto lo llamo “mero paganismo".

El espectáculo de “misas” que, por sus puestas en escena, son más “Le Cirque du Soleil” que Sagrada Liturgia, a esto lo llamo “mero paganismo". Solo les falta que cobren la entrada.

El espectáculo de universidades “católicas” dando cancha al aborto -teórico y práctico-, a “la idología de género", a los movimientos LGTB, a las teologías de liberación, etc., como opciones perfecta y moralmente válidas -"católicas” cien por cien; aunque quizá ya ni se molesten en decirlo: dicen y dejan decir lo que sea, y ya-, a esto lo llamo “mero paganismo".

Unas “iglesias” en las que en el mismo espacio tan pronto se dice Misa, como se monta un taller, o se hacen meriendas y se ve la TV…, a esto lo llamo “mero paganismo".

Unas administraciones de Sacramentos en los que, intencionadamente, no se quiere discernir ya sobre la validez y la licitud para su administración y su recepción, porque ya no se quiere uno “mojar", que a esto hemos llegado…, a esto lo llamo “mero paganismo".

Pretender desdibujar el Derecho, la Doctrina, los Mandamientos, los Sacramentos, la misión de la misma Iglesia, el sentido de la vida humana en la tierra, la trascedencia de la vida humana que va más allá de las coordenadas terrenas, etc., todo esto engendra, porque lo “es", mero paganismo o paganismo a secas.

Aunque ya digo que lo más escandaloso es el silencio de los pastores. Del “Buen Pastor", ¿quién se acuerda o sabe ahora lo que significa? ¡Pobre Jesús!

No nos han llegado vídeos de Jesús. ¡Qué pena, con la falta que nos harían!

9.05.17

"Una Iglesia pobre para los pobres"

Con esta “bandera” -"Una Iglesia pobre para los pobres“- quieren presentar la nueva reunión de los obispos latinoamericanos, CELAM, que se celebrará en El Salvador, aprovechando el centenario del nacimiento de Oscar Romero, el obispo asesinado por su defensa de la Iglesia y de los hijos de la Iglesia frente a la tiranía de los poderosos, sean del signo que sean; que los hay -y los había también entonces- de todos los colores.

En páginas de religión más que “interesadas” -y en familias y entramados eclesiales determinados-, se quiere dar la impresión de que solo existe una maldad y una violencia denunciables: la que viene de los sectores “derechistas” -en el lenguaje secular-; a la vez, se propugna la “canonización” -pelillos a la mar, es un mal necesario para el advenimiento de la justicia…- de la violencia que ejercen, de modo sanguinario y brutal, los sectores “izquierdistas"; que, precisamente por ser “izquierdistas", pretenden bendecida por el mismo Dios. Y, por tanto -la conclusión es obligada, según ellos-, la Iglesia Católica no tiene más remedio que bendecirla también y con las dos manos, dándola por buena y legítima. Y “apropiarse” del obispo Romero -"secuestrando” y manipulando su persona, sus palabras y sus hechos-, no es más que una “táctica” para arrimar el ascua a su sardina.

Todo esto estaba y está en la “Teología de la liberación” que, gracias a esos “entramados” y a pesar de estar más que denunciada por la Jerarquía de la Iglesia Católica, se “resiste” a morir y desaparecer. Y sigue haciendo daño. Porque es un foco de podredumbre moral que está en las antípodas de lo que es la Iglesia. 

De hecho, no hay ni un solo sitio en hispanoamérica donde la TL pueda presentar resultados positivos de vida eclesial, de espiritualidad, de vocaciones…; ni siquiera de mejora material de aquellas “pobres” gentes -sus “preferidas", y las del buen Jesús, y las de la Iglesia, según su casposo e inútil ideario- a las que les ha caído en “suerte” la tal TL. Ni un solo sitio. Ni un solo resultado positivo. Al contrario: la descristianización y la “colonización” por parte de las sectas ha sido el resultado patente y palpable; eso sí, bien arropado todo y bien tapado por “palabritas” al uso. O silenciando sin más a sus opositores. Y así le va a la Iglesia Católica en esos países: de retroceso en retroceso, caldo de cultivo de toda aberración doctrinal y litúrgica, y negación práctica de lo que no debe ser NUNCA la Iglesia.

Y, necesariamente, no puede ser de otra forma. Porque “Una Iglesia pobre para los pobres” no es la Iglesia Católica: es su negación; o su negativo. Y lo es porque esto no ha salido de Jesús, que es el que la fundó y, por lo mismo, es su fundamento. Esto es un “invento” humano, del que Jesús -ahora sí-, nos dio la clave de interpretación para desenmascararlo -a este y a cualquier otro que haya salido o salga-, precisamente en el marco de Sus enseñanzas sobre la verdadera Caridad: Por sus frutos los conoceréis (Mt 7, 16).

Guardaos de los falsos profetas [ojo a la entradilla, que dispara ni m´s ni menos que contra los ¡FALSOS PROFETAS!], que vienen a vosotros disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. [¡Impresionante el lenguaje tan “políticamente incorrecto” de Jesús en persona! “¿Quién lo podrá soportar?” (Jn 6)] Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cosechan uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, y el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede dar frutos malos, ni un árbol malo frutos buenos. [¡Es tan “lógico” Jesús! Y así es todo -lógico y sencillo- en la vida espiritual y en la vida eclesial cuando lo que se busca es amar a Dios, y amar a la Iglesia, y amar a los demás. Y remata Jesús sus discurso:] Todo árbol que no da fruto bueno es cortado y arrojado al fuego. Por tanto, por sus frutos los conoceréis (Mt 7, 15-20). Lo repite para que no se nos pase por alto.

El lema “Una Iglesia pobre para los pobres” me suena más a herejía que a catolicismo. Lo digo con total sinceridad y absoluta franqueza. ¿Me puedo equivocar? Me puedo equivocar. Pero agradecería que se me dijera en qué, cómo y de qué manera; no simplemente, “te equivocas” y punto.

Porque, y por poner una referencia ya que estamos en el tiempo pascual: uno se coge los discursos de Pedro en Pentecostés y días posteriores -los que hemos leído después de la Pascua-, discursos tras los que se convirtieron miles de personas, discursos en los que Pedro dice a los presentes que habían entregado a Jesús a la muerte, y que se arrepintiesen si querían salvarse…, y no hay ni una sola palabra al respecto: ¡es que ni nombra a los pobres!; y sería más que sorprendente inverosímil que algo tan esencial y fundamental como “la opción preferencial por los pobres” -para algunos, la única aportación “potable” del CV II- es que ni la nombrase. Y encima, ¡van y se convierten miles! que es lo más extraodinario y lo más incongruente si hubiese faltado lo más básico. Y finalmente y para más inri: la Iglesia no hubiese sido la Iglesia en casi dos mil años, cosa que es absolutamente no solo ilógico sino simplemente demencial.

A estas alturas -y con la que está cayendo-, pretender inventarse la Iglesia…, es como querer descubrir América.

Pues hay gente así. Y en la Iglesia. Fuera, también.

6.05.17

¡Necesitamos la Verdad en la Iglesia!

Sin la verdad el hombre se muere: intelectual, moral, eclesial y espiritualmente hablando. Porque, lo mismo que hemos sido creados por la Verdad -En el principio era el Logos (Jn 1, 1), estamos hechos para la Verdad: para vivir en ella y por ella. 

Lo queramos o no, lo reconozcamos o no, somos “racionales” -ya nos lo descubrieron y nos lo demostraron “racionalmente” los griegos cinco/cuatro siglos antes de Cristo, y sigue estando vigente todo eso-, aunque haya mucha gente que no lo demuestre en su actuar, o se apee de tal naturaleza y tarea, o lo desprecie sin más y se ponga como máximo nivel “pseudo-intelectual” cualquier ideología de turno o de guardia; y cuanto más degradante sea por más inhumana, mejor.

Como “no podemos” vivir sin Dios. O sin Fe. O sin libertad. Cuando al hombre le falta alguna de esas cosas -vitales para ser persona- por un tiempo que se pasa por mucho y echa raíces, su vida se torna despreciable, insoportable e indigna de ser vivida; porque una persona así se ve incapaz -ahora, y paradójicamente, “con razón"- de luchar por ella y sacarla adelante: se ve incapaz de vivir.

Los suicidios morales y/o físicos -que están in crescendo en todo el mundo y ganando terreno en edades cada vez más tempranas-, lo demuestran, porque van a la par con la “ausencia” de Dios, que es “la verdadera Vida del hombre”. Y, además, la única Vida -la única Verdad- que lo dignifica y lo protege contra las fuerzas, tanto internas como externas, que pretenderán y pretenden que abdique de su dignidad personal; y, materialmente, se destroce y se aniquile.

Sin Verdad el hombre queda esclavo y esclavizado: de sí mismo y de lo que le rodea. La libertad se da solo en la Verdad y en el Amor, que proceden de la fuente originaria de la Creación que es Dios mismo. El hombre, lo quiera o no, “es” dependente: de la Verdad, del Bien y del Amor que están en Dios, del que procedemos y hacia el que vamos.

¿A qué viene toda esta entradilla? A toda la parafernalia que se está montando -en la Iglesia y fuera de ella, pero a mi me interesa “en” la Iglesia- a todos los niveles, con un uso del lenguaje que no solo no es inocuo, sino inicuo; y todo con un tufo de irracionalidad que no solo apesta, sino que ahoga…, y mata: las conciencias, en primerísimo lugar. Porque se ha llegado ya a un punto en que no se sabe de qué se está hablando, ni dónde estamos. Lo único que tenemos claro es, si seguimos así, a dónde vamos: al precipicio, por decirlo “caritativamente".

Y pongo unos ejemplos “calentitos", de plena actualidad.

El primero viene de Bélgica, donde unos “Hermanos de la Caridad” -congregación religiosa laical masculina, fundados en Gante, en 1807 y aprobados por Roma en 1888, con unos -a día de hoy- 600 religiosos y 103 casas en el mundo- y que se dedican -mejor, “se dedicaban"- al cuidado de ancianos, ciegos, enfermos mentales, pobres, discapacitados, y sordomudos, se han desmelenado con que van a aplicar en sus sitios de “acogida y atención” las leyes belgas de eutanasia y demás a todo el que lo pida.

Claro, le ha faltado tiempo a su Superior, que vive en Roma, a solicitar al Vaticano que pare la masacre; porque a él, ni caso ya. Y menos mal que eran “de la Caridad", porque si llegan a ser “de la mala leche"…, ni te cuento la que arman.

Pero esto se está haciendo también en otras instituciones de titularidad “católica"; solo que no han dado “el salto a la fama” de los belgas de la Caridad; la última -de momento-, en Irlanda, donde un hospital “católico” ha anunciado que practicará los abortos previstos por la ley irlandesa.Y lo mismo sucede en universidades “católicas” donde se dedican a “matar” conciencias, que es bastante peor que practicar abortos o eutanasias. 

Con todo, lo peor es que nadie “de arriba” ha movido un dedo para atajar o salir al paso de estas burradas que no tienen nada de católicas porque son inmorales de raíz; con el agravante de que cuando, supuestamente, se ha pretendido hacer -caso de la Universidad Católica de Lima, o con el caso Livieres, que en gloria está, por poner dos ejemplos-, ha sido peor el remedio que la enfermedad. Con lo cual…

Ya no se sabe -en amplios sectores de católicos y de miembros de la jerarquía- lo que significa “caridad". Ni “católico". Ni “Iglesia". Ni “religoso". Ni “pecado". Ni “gracia". Ni “Magisterio". Ni “Fe". El relativismo, el buenismo, la pastoral de “rebajas", la asunción de ideologías y demás problemáticas mundanas que no tienen nada que ver con el quehacer y la tarea de la Iglesia, y un largo etc., han traído estas y otras cosas. Sin olvidar la dejadez, el tancredismo, el dejar hacer, el ya escampará…, cuando no directamente la asunción de esas posturas por parte de miembros de la misma Jerarquía católica.

Todo esto es tan grave, y está ya tan “interiorizado” en diversos sectores o segmentos de la misma Iglesia, que se ha llegado a un punto -y es el segundo ejemplo- en el que cuando un obispo -en este caso Novell: ¡bien por él!- ha querido echar marcha atrás y denunciar los usos indebidos y falseados de las iglesias y demás, al día siguiente le han salido ya unos cuantos respondones que le han dicho, públicamente: ¡tararí que te ví!, porque no le van a hacer ni caso. 

Por supuesto, la clac visceralmente anticatólica de páginas de religión “católica", han saltado como monos enjaulados para acoger misericoriosa y caritativamente a los respondones -cuatro gatos viejos y con sarna-, mientras se les caía la babilla con la fruición del desmadre activamente acumulado por tantos años de desidia eclesial; desidia que, desde esas mismas páginas, se ha trabajado desde hace ya bastantes años; y con notable éxito, especialmente con eminentes obispos, arzobispos y cardenales españoles: con la mayoría de ellos.

El tercer ejemplo -también muy reciente: de esta misma semana- es la “presentación” que hizo el mismísimo exdirector del Instituto Superior de Pastoral de Madrid y profesor colaborador de la universidad San Dámaso, Antonio Ávila, de Marciano Vidal, “teólogo moralista", al que hace años el Vaticano y la CEE lo pusieron a caldo por sus errores de bulto en cuestiones de moral pues justificaba por la directa la homosexualidad y la masturbación; así, sin más; y de hecho le obligaron “oficialmente” a retractarse de tales errores, cosa que hizo, con gran escozor por su parte, porque eso duele. 

Pues el tal Marciano, con el buenísimo saber hacer de PPC y con el concurso inestimable del ISP de Madrid -que ya no saben ni uno ni otro de qué va lo católico, y si lo saben, peor-, flanqueado por tales “instituciones” se “larga” con la declarada de que “los católicos divorciados y vueltos a casar pueden comulgar". Todo ello, insisto, con el patrocinio, visto bueno, apoyo y supongo que también con perricas de PPC y del ISP de Madrid. A nadie le habrá extrañado que haya añadido que la Amoris laetitia es la antítesis -a la contra, se la carga- de la Veritatis splendor.

De pena ambas instituciones eclesiales, o así, que ya no saben ni lo que son; o sí, claro. Pero peor es que los que debieran tomar cartas en el asunto  -"o no", que diría un famoso estadista del que no recuerdo nombre ni lugar-, deben estar muy entretenidos viendo los partidos de fútbol en San Antón, que les sale más baratito; y hay, además, muy buen ambiente.

Todo esto, no es que sea un caos, que lo es: es el desprestigio más absoluto de la misma Iglesia Católica. Porque ninguna institución -excepto las del mundo marxista-comunista-socialista- pueden sostener una cosa y su contraria y que no pase nada, y pretendan que el tinglado se va a mantener tal cual.

Si no se corrige -con tesón y fortaleza por parte de la Jerarquía-, si no se vuelve a acoger, respetar, difundir, y encarnar la Verdad de Dios -de su Palabra, de su Gracia y de su Iglesia-, si ya no nos creemos que hay más Verdad en el Credo que en lo que nos dicen los “enteraos” de turno…, nos vamos a convertir en una iglesita más, algo mínimo e inoperante, colocados al mismo nivel que las protestantes y luteranas -y asimiladas que aún pululan, sí- y con las que ahora parece que tenemos tantos puntos en común que somos ya prácticamente la misma cosa, a falta de firmar algún papelillo de nada…; lástima que ya no sean tampoco nada espiritualmente hablando, y menos aún en orden a la Salvación. 

Por cierto, han llegado a la nada más absoluta precisamente por esto que acabo de escribir: han llevado tan malamente y con tanta frecuencia la jarra a la fuente, que se les ha cascado: y se han quedado sin Verdad y, por tanto, sin Doctrina y sin Fe: exactamente y en concreto, sin Dios.

Necesitamos aire fresco, límpio. Necesitamos Verdad. Gracia. Necesitamos a Dios y a su Iglesia.