"La esencia de la sociedad moderna"
El card. Marx -de la Iglesia Católica, presidente de la CEA, del grupito de “expertos” e “íntimos” que asesoran al papa Francisco, escogidos expresa y digitalmente por él para eso, etc., etc. -será por títulos y leyendas-, acaba de bramar contra la Iglesia Católica. Sí, sí, como lo están leyendo, que no me lo invento, desgraciadamente.
Un miembro más de la Jerarquía católica que se vuelve contra la Madre -su Santa Madre, la Iglesia Católica- que lo ha hecho, y que le ha dado todo lo que es y tiene. Uno más, y empiezan a ser si no “legión” -como aquellos demonios que se llamaron eso mismo ante Jesús-, si numerosillos. Muchos menos, afortunadamente, que los que están calladitos y haciendo su trabajo; aunque no todos los silencios significan eso, ni de lejos.
Pues el tal “cardenal” -sinceramente: me dan arcadas cuando lo escribo; más en este caso, porque llueve sobre mojado- se ha “despachado” con unas declaraciones públicas poniendo verde a la Iglesia Católica en Alemania -y, por tanto y explícitamente además, a toda la Iglesia Católica-, marcándose un broncazo contra la misma -la que debía ser la suya, pero…, ¡vete tú a saber!- por no haber defendido, desde años atrás, ni defender ahora tampoco, a los homosexs: alemanes por lo corto, y del mundo -¡uníos!- por lo largo. Así, tal cual. [No explica lo que significa “defender", pero si me animo ya lo haré yo en otro momento].
No contento con semejante rebuzno, un poco más adelante le atiza otra “bronca” a la Iglesia Católica -la suya, al menos hasta que se vaya o lo echen: ¡que no caerá esa breva!- porque no ha sido, ni está siendo -y cito-: “pionera en la defensa de los derechos de los homosexuales". ¡Toma nisperos, Carmelilla!
Y como es lógico y obligado, no debería faltar -que no se le olvida, no- el que la Iglesia Católica pida perdón, claro -nunca ningún homosexs por su cristianofobia declarada y nunca reprimida: con sus insultos, sus persecuciones, sus llevadas a los juzgados, sus difamaciones…, contra hermanos suyos en el episcopado, o contra los católicos en general-, por el mal trato que les ha dispensado -a los homosexs y asimilados- durante siglos y siglos. ¡Que no hay derecho, oyes, y ya está bien! Y ha manifestado que se siente arrepentido de no haberlo hecho él antes, pero que lo hace ahora, que todo eso le da mucho dolorcillo. [Hasta 1994, en Alemania estaba prohibida por ley la homosexualidad].
Para mayor escarnio de lo que es y representa -de lo que debería ser y representar-, y ya metidos en harina, el tal cardenal se larga con que “la legalización [recientemente, en Alemania] del matrimonio homosexual” -legalización de la que es ferviente, entusiasta y amoroso partidario, y por eso mismo la aplaude hasta con los…, con lo que sea-, “no va contra la Iglesia Católica". ¡Para nada, oiga; que hay que tener mucha mala fe para afirmar una cosa así!
Por todo esto y más el tal… -se me ha olvidado- clama porque la Iglesia Católica sea -porque no lo ha sido, y ya es hora de que lo sea- “la vanguardia -"pionera", dice también textualmente un poco más adelante; “adalid", se diría en castellano- de los derechos LGTB en Alemania". Y de ahí, al mundo mundial.
Para “justificar” sus desatinos -y supongo que también para “justificarse"- este buen sr. -de 63 años de edad, sacerdote en 1979, doctor en teología y profesor de DSI, obispo en 1996 y cardenal presbítero de san Corbiniano -si éste levantara la cabeza le mandaría el oso que lo llevó a Roma- en 2010 por el papa Benedicto XVI, que lo colocó como arzobispo de Múnich y Frisinga-, pues este buen sr., digo, echa el resto -ya lo poquito que le queda y tiene- en el plano filosófico-teológico-pastoral, y como su “gran visión” de la Iglesia -no sé si después o antes de una buena y sonada oktoberfest- aporta dos “grandes momentos” de lo que debe ser la Iglesia Católica hoy, y donde debe estar.
El primero, que como el matrimonio homosexs está en el orden civil, su aprobación por parte de la autoridad correspondiente -la civil- no es un ataque contra la Iglesia Católica y, por tanto, ésta -la Iglesia Católica- “no debe pronunciarse". ¡A callar, march! ¡Lo típico y lo tópico en un oktoberfest ya avanzado, y en el que se ha participado con interés y vehemencia!
Para aclararnos. La Iglesia Católica tiene todo el derecho y todo el deber de pronunciarse contra todo lo que vaya contra la persona humana, porque “el hombre es el lugar de la Iglesia", como dejó bien clarito san Juan Pablo II. Venga de donde venga: de la filosofía, de la política, de sus cardenales, etc.
El segundo es más… -¿cómo lo diría sin que pueda parecer una ofensa…?; nada, no doy con ello y, por tanto, me callo misericordiosamente; bueno, sí-, “peleón” -algo así como el vino de tetrabrik-, de poca categoría, sin pedigrí que se pueda presentar y con el que quedar bien: no podemos pretender -dice, para quien le quiera oír- “hacer leyes estatales de todos los conceptos morales cristianos”. Es más: la Iglesia Católica debería ‘ponerse de perfil’ o ‘mirar para otro lado y silbar’ ante todos estos temas. Seguimos en la oktoberfest: ¡A callar, march!
El colofón con el que cierra sus declaradas no podía estar a menor nivel, y no defrauda: quien no lo entienda así, “no entiende la esencia de la sociedad moderna". Empezando, claro, por la Iglesia Católica. Y, por tanto, está “aut", está “fuera": ni se está ni se le espera.
Seguimos con la machacona postura, que unos cuantos pretenden convertir en el único horizonte de la Iglesia Católica, de “adaptarse al mundo o morir". No tiene otra. Bueno, tenerla la tiene, y los católicos de los países árabes -en Irak y Siria- nos la han mostrado y nos la muestran cada día: ser mártires antes que renegar de la Fe en Cristo y de su Iglesia. Pero… eso es pedirle peras a los católicos del mundillo occidental, cuyos pastores -unos cuantos- ya han “desaparecido", o están en ello.
Debe ser eso lo que desde hace tantos años ya le ha pasado y le pasa a la Iglesia Católica en Alemania: que está “aut", disminuyendo a marchas forzadas, y al paso de la musiquilla popular de las oktöberfest. Y de hecho, entre 2015 y 2016 se le han ido “fuera” -se han dado de baja “voluntariamente", ojo: ¡eso ya es casi un auténico agujero negro, que se traga todo!- nada más y nada menos que 240.000 católicos, adultos en su inmensa mayoría, con nombres y apellidos; y con sus aportaciones económicas a la Iglesia, lógicamente. Esto creo que, sin forzar la máquina para nada, bien puede catalogarse de “una iglesia en salida"; prácticamente “a la carrera"…, y “que el último apague la luz, que el contador corre".
La Iglesia Católica en Alemania se está muriendo, y no es de extrañar. Como la luterana o la anglicana, que, para conocimiento del Marx este, lo hacen fruto de su fiel “adaptación” o “seguimiento servil” a las instancias civiles, o sea, mundanas. Si es eso lo que quiere el sr Marx, lo está haciendo de pegada porque lo está consiguiendo.
¡Amén!