"La democracia no tiene nada que ver con la verdad"
La frase, como pueden comprender fácilmente, no es mía, no. La ha proclamado a los cuatro vientos un icono vivo del “pensamiento débil", Gianni Vattimo, filósofo, escritor, comunicador, profesor de filosofía, eurodiputado neomarxista, antes nietzschiano, antes nihilista, antes cristiano, antes católico…, pero nunca ateo. Una persona que, a lo que se ve, no se casa con nadie, o sus matrimonios le duran solo una temporadita. Todo este currículum está elaborado según declaraciones de su propia boca y de su propia pluma.
Lo reproduzco de nuevo: “la democracia no tiene nada que ver con la verdad". Y en esa misma línea podría afirmarse que “la democracia no tiene nada que ver con el bien". Las dos afirmaciones tienen la misma base y el mismo recorrido: la democracia no tiene nada que ver con el “ser” de las cosas. Por eso, en su práctica real, en su día a día, es un “invento” degraciado, cruel e inhumano.
Pero, ¿qué significa, realmente, que “la democracia no tiene nada que ver con la verdad?” Significa algo muy serio y muy iluminador: que “la democracia occidental” y por definición de quien la conoce muy bien desde dentro, pues toda su vida la ha vivido en ella, y además ha teorizado sobre ella con los recursos de sus posturas filosóficas y de su innegable intelectualidad -que no pocas veces le ha traicionado-, es un invento voluntarista, desgajado de las constantes antropológicas de la persona humana, que son:
1. Su “capacidad de conocer la verdad de las cosas".
2. Su “obligación moral de hacer el bien y vivir para darle cumplimiento".
3. El reconocimiento y aceptación de su “ser social y sociable por naturaleza", empezando por el ámbito familiar, que es donde todo hombre nace y tiene derecho a nacer. Es decir, desde el fundamento “del ser de las cosas", empezando por la verdad y la dignidad de su propio ser, que está en Dios, y que aprende y recibe en el seno de su familia.
Es decir: la democracia occidental está montada sobre la MENTIRA -el mal intelectual-, sobre la INMORALIDAD -contra la obligación “moral” que tiene el hombre de hacer el bien, a sí mismo y a los demás: “no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a tí"; este es el primer principio de la ética o de la moral-, y, por tanto, CONTRA la persona humana, a la que debería servir, por servir al “BIEN COMÚN” de la sociedad. Su fruto más genuino -y no puede ser otro- es la CORRUPCIÓN, que tiene como base la MENTIRA, y como soporte (anti)jurídico el llamado “voluntarismo o POSITIVISMO jurídico“, o sea, la mera voluntad de los gobernantes. ¡Para echarse a temblar! ¡O para volar hasta Marte como lugar más cercano!
Por/para conseguir todo esto, lo primero que se plantea la democracia occidental, cuando no ha nacido ya con este fundamento, es “matar a Dios": borrar cualquier rastro -hasta “físico” de la presencia de Dios-, echarle de su casa, dejarle sin hijos -los hombres-, para que estos vivan y se lo monten “como si Dios no existiese”. Que sí existe, y es imposible demostrar racionalmente lo contrario…, pero como si no. De hecho el ateísmo es irracional, y no pasa de un mero voluntarismo. Eso sí, es un pecado grande.
Lo segundo -y es empeño tan trascendente para la persona humana como el anterior- es “matar a la familia”. Para ello se ha ido marcando -paso a paso, para no alertar y espantar la caza- toda una escalada terrorífica y demoledora, que ha incidido, dramática y especialmente “contra” la mujer, porque es la que más “aporta” en el mundo familiar; pero, por contra y a su vez -aunque esto no se lo dicen, claro-, es la que más ha sufrido los inevitables e ineludibles efectos: “libertad sexual", “derecho al sexo", “sexo seguro” -sin consecuencias “desagradables"-, divorcio, anticoncepción, aborto, vientres “comprados” -de las más pobres y por los más ricos-, “otros modelos de familia", ideologías LGTBI a capón, etc.
De este modo, el hombre, ya sin referentes “objetivos” -ni Dios ni familia-, es decir, sin fundamentos “ajenos” a él mismo, o sin fundamentos que pueda reconocer “frente” a él mismo -como de hecho reconocen tantos y tantos, y los descubre el conocimiento común y espontáneo de las gentes, y los fundamenta científicamente la filosofía y la teología “realistas u objetivas"-, el hombre -y aún más la mujer- que ya no sabe de dónde viene ni a dónde va -desconoce el sentido de su vida y la de los demás, sus semejantes- se convierte así en un pelele en manos de los mandamases, que hacen con él lo que quieren -como vemos que están haciendo a diario y sin ningún pudor ni vergüenza-, además de convertirse en un pelele de sí mismo: las dos cosas son inseparables y, por eso, se dan juntas y se retroalimentan.
¿Por qué la democracia occidental necesita “matar a Dios"? Muy sencillo y directo: porque sin Dios la persona humana no tiene esos referentes “objetivos” de verdad, de bien, de dignidad…, de nada: porque, sin Dios, le falta el referente último del ser de las cosas, que proceden todas de Él, el Creador. Especialmente, el hombre sin Dios se queda “huérfano", suspendido en el abismo en que se convierte su vida. A las vacas les da un poco lo mismo todo esto, que yo sepa.
Y la democracia occidental necesita “matar a la familia” para poder cortarle a la persona humana no solo sus raíces -humanas-, sino también cualquier referencia o deber con los demás: es un verso suelto. O una vaca; y ya se sabe que los animales -todos- están al servicio de la especie o de la colectividad.
Por cierto y no es pequeño detalle: en esto, la democracia occidental es una copia calcada del nazismo, y del marxismo-leninismo-stalinismo-maoísmo-castrismo, etc. Por si alguien no había caído en la cuenta.
Todo esto, los impostores de la progrez de izquierdas o de derechas -que, a día de hoy, son perfectamente reversibles-, lo venden como una “conquista de la libertad” -menos para educar a tus hij@s conforme a tus principios y a tu derecho como padre, por poner un ejemplo-, con el trampantojo del “hacerse a sí mismo” -pero ojo como no estés de acuerdo con el mundillo y las dictaduras LGTBI, que serás acusado y dilapidado como “homófobo” o así-, del “no tener que rendir cuentas ante nadie” -excepto ante Hacienda, si no eres Pujol o asimilado-, y de la zanahoria “del estado de bienestar”: un estado que no impide que te eutanasien -a tí, o a cualquiera de tus hijos, tengan la edad que tengan- en cuanto les venga bien…, y un juez lo firme, que siempre lo hay. Como siempre habrá quien lo ejecute. Amén del “sexo a todo tren".
¿Alguien, en su sano juicio -en plenitud de sus facultades intelectuales y morales: es decir, sin renegar de ser persona humana- puede estar conforme con alimentar semejante monstruo? Parecería imposible… y, sin embargo, lo está. Millones, solo en España.
Y, para más escarnio, todo este tinglado se alimenta con los votos. Votos “humanos". Cosa que, por ejemplo, las vacas no hacen: no pueden. Pero, si pudieran, tampoco creo que quisieran; lo digo con sinceridad: los animales son “listos” por naturaleza, y el que no da la talla… no vive mucho, la verdad.
PD. Que nadie que quiera comentar me venga con que si yo quiero la dictadura u otras cosas del mismo nivel: un poco de dignidad personal -al menos intelectualmente-, y un poco de respeto a los demás. Por fa.