13.01.18

¿Los "signos de los tiempos" han de ser/son "los signos de la Iglesia"?

Me parece una cuestión capital: para los propios tiempos -si se me permite la audacia-, pero especialmente para la misma Iglesia Católica: “le va la vida", presente y futura. Y me explico.

“Los signos de los tiempos” fue una bandera que, de cara a la preparación del CV II -practicamente, casi ni la hubo-; más aún, en su desarrollo: se convirtió en un “mantra” que se repitió más que mucho. Siempre con un sentido peligrosamente “agresivo” -o así- contra la misma Iglesia: estaba a punto, decían los “entendidos", de “perder el tren” de cara al mundo. Se supone, aunque no estaba claro del todo, que para seguir siendo “el alma de la sociedad". ¿O quizá ya no; quizá era ya otra la intención?

Pero el tal “mantra” hizo furor, especialmente, tras el Concilio, cuando una facción más que respondona en el seno de la propia Iglesia, se lo apropió; dandole, eso sí, una vuelta de tuerca más con el sonsonete de “el espíritu del Concilio".

La pinza que crearon sus valedores con los dos mantras, se ha manifestado -lo vemos cada día, declaración tras declaración, en una cadencia y con una constancia “ejemplares"- desastrosa: una autentica tragedia se gesta en la Iglesia, en la que va a haber un antes y un después de Francisco. 

Bueno, esto ya es, más que palpable sólo para “entendidos", abiertamente manifiesto: excepto para los autociegos, que los hay -teniendo ojos no ven, teniendo oídos no oyen, y teniendo entendimiento no entienden-; y para los que propugnan al Papa y sus “aportes” como la “nueva Iglesia que el mundo necesita".

Curioso, cuando no sospechoso, que siempre aparezca “el mundo” como referente, y desaparezca siempre “la persona". Curioso. Aunque tampoco es nada nuevo en la Iglesia: después de 2018 años queda poco espacio, e incluso muy poco tiempo ya, para originalidades.

¿En qué consiste el tal desastre? ¿Qué pretende la pinza; mejor, sus “valedores” de cara a la Iglesia? Vaciarla. Convertir la Iglesia en una carcasa vacía -una sociedad más, de hechura humana- al modo como la actual (in)cultura, o los modernos (anti)"valores", o la (in)existente (anti)intelectualidad y las políticas que han dado a luz, han convertido al hombre -a la persona-, en un remedo de mero “espantapájaros": sólo le queda ya la apariencia externa. Aún no les han cortado las orejas, por decir algo, pero sí les operan los genitales -a los críos y crías, desde los seis o siete años, más o menos, a petición de los “responsables", y/o progenitores 1 y 2, y/o compradores en el mercado abierto y libre-; y, por supuesto, los matan a mansalva y sin motivo que lo justifique; menos aún por una causa real, que nunca existe: les basta que tengan la “infame e intolerable pretensión", inasumible por los mundanos, de “nacer".

Y da toda la impresión de que en este furor -"¡los signos de los tiempos!"- estamos. También en la Iglesia, que es lo verdaderamente preocupante, por importante. Pues, por sus frutos los conoceréis, que es la prueba infalible e irrefutable. Para el que quiera pruebas, claro, porque necesita discernir, juzgar y criticar. Porque “comulgar con ruedas de molino” no es comulgar. Y porque me lo dice el Señor, y me lo ha enseñado la misma Iglesia: la de Cristo, porque no haya otra.

San Juan Pablo II y Benedicto XVI -futuro santo canonizable: porque ya lo es, y desde hace mucho-, dos Papas según el Corazón de Cristo -ahí están sus vidas para el que lo quiera comprobar-, quisieron ser un “muro de contención” para la “gran espantada” que estaba asomando en la Iglesia. Y lo fueron: de hecho, con ellos, la Iglesia Católica recuperó el prestigio -ante las sociedades, ante las naciones y ante las gentes de toda condición- que tuvo, sí, pero que hacía ya años había perdido, y su deriva no presagiaba nada bueno. Y la Iglesia Católica creció como nunca.

¿Qué ha pasado? Algo muy sencillo de ver: en cuanto han faltado ellos, han dinamitado -están en ello- esos mismos muros; y las aguas se han salido de cauce, y lo están arrasando todo: haciendas y personas.

Por cierto, el “bien” que traerán estas cosas cuando se reviertan y las aguas vuelvan a su cauce no sirve para negar el MAL y la tragedia que traen las riadas; como el “bien” que trae la paz que pone fin a una guerra no justifica el mal que es en si mismo la guerra. Por eso, no hay que hacer la guerra para que venga la paz, sino vivir en paz; como una cosa es regar los campos y otra, muy distinta, es una inundación, de la que hay que proteger campos y personas.

¿Por qué la Iglesia no puede seguir “los signos de los tiempos"? Menos aún hacerlos suyos y reducir su misión -su vida- a ello, por supuesto. O dicho de otro modo: ¿por qué los “signos de los tiempos” no lo son -no lo pueden ser- para la Iglesia? Si alguien cree que sí, me encantaría que me dijera las razones: los argumentos lógicos, racionales; no el mero “porque sí", o “porque lo digo yo".

Por una razón absolutamente determinante; razón que no está en el mundo, ni en la misma persona humana y, por tanto, no es deducible desde ahí, desde esos horizontes, porque no es intramundana: como no lo es Dios, ni lo puede ser. Ni la Iglesia, por tanto. Esto lo pone Jesús de manifiesto cuando nos explica -nos revela- nuestra condición/vocación de hijos de Dios, a la que hemos sido ELEVADOS, y en la que hemos sido LLAMADOS: Vosotros sois la sal de la tierra; vosotros sois la luz del mundo; un poco de levadura hace fermentar toda la masa; en el mundo estabais, pero Yo os he sacado del mundo, por eso no podéis ser “mundanos"; no podéis servir a dos señores; pongo enemistad entre tí y la mujer, entre su descendencia y la tuya: y ésta te aplastará el calcañar.

Así podría seguir recopilando citas, pero sobran con estas. La Iglesia Católica -como Dios mismo, como la Fe, como todo lo sobrenatural- “no puede ser medido por nada del mundo", por nada mundano, ni siquiera por la misma persona humana.

Es al revés: la Iglesia “mide” al mundo, como “mide” a la persona humana. Del mismo modo, la Teología no es la esclava de la filosofía, sino que es la filosofía la ancillae Theologiae; como no es la Fe la que está por debajo de la razón, sino que la razón es la ancillae Fidei; como es la Ley moral la que “mide” y “forma” a la conciencia humana, y no al revés: no es la conciencia humana la que “hace” la Ley moral.

A la vez, y por lo mismo, la Iglesia Católica “sirve” a la persona, porque la salva; la Fe -infusa, sobrenatural- “sirve” al entendimiento, porque lo eleva y lo “cura” de sus desviaciones y desvaríos; y la Ley moral “sirve” a la conciencia, porque la sana y le restituye su verdadero papel. “Sirven", desde su sitio y sin salirse de ahí: nunca “apeándose” de donde las ha puesto Dios, y donde las quiere Dios; porque si se salen o si dejan de cumplir su misión -si se desvirtúan- se corrompen. Y corrompen.

De modo que “los signos de los tiempos” que, en el mejor de los casos siempre serán temporales, sólo pueden aportar remedios “temporales"; remedios que sirven en lo que sirven, supuesto que acierten; cosa que no siempre es así: y ahí están las subidas y bajadas de la cultura o de los “valores” -al uso público y privado-, para ponerlo de manifesto. Mientras que Dios sirve siempre, acierta siempre, es siempre incondicional de sus hijos. Y la Iglesia, en la medida en que se deja guiar por el Espíritu Santo, también; y cuando los hombres que hacemos la Iglesia en cada momento histórico nos rebelamos contra ese “dejarse guiar” lo estropeamos todo. Cosa que es patente a lo largo de la historia de la Iglesia.

Podría añadir más cosas, pero con lo que va por delante es más que suficiente. Al menos por ahora. Y a seguir con la oración constante, perseverante…, como nos pide el grandísimo san Pablo.

12.01.18

La "nueva sabiduría". Por el cardenal Parolin.

Cardenal Parolin

Se relanza la AL. Hoy, por boca del mismísimo Secretario de Estado del Vaticano, card. Parolin y, ayer como quien dice, por Chiodi y sus intentos de destrucción directa -"fuego amigo", dirían los yanquis- de la encíclica “Humanae Vitae” de Pablo VI.

Y se relanza en la misma Iglesia Católica desde hace unos pocos añitos, con el sonsonete de LO NUEVO. Siempre es “el nuevo advenimiento"; porque “lo que hay -y lo que ha habido hasta ahora- me lo voy a cargar". Que así las gastan.

Todo el “discurso” -mero trampantojo, o simple engañabobos- se monta en la mejor y más fiel lexicografía marxista, que vuelve a infectar a algún sector poco avisado y menos leído de la misma Jerarquía católica, pero que ahí está, instalado por puesto e impuesto; intentando -el cardenal- hacer honor a su sueldo y a la mano que le da de comer.

Todo se resuelve y se lleva al terreno -irreal, porque “no es"- de la “nueva hermenéutica", la “nueva apertura", el “nuevo entendimiento", la “nueva acogida” de los “nuevos problemas", para construir “la nueva iglesia” construída según “la nueva sabiduría”

Ciertamente, calificar todo esto de “nueva sabiduría", si no fuera porque lo dice en serio -lo que tiene su mérito, indudablemente-, sería de chiste: malo, por supuesto. Pero así están las cosas. Y le voy a entrar a “esto", porque creo que hace falta.

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7.01.18

Gil Tamayo: sí..., pero no. IIª parte.

Ya sé que acabé la publicación anterior escribiendo que, con lo dicho, había más que suficiente. Pero luego he caido en la cuenta de que no, que no era suficiente, porque faltaban al menos dos puntos muy importantes; quizá los más importantes. Y son los siguientes.

1. En toda la entrevista en El Mundo, Gil Tamayo, casi cinco años Portavoz de la Conferencia Episcopal Española, no dice ni una sola palabra de AUTOCRÍTICA respecto a la situación o situaciones que denuncia; hace muy bien en denunciar, claro; pero “no decir ni mu” sobre la responsabilidad que, en tal o tales situaciones, ha tenido y tiene en todas ellas la Iglesia Católica en España, pues no es de recibo.

No se puede achacar al secularismo imperante toda la culpa a la hora de valorar la falta de hijos, las situaciones extramaritales, la falta de Bautismos y de Matrimonios eclesiásticos… ¿No ha tenido nada que ver la Iglesia católica, desde su misma Jerarquía, con todas esas situaciones?

Pues así, dan la impresión de que están contentísimos con haberse conocido entre ellos. Así, se sitúan como meros ESPECTADORES. Pero así, ellos mismos se retraen de ser los protagonistas de la misma Evangelización: hacen dejación de funciones, después de haber hecho mutis por el foro.

Mucho menos pretender que en la llamativísima “falta de valores” que apunta como causa -una más- de esa o esas situaciones, la Iglesia no tiene nada que ver, porque no tiene nada que decir. Y esto es gravísimo.

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3.01.18

Gil Tamayo: sí..., pero no. Y lo siento.

A Gil Tamayo le han hecho una entrevista en El Mundo, diario que tiene un marchamo de  identidad católica impecable, en la que salen diversos temas, todos de actualidad. 

Las respuestas del Portavoz, son quizá académicamente irreprochables; al menos a simple vista, o a vista de quien necesita algún ajuste óptico o corrección oftalmológica. Porque en sus declaraciones, en algunas, se sale por la tangente o se queda en la superficie o, por la directa, simplemente tergiversa el asunto. Y como no es tonto, hay que pensar que lo hace aposta: gages del oficio.

Portavoz también es eso, sirve también para eso y entra en el sueldo. Pero les hace un flaco favor a sus superiores, además de a sus ovejas: que se supone que los pastores lo son porque las tienen.

Y yo le voy a entrar a esos temas que él desenfocada o en los que se escurre: porque no estoy de acuerdo con alguna de sus respuestas o de sus enfoques; porque no es mi portavoz; y porque quiero ayudarle, y también a los señores obispos; y, cómo no, a las almas todas.

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29.12.17

"Fariseísmo" en estado puro. Y creciendo.

Aclaro, de entrada, que no me refiero para nada a los judíos. Tomo el término “fariseísmo” con la acepción que trae la RAE: “actitud hipócrita". Y también me pronuncio en contra de la violencia contra las mujeres, contra los hombres, contra los niños y contra los animales: contra TODA violencia, y no solo contra “alguna” y “selectiva” violencia, porque eso es simple e inmoral ideología.

Y lo de “fariseísmo” lo traigo a cuento -y lo denuncio- por los llantos, enfatizaciones, lagrimeos postizos, “rasgarse de vestiduras", clamores al viento, etc., etc., que, con ocasión de las últimas víctimas de la titulada por la progrez izquierdista, pero asumida inmediata y ovejunamente por la derechista -que pretende que a progrez no les gana ya nadie, y van perdiendo por goleada: lo de Cataluña es sintomático, aunque no lo quieran reconocer ni, mucho menos, valorar-, “violencia machista o de género". No hay medio, incluído la COPE, que no esté en este ajo.

¡46 mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas! [a estas alturas, 48 o 49 ya] ¡Intolerable! ¡Dónde vamos a parar! ¡Hay que acabar con esta lacra! ¡Ni una más! ¡Estamos fracasando como sociedad!  -por cierto, la única verdad que he oído en todo esto-, etc., etc. Que lo habrán oído como un mantra o como un lavado burdo de cerebro, machaconamente. En la mejor tradición marxista y/o leninista, porsu. Que, por cierto, se ha comido a la tradicional “derecha” en todas partes, y se ha pasado a un ovejuno “¡sí, señor!” respecto a la progrez “auténtica": la de toda la vida, la de máster y pedigrí certificados en alguna universidad… ¡católica, por supuesto!

Bueno, en todas no: no en EEUU, con Trump, que no es de “derechas", sino que va por libre y está muy por encima del stablishment oficial y oficialista -como debe ser-, y que ha hecho más por su país y sus habitantes -por todos ellos: también por los que no piensan como él, y contra los que ha tenido que luchar con tesón, y con algo más- en un solo año que Obama en ocho: que lo desgració por todos lados. Y al resto del mundo, también.

A lo que iba, Tomasa.

¡48 mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas! Tristemente, el matrimonio -casadas o no-, ya ni se nombra: se le ha borrado -perseguido hasta la extinción- como al callejero franquista, o como a la espada de San Fernando, o como al yugo y las flechas de los RRCC. Que éste es el nivelón.

Y, naturalmente -en lo que es “natural” para la progrez de todo signo, claro-, no se dice -se callan como muertos-, cuántas de esas mujeres asesinadas estaban “casadas” -lo que ha venido siendo, y se ha llamado hasta hace poco más de cuatro días, “casadas"- y cuántas estaban “emparejadas” o “exparejadas". Porque el dato es muy significativo -¡los datos son los datos!- para saber lo que se está DESTRUYENDO -que no “construyendo"-, con las leyes que están sacando adelante, país a país, incluso con amenazas y “multas” o “castigos", los auténticos amos del mundo: los del NOM.

Sólo una mujer asesinada ya es, efectivamente, un fracaso de la sociedad. Lo de las “órdenes de alejamiento” sería para estar riéndose hasta después de Reyes si no fuera por las tragedias, irremediablemente trágicas, que se han generado; para más inri, ¡con la ley en la mano! Pero a ésto hemos llegado, ésto nos han impuesto, y ésto es lo que se ha votado.

¡Por supuesto que estoy en contra de cada una de esas muertes! Pero hay que “poner los puntos sobre las íes” porque, en caso contrario, perdemos todos la cordura, y no haremos más que ahondar el mal hecho e instalado ya, desgraciadamente, dentro de nuestras sociedades; si a esto se le puede seguir lllamando aún “sociedad"…

Que no. Porque una sociedad que admite que sus dirigentes firmen y pongan en marcha la ley del aborto, automáticamente deja de ser sociedad porque ha abdicado de todas sus coordenadas: las que la constituyen -y la defienden- como tal. Como el gobierno que la firma -la ley del aborto-, ” se deslegitima automáticamente"; así lo denunció, proféticamente, el santo papa Juan Pablo II. Y a los “frutos” -los datos- me remito.

Y el primer punto es el siguiente. No puede uno rasgarse las vestiduras tan “selectivamente” porque entonces se queda con el antifonario al aire. Vamos: que se le ve el plumero y más. Es lo que he catalogado de “fariseísmo en estado puro". Como no se puede vociferar contra el maltrato animal y estar a la vez a favor del aborto. Como no se puede callar que toda la “educación” que favorece la promiscuidad sexual desde críos favorece el aborto, favorece el maltrato de la mujer, favorece la autanasia, la corrupción, la  perversión de menores…, todos los males habidos y por haber. Por su propia lógica, o por su propio peso.

No es honrado, no ya en el plano moral sino ni siquiera en el plano puramente intelectual, enfatizar LO MENOR y no decir ni una sola palabra respecto a LO MAYOR. ¡Entre 48 mujeres asesinadas este año -lo menor- y 110.000 bebés asesinados también este año -lo mayor-  (para añadir más iniquidad, en el propio vientre de sus madres) -¡que ya son criaturas, y ya son madres-, todavía hay clases! ¡Digo yo! ¡Y estar a todas horas con las 48 y callar, a sabiendas y como muertos, lo de los 110.000 es INMORAL! ¡Aunque lo pregone la COPE, que ya se ve que le ha picado el mismo “mosquito” del fariseísmo que al resto de medios! Y, por tanto, se ha vuelto tan farisea como el resto.

Sí, ayer, día de Los Inocentes, lo decía muy clarito el doctor Poveda, uno de los fijos todos los 28-XII: “Estar a las puertas de la Dator es como estar a las puertas de Auschwitz".

Este el progreso de la progrez: llevarnos a Auschwitz como futuro. Han empezado con los bebés que tienen el atrevimiento de pretender nacer -¿habrase visto mayor delito?-, han seguido con los ancianos, que salen carísimos, han pasado luego a los enfermos, tengan la edad que tengan, y pronto señalarán a los que llevan gafas, o son calvos, o están en edad de parir -¡qué horror: más niños!-, o tienen pecas… Total, lo de menos es el motivo a esgrimir: ¡lo que nunca dirán es que les pone matar! ¡O lo que cobran por instaurarlo!, que es la otra posibilidad real que queda.

Pues ya saben: a seguir votando a este personal y a pagarles sus sabrosos sueldos; que vendrán un día y se lo llevarán. Sí, a usted. “¿Y por qué a mí?", podrán preguntarse en el último viaje como dicen en el anuncio. “Porque me has votado", te podrán contestar. Y con razón.

¿Y los obispos? Pues ¡qué les voy a decir! Unos están muy ocupados en sus terruños: Cataluña, sin ir más lejos, y no tienen tiempo para más. Otros, están muy ocupados con los migrantes -no creo que lleguen a 5000, y repartidos entre todas las diócesis no les ocupan ni un finde, pero en fin, en algo se han de entretener-, y que les parece lo absolutamente esencial y necesario para la Iglesia Católica en España a día de hoy y no descolgarse de “los signos de los tiempos", y tampoco pueden ocuparse en nada más, porque no tienen más brazos; ni seguramente más inteligencia tampoco. De otros, no sabemos en qué están, porque ni lo dicen: sabemos, sí, que existen porque salen en el Anuario, pero casi nada más.

Sólo algunos -muy pocos aún- están en lo que tienen que estar, van contracorriente, luchan, hablan y desenmascaran las ideologías de muerte: encarnan al Buen Pastor.

¡Muchas gracias, de corazón, a estos últimos!

Y todo esto de las muertes de las mujeres y del aborto a tumba abierta lo traigo aquí, hoy, a cuento de que el próximo domingo, fiesta de la Sagrada Familia, la Iglesia Católica lo declara “Jornada en favor de la Familia y de la Vida".

¡Ojalá recuperemos la cordura, el sentido común, y el sentido moral de nuestra vida! Pero si no luchamos por ello, nos lo quitarán todo.