"La misión no es proselitismo" (papa Francisco)
El Papa ha vuelto a insistir -una vez más- en el mismo tema: le debe tener más que motivado. Y el tema no es otro que oponer radicalmente MISIÓN y PROSELITISMO como seña de identidad de su auténtica y verdadera “Misión Apostólica” de la Iglesia Catolica y de todos sus miembros; presentando el proselitismo como la anti-misión.
A nuestra Madre la Iglesia Santa su Misión, y hay que decirlo explícita y directamente le viene de Cristo; Misión que Él mismo, al tener que volver al Padre, transmite a los Apóstoles, a sus sucesores y a todos sus hijos que vendríamos después. Y así hasta hoy: es la Misión de la Iglesia de ayer, de hoy y de siempre. Que yo sepa.
He aprovechado la alocución del Papa en el Ángelus del pasado domingo, XIVº del TO, donde, desgranando el Evangelio de la Misa de ese día, acota expresamente esa separación y esa oposición. Y copio las “notas características” de la Misión que, a día de hoy y por mor de la voluntad del Santo Padre, han de ser las determinantes de la Misión Apostólica de la Iglesia: “la misión -dice-se basa en la oración", “es itinerante", “requiere desapego y pobreza", “lleva paz y sanación, signos de la cercanía del Reino de Dios". Pero añade, con determinación, esta conclusión que convierte a la vez en el “núcleo duro” de la misma: “NO ES PROSELITISMO, sino anuncio y testimonio".
Lo proclama basándose en la interpretación personal que hace del Evangelio del día, que revela cómo Jesús envía por delante de Él a las ciudades a las que tenía que ir a setenta y dos de sus discípulos; y les da unas precisas instrucciones para llevarlo a cabo: Y les decía: la mies es mucha y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envía operarios a su mies. “Poneos en camino". Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias, y no saludéis a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero:"paz a esta casa” Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y decidles: “El Reino e Dios ha llegad a vosotros". Pero si entráis en una ciudad y no os reciben, saliendo a sus plazas decid: “Hasta el polvo de vuestra ciudad, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que el Reino de Dios ha llegado". Os digo que aquel dia será más llevadero para Sodoma que para esa ciudad. Y sigue un poco más…
Ciertamente, nada que objetar al comentario del Papa respecto a que es oración, es también itinerante, exige mucho desprendimiento y lleva la paz y la sanación; sanación que habría que precisar que es antes y principalmente de las almas que de los cuerpos, como enseña -y obra-Jesús mismo.
Pero, ¿esa conclusión -y con esa rotundidad- es correcta, católicamente hablando? O, dicho de otro modo: ¿LA NEGACIÓN ROTUNDA DEL PROSELITISMO como parte integrante, si no finalista, de la Evangelización y la Misión, se puede mantener como signo determinante y conclusivo de lo que es la MISIÓN CATÓLICA? Desde luego, no de lo que ha sido y de lo que ha supuesto la CRISTIANIZACIÓN -o sea, la Misión y la Evangelización- de y en la Iglesia Católica a lo largo de toda su Historia… hasta este último domingo, a lo que parece.
Porque, supongo yo que, para hablar de la MISIÓN católica, habrá que tener en cuenta las palabras de Cristo en su Evangelio, además de los hechos concretos que Él realiza. Y habrá que tener en cuenta, también y necesariamente, toda la tradición evangelizadora de los más de dos mil años del quehacer histórico -doctrinal y pastoral- de la Iglesia Católica; y esto por una razón muy sencilla pero poderosísima: en la Iglesia Católica NUNCA ha habido, ni hay, ni puede haber, “borrón y cuenta nueva": siempre ha habido, hay y debe seguir habiendo, CONTINUIDAD, en todo orden de cosas; que, se mire como se mire, siempre es FIDELIDAD a Cristo…, y a la misma Iglesia.
Ciertamente, si nos quedamos en los plásticos, en los materialmente pobres y desarraigados, en la capa de ozono, en los colorines arcoiris, en el calentamiento global…; y/o aún peor: en la misericordia sin doctrina, en la doctrina sin teología, en la teología sin Evangelio, en el evangelio sin Cristo y en la Iglesia sin origen ni finalidad: simplemente en la “pura” e “inmaculada” iglesia nacida ex novo… Si nos quedamos en esto y con esto, sobra totalmente la palabra “proselitismo"; como sobra la palabra evangelización; como la de misión; o la de gracia, o el pecado, o las Postrimerías. Por señalar solo algunas cosas sin pretender ser ni exahustivo ni excluyente de otras muchas más.
El mayor problema viene de no explicar el SAnto Padre lo que él entiende por PROSELITISMO, y, por tanto, lo que debemos entender también nosotros, según su saber y su entender. No: lo descalifica inexorablemente, pero no dice qué es lo que descalifica; mucho menos, el por qué lo hace. Ya tiempo atrás lo había catalogado como “el gran pecado de la Iglesia", también sin explicarlo ni contrastarlo con los Evangelios; ni tampoco con lo que hace la Iglesia, por ejemplo, con Pedro -la Cabeza, que ahora encarna Francisco precisamente- el mismo día de Pentecostés: ese día se bautizaron tres mil de los que oyeron. Y todos los demás días del hacer y del quehacer de la Iglesia y de sus hijos.
¿No podría aclararnos si eso es PROSELITISMO del que hay que renegar como una auténtica herejía, o como una traición a Cristo, a la Iglesia y a las almas todas? ¿Ha hecho entonces todo mal la Iglesia Católica por medio de sus misioneros, sus pastores y todos los Papas hasta ahora? ¿Cuando Jesús envía a los suyos -o sea, a la Jerarquía y, con ella, a todos nosotros- a ir por todo el mundo, a predicar, a bautizar, a perdonar pecados, etc., lo hace para que la Iglesia que Él funda quede reducida a la nada más inoperante y a la misma muerte en cuanto mueran los Apóstoles sin dejarle “hijos” a la Iglesia? ¿Si una persona pide bautizarse hay que decirle rotundamente: ¡NO!? ¿Esta es la Misión de la Iglesia?
Y las preguntas siguen, necesariamente: ¿Quién iba a rezar enotnces? ¿Quién iba a ir? ¿Quién iba a poder curar enfermos, arrojar demonios, dar la paz y anunciar que “el Reino de Dios está cerca“? Si no hay proselitismo, ¿quién iba a quedar y qué iba a quedar en Ella? Además, los miles de misioneros y misioneras, -entre sacerdotes, religiosos y religiosas, más los fieles laicos- qué pintan entonces? ¿Están para enseñar a leer o a coser, y punto?
Y la pregunta mas directa: ¿no se da cuenta el Papa -y con él: toda la jerarquía, más los cabezas de las instituciones religiosas- de que Francisco es Papa porque América fue evangelicada y cristianizada?
Porque tendremos que preguntarnos y respondernos necesaria y uregentemente: ¿Cuál es entonces el sentido de las catequesis a los catecúmenos? ¿Para qué el Bautismo? ¿Sigue acaso teniendo sentido? ¿No habría que eliminar entonces -siendo consecuentes- el Rito de los Bautismos de Adultos en la Vigilia Pascual? Los más de cuatro mil que se bautizaron, por ejemplo, en Francia en la Vigilia de este mismo año, ¿han sido bautizados contra el querer del Papa y, por tanto -y solo en esa lógica-, contraIglesia? ¿Es esto la verdadera “visión” y el verdadero “espíritu” del CV II?
Algo, por cierto, a lo que se recurre una y otra vez dentro de la Iglesia; también el Papa actual. Y ¿para qué? ¿Para seguir, erre que erre, asolándolo todo? ¡Porque da la impresión de ser este el auténtico “espíritu.” del mismo -ya que la “letra” según todos los forofos dice lo contrario- y, por tanto, de la propia Iglesia Católica! Y me temo lo peor, dadas las noticias que llegan de los tejemanejes de lo que se está cociendo -y nos echarán encima -ardiendo- con lo de la Amazonia… Al tiempo.
Pues ¡fuera bautismos; casamos a los curas, echamos a los frailes y a las monjas, cerramos todo y acabamos antes! Perdonadme el desvarío.
Vamos a seguir rezando: cada vez más. Nos hace falta que el Señor nos escuche, porque estamos como ovejas sin pastor.
Lo digo sin señalar y sin segundas intenciones, que conste. Es que viene así en el Evangelio. Y yo no lo voy a cambiar a estas alturas de mi vida.
Y rezad también por mí.