Sale un miembro, o así, de la Pontificia Academia de la Vida -con su bien ganado prestigio “a la contra"-  con que “hay que repensar” el tema homosex, con todo lo del mundillo; que, tal como vamos, se nos quedan fuera, y eso sí que NO.

Por supuesto, y para marear la perdiz y disimular algo su desvergüenza si posible fuera, se le añade un tema incompatible total con el anterior por fuerza de los hechos: la anticoncepción. Si no hay concepción, no puede haber “anti” la misma. Digo yo.

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Y lo siento, de entrada. Pero ha escrito en RyL un post. En el que, supongo que pretendiendo contribuir a resaltar lo católico, proclama su “obediencia y su total acuerdo” con el papa Francisco. Tal cual. Sin matiz alguno y sin anestesia. Sin la más mínima fisura. Tampoco sin aclarar demasiado, por cierto, su rectilíneo posicionamiento.

Y como él no lo hace -discernir-, voy a intentar ayudarle a hacerlo. Y, de paso, por si a alguien también le sirve.

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Si el Mal, como tal, “no tuviera su punto", nadie lo buscaría; y menos con una mera intención “platónica", de pura “contemplación” intelectual.

Porque la gente lo busca “para hacerlo"; para “obrar mal", para “hacer el mal” en su vida práctica y real: partimos y contamos con que tenemos una Naturaleza caída y dañada por el Pecado Original; agravado todo además con los pecados personales, y con lo que nos llega también por los ajenos.

Por cierto y para que conste: el hombre es el único espécimen terreno que puede obrar de esta guisa e intención, escogiendo con total libertad y “devoción” ese modo de actuar.

Él sabrá, digo yo. Como ya es “adulto” y por demás, “emancipado” por fin del “opio del pueblo” -que ya hay que tener ganas y “tragaderas” para digerir ésto-, se dedica al mal con prisas y afición de neófito.

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La Fe -la Fe Católica, se entiende; de otras, caso de que las haya, no tengo ni idea-, no sólo es racional en/por sí misma; sino que, de hecho, sólo puede ser racional, al tener al entendimiento como asiento y sujeto; de tal modo y manera que, como no puede ser de otra manera, se la cataloga como “virtud intelectual”.

Y no puede no serlo, porque su objeto propio - es decir: aquello sobre lo que versa  y entiende por la directa, es “la Verdad”, Esa que nace en Dios, y nos ilumina y eleva más allá de los alcances naturales de nuestro intelecto.

Intelecto, que sólo sabe de Verdad y verdades; bien que sujeto a error, dada nuestra pequeñez en todo orden de cosas.

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Lo de Viganó colea. Por una razón muy por encima de otras, que puede haberlas. Y las hay, claro.

Me refiero a que lo que manifiestan la inmensa mayoría de los que han opinado al respecto, en mi blog, o fuera del mismo en otras paginas serias de Religión, ponen de relieve varias cosas, juntas o por separado, todas importantes. Pero voy a quedarme sólo con una.

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