Ha llegado la hora de la VERDAD -o sea, la hora de DIOS-, y es esta sin más dilaciones: porque la Iglesia Católica no puede aguantar indefinidamente en la situación en la que está, por culpa de gran parte de su Jerarquía: desnortada, desunida, rota, abominando de su Fe y su Doctrina…, y en permanente lucha contra la propia Revelación Divina, y la Esencia y la Misión de la misma Iglesia.
Y no es solo un asunto de la Iglesia Católica de Alemania, que está por la ruptura casi en su totalidad. Lo mismo se ve en la de EEUU, en la de toda Europa, y en la de América hispana, muy en especial la Brasileña. Como es lógico, no en todos los países al mismo nivel de deterioro; pero sí y en casi todos, por y con los mismos “rotos".
En el mundo taurino -abominado por la infecta PROGREZ por lo civil, que solo se mantiene en pie inventándose continuamente “enemigos"; si no, se queda sin razón de ser y existir, y no justifica ni el sueldo-, se llama “hora de la verdad” al momento en el que al torero le toca “entrar a matar”.
Por una razón: es el momento más determinante de su arte: se la juega, bien jugada. Ahí es donde se juegan los trofeos y los triunfos; pero es también el momento donde más se arriesgan las cornadas. Y, tantas veces, cuando más graves se reciben.
Como dijo un gran torero español, fallecido hace ya muchos años, “para ser algo en el toreo, hay que darle todo”. Lo mismo sirve, como es natural, para ser miembro de la Jerarquía Católica, según la ha querido Jesucristo.
En el mundo eclesial y en el horizonte de la Jerarquía Católica, hay un momento que se puede catalogar -con razón, aunque salvadas todas las distancias-, del mismo modo: “la hora de la verdad”.
Es decir: la hora en la que uno -sacerdote, obispo, cardenal, etc.: en toda su escala jerárquica-, ya no puede escabullirse, si pretende seguir siendo y representando lo que es: a Cristo, en SU Iglesia, en Misión y Servicio de Salvación a las almas todas.
Porque llega un momento -de hecho, hace muchos años que ha llegado-, en el que ya no hay sitio donde meterse y seguir callando con tranquilidad de conciencia: como si las cosas que pasan en la Iglesia -que están siendo más tremendas y escandalosas que nunca-, no fuesen ni con él ni con sus ovejas… Si uno pretende, lógicamente, “salvar la cara” y seguir siendo Buen Pastor, fiel, digna y santamente, de Jesucristo.
Lo ha dejado clarísimo, públicamente y sin cortarse un pelo, el buen obispo de Kansas City, Joseph F, Naumann -seguramente hasta las narices de algunas de las rajadas de varios de sus compis-, para el que sus “colegas” -los obispos USA; pero lo mismo puede decirse de todos los obispos de mundo católico: lo que sobran son “temas"-, están “obligados” a pronunciarse respecto a la cruel manía persecutoria que, en relación a los que están por nacer, tiene su actual Presi, por lo civil, el sr. Biden.
Porque este buen Sr. se presenta como “catolico oficialista” de toda la vida; y, según propia declaración -de antes de elecciones, claro-, rajó y declaró que su “ser católico imperaba en todas sus acciones": o sea, y como es natural: ¡el aborto!
Que ya hay que ser “católico", pero que “muy católico", vamos, “católico-católico", para tener “tan mala baba” con las criaturitas por nacer; creo yo. Imperado, aconsejado y bendecido por su ser, a la vez y sin ningún problema de conciencia, tan “fina y escrupulosamente católico". Que ahí, como en su manifiesta progrez sociata-rojelia-masónica, no le gana nadie, vamos.
Como es lógico en todos estos progres, mancos de mano derecha, en cuanto se sentó en su despacho de la Casa Banca, se puso a firmar -con la izquierda, que es la que le quedaba tras su INmoral automutilación- todo lo firmable… ¡a favor del aborto, de los abortistas, de los abortorios del mundo mundial…, y en contra de los que se oponían a todo ese cruel e inhumano exterminio!
Y de vice-presi, para que quedase más que claro, clarito, una chica: la mayor pro-aborto que ha encontrado en EEUU; creo que no-católica, ni de lejos. O sea, más o menos como el Biden.
Pero, “a lo que íbamos, Ramona".
El Sr. Obispo CATÓLICO -ahora sí, y con gozo- declara públicamente, como debe ser y hacerse por un Pastor que se precie: “el hecho de que el presidente Biden se identifique como devoto católico mientras se esfuerza por preservar y ampliar el aborto legalizado, utilizando incluso el dinero de los contribuyentes para financiar abortos, plantea a los obispos de Estados Unidos un desafío sin precedentes”. Interesante, por demás, la explicación de la situación.
Porque tales acciones, añade, “confunden a católicos y no católicos sobre la enseñanza de la Iglesia respecto al mal del aborto”. Fijo: pleno al quince.
Por tanto, en pura lógica de su ser Obispos católicos, de tener la triple misión de ‘enseñar, gobernar y santificar’, por mandato divino y misión eclesial, apostilla: “es responsabilidad de los obispos de Estados Unidos defender el más fundamental de los derechos humanos, el derecho a la vida, y proteger la integridad de la doctrina moral católica”. Más claro, agua.
Y remata, “entrando a matar": “no podemos abdicar de esta responsabilidad, aunque estemos más que dispuestos a colaborar con cualquiera en la promoción del bien común”. O sea: hay que mojarse, sí o sí. ¡Y ya!
¡Qué falta nos hacían a todos en la Iglesia Católica estas lógicas, razonadísimas, necesarias y santas palabras!
Impecable la toma de postura y la exposición de este buen Obispo, en línea total con el Presidente de los obispos estadounidenses, mons. Gómez, que también se manifestó contundente, al respecto.
Cualquier miembro de la Jerarquía Católica que no esté dispuesto a esto, debería reconsiderar su postura ante el Sagrario, hablarlo con el Señor en su oración personal, y, caso de no asumir su oficio y misión, pasar a dedicarse a criar pavos y/o pastorear cabras por el campo, por si aún le tira lo de “pastor". Sin olvidar sus deberes de oración e intercesión entre Dios y los hombres, por supuestísimo. Que “lo cortés no quita lo valiente”.
Los pastores -yo también lo soy, por vocación divina, como todos-, ya no podemos callar por más tiempo ante lo que está pasando, dentro y fuera de la Iglesia Católica. Porque todo eso influye en las personas a las que nos debemos: están en el mundo, y son “nuestra” responsabilidad. Empezando porque nos debemos a Cristo y a su Iglesia.
Y no podemos dejarlas abandonadas, indefensas e inermes ante el mundo y sus máximas, que nunca pueden ser las de la Iglesia: van concienzudamente contra Dios.
Porque no creo que, “diálogo con el mundo” signifique ABDICAR de la Palabra de Dios y ASUMIR los “tics” mundialistas, por ejemplo. O arrumbar la Doctrina. O deconstruir la Iglesia. O contribuir a la condenación eterna de las almas, empezando por la propia. Que me da que estamos ya en eso.
Ante la descristianización tan profunda de naciones enteras, ante la pérdida casi irremediable de los perfiles, tan netos, de nuestra Doctrina -que es de Dios, pues de Él la hemos recibido-, ante la condenación de millones de almas que están como ovejas sin pastor, ante los sacrilegios y las herejías que corroen desde dentro la misma Iglesia…, hemos de dejar de ser perros mudos, nubes sin agua, levadura que no fermenta la masa, y/o sal que se ha desvirtuado…, como nos lo echa en cara el mismo Cristo. Está en los Evangelios: ¡que se los lean, caramba, y se los crean!
Si la doctrina fuese “nuestra", y no pasase de una “opinión” personal -como les ocurre a los potestantes y asimilados; y así han ido tan por delante en su no ser nada-, podríamos ceder; incluso callar. Pero ¡es que es de Dios! Y solo Él, con su Palabra y en su Iglesia, salva: “pequeño” detallito, que falta y falla en cualquier otra persona.
Por eso, callar ahora, tal como vienen dadas, es “pasarse al enemigo": ahí se acaba, sí o también, necesariamente: porque ahí se está ya con esa incomprensible, falsa, inmoral y “prudente” postura.
Ahí está, por ejemplo, y sin salirnos de USA, el flamante obispo de San Diego, mons. Robert McElroy, denunciando la “confrontación” ante el nuevo Presi, por parte de algunos obispos, con el tema del aborto. “¡Sé obispo católico ‘a lo biden’ para esto, Conchita!". Pues ahí está el buen hombre.
Una “prudencia” que no es de Dios, porque no viene de Él: ni es Don, ni es Gracia. Viene de lo que, en la Teología espiritual, se llama “prudencia carnal”, que no es lo mismo; antes al contrario: está en sus antípodas.
¡Mientras la Jeraquía no se arregle, es imposible que se arregle nada en la Iglesia! Porque es la Jerarquía quien, para bien o para mal, tiene “la sartén por el mango"; como se ha demostrado siempre. Ahora también.
La “hora de la VERDAD” para un Pastor según el Corazón de Cristo, como nos necesita el Señor, como nos necesita la Iglesia y como nos necesitan las almas, siempre será -y no puede ser de otra manera-, la HORA de CRISTO. Y de las ALMAS, sus OVEJAS: las que Dios mismo ha puesto en sus manos y en su corazón para que ellos, los Pastores, se muestren como su Maestro y Señor…, porque lo sean.
Amén.