"La lechera" al poder. (por lo eclesiástico; y por la Virgen)
Acudo a “La lechera” y sus cuentas, que son cuentos, como una denuncia de aquel eslogan que se puso de moda por los años 68 del siglo pasado: “imaginación al poder”. Una imaginación que, por estar más cerca del delirium tremens, nos ha traído exactamente la reproducción fiel de cómo acaba lo de La lechera: todo por los suelos, y sin posibilidad de recogerlo y recomponerlo.
También se podría acudir, para intentar explicar lo que está pasando en la Iglesia Católica y en la casi totalidad de sus Instituciones, a aquello tan socorrido de que “no hay peor sordo que el que no quiere oír"; a lo que se le puede añadir, sin forzar la máquina: “no hay peor ciego que el que no quiere ver”. En ambos casos, se acaba estrellado, necesariamente: como el cántaro y su contenido.
Refranes o sentencias populares que llevan a su terreno la denuncia-condena que sirve Jesús en su Evangelio: Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís; y teniendo entendimiento no entendéis.
Es lo que se lleva desde hace ya bastantes años en la Iglesia Católica. Y, muy en concreto, en la que está instalada en España. Y me explico.