La renovación de la Moral o "Por sus frutos los conoceréis"
Me refiero, como no puede ser de otra manera, a la Moral Católica, que, hasta un presente no muy lejano, “era” la única verdadera. Aunque quizá habría que acotar aquello de Moral “antes” Católica; ahora, vete tú a saber…; porque ya, ni se sabe.
Hasta el Concilio -s. XIX, principios del XX, para no remontarnos a Trento-, las cosas de la Moral Católica estaban clarísimas: todo el orbe católico estaba al cabo de la calle respecto a lo que era o no era pecado. Pecado grave o leve, según la materia, la “advertencia” -plena o no-; lo mismo para el “consentimiento"; y también había que atender a las “circunstancias” -agravantes o eximentes-, como era lógico.