«El culto que me dan está vacío»
Y tan vacío. De hecho, está tan arrasado que solo queda una mera ‘apariencia’ del mismo. O ni siquiera ‘apariencia’, ya que, en tantos casos, ni lo hay. Porque las ‘apariencias’ ya NO es Culto. Hablo en general, y asumo todas las excepciones: que siguen siendo muchas, gracias a Dios y a su Madre Santísima.
Porque -¡cómo estará el patio!-, ha tenido que salir a la palestra pública el Tucho Fernández, cardenal nada sospechoso de ortodoxia y disciplina litúrgica y/o eclesial en ninguno de sus horizontes, para pedir que las fórmulas que se usen a la hora de administrar los Sacramentos sean las que deben ser: que, porfa, no se cambien: que paren la “creatividad", no vaya a ser que los estemos administrando inválidamente. Que vale ya de tanto intrusismo: quien dice cómo deben ser las cosas es Roma.
Sinceramente y como no podía ser de otra manera, se ha quedado tan cortito -era de esperar: otra cosa sería impensable-, que es como si no hubiese abierto la boca. Y me explico.