13.02.21

La Palabra para el Domingo - 14 de febrero de 2021

Hoy es San Valentín. Artículo aquí.

 

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Como es obvio, hoy no es domingo 14 sino sábado, 13 de febrero de 2021. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.  

 

 

 

 

Mc 1, 40-45

 

“40 Se le acerca un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: ‘Si quieres, puedes limpiarme.’ 41     Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: ‘Quiero; queda limpio.’ 42 Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio.43 Le despidió al instante prohibiéndole severamente: 44 ‘Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio.’ 45  Pero él, así que se fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía Jesús  presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y acudían  a él de todas partes.”

 

 MEDITACIÓN

 

1.-Es conocida la existencia, para aquellos que tienen un conocimiento del contenido del cristianismo, de las tres virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad. Mientras que, mediante la primera de ellas sabemos que la existencia, por ejemplo, de Dios, es real aunque no podamos probarla con medios humanos (recordemos lo que le dijo Cristo a Tomás cuando se apareció a los discípulos y sabía lo que el incrédulo había dicho; y le dijo: Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído, Jn 20, 29); en virtud de la esperanza esperamos nuestro bien y, extendiendo ese pensamiento, el bien de todos aquellos que nos rodean; incluso, llevando al primer extremo (y no al último ya que esto ha de ser lo primero) lo que ha de ser la creencia cristiana; también deseamos el bien de todos, en general; y, por último, sabido es que la caridad es la Ley del Reino de Dios, y que, sin ella, nada de lo otro se entiende. 

Particularmente creo que en este texto de Marcos las tres virtudes citadas se dan la mano ayudándose unas a otras.

 

2.-La fe y la esperanza

Seguramente el leproso tenía conocimiento, o sabía quién era, la persona que se acercaba, o se alejaba, de él. Jesús, cuya fama ya había comenzado a extenderse, como podemos ver en Mc 1, 21-28, era a quien tenía que dirigirse si quería que ese terrible mal que le aquejaba desapareciera. Vemos, aquí, una esperanza que podríamos denominar antecedente de la fe, mediante la cual poner el sentido de una vida en manos de otro se asiente en la voluntad de cambio. 

El leproso, al decir si quieres…expresa, por una parte, el hecho de que el Mesías tenía el poder de curarlo. Era, así, expresión, de conocimiento natural del Hijo de Dios. Confiado, con la esperanza netamente intacta, pues de tal gravedad era su enfermedad que no otra cosa podía hacer, se acerca, es decir, va hacia Jesús en busca de algo más que consuelo. Puedo decir que tiene puesta su esperanza en una fama que precede al Enviado y, por eso, una fe primera que acentúa su existir. Busca porque cree que ha encontrado solución a su situación. Ve en aquella persona, rodeada de otras, una luz que, posiblemente, podía iluminar su ser. 

Como reconocimiento a esa divinidad que ve en Jesús, se pone de rodillas, signo de sometimiento al Señor; pero de un someterse suplicante, demandante de ayuda, esperanzado, implorante. Y de rodillas espera la acción del que cura, salva, sana…perdona. 

Y la curación que espera no es sólo física. Conocida es la relación que, para el pueblo judío, existía entre enfermedad y pecado, la una era según pensaban, resultado del segundo –bien fuera de derivación familiar o propiamente personal del enfermo-. Pues bien, la esperanza de este leproso, aquejado por ese mal que lo apartaba de forma radical de la sociedad, era, aunque de forma indirecta, seguramente pensaba, que el pecado que la había ocasionado tal mal (aunque realmente no fuera así) podía ser borrado por aquel que era capaz de echar demonios del cuerpo de otros. Por eso, la confianza en Jesús debía de correr pareja a todo aquello que lo aquejaba: muy grande, pues grande era esa necesidad. 

Y como el magisterio de Jesús limpia el corazón de las acechanzas del maligno, lo libera de las inmundicias del mundo en que vivimos, se compadeció de él, hizo uso de esa virtud fundamental: la caridad.

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11.02.21

J.R.R. Tolkien - Entre Bloemfontein y Bournemouth- Capítulo 7 – De clase con Tolkien

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Dijimos en el capítulo anterior que J.R.R. Tolkien vuelve de la guerra enfermo o, mejor, que lo envían a Inglaterra a curarse de la “fiebre de las trincheras”. Sin embargo, nunca más volvería al campo de batalla pues, además de tal enfermedad contrajo otras que le impidieron volver al continente. Así pasa el tiempo desde aquel momento en el que volvió a pisar tierra inglesa y el que consigue un puesto como lexicógrafo en el Nuevo Diccionario Inglés donde  su labor en el mismo se refleja en el estudio de entradas como waiscoat (chaleco), walnut (nuez o nogal) o, por ejemplo, walrus (morsa). Eso le obliga a trasladarse a Oxford desde Staffordshire donde vivía junto a Edith, su esposa y su hijo, el primero que nació, al que pusieron por nombre John Francis Reuel.

De todas formas, la vida universitaria de nuestro autor aún no había dado comienzo, digamos, de forma continua porque, aún creyendo que no le van a conceder un puesto en la Universidad de Leeds, lo solicita y cuál no sería su sorpresa (y la de Edith) cuando, en efecto, le conceden tal plaza y eso hace que, de nuevo, se trasladen desde Oxford al norte de Inglaterra donde, por cierto, nace su segundo hijo, de nombre Michael Hilary Reuel.

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No podemos negar que, siendo Tolkien como es y sabiendo que prefería un ambiente menos industrial que el de Leeds, parecía que se iba a arrepentir de un traslado así pero acaban integrándose perfectamente en su nueva ciudad. De tal manera lo hacen que en 1924 (tenía, entonces, apenas 32 años) lo nombran catedrático de Lengua inglesa con lo que contribuyó, y no nos extraña nada de nada, a que aquel departamento, el de Inglés, se convirtiera en el mejor de la nación aunque, no por eso, iba a olvidar fácilmente a Oxford. Y allí, además, nacería su hijo Christopher.

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9.02.21

Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro” - Lolo fue periodista: así – 3

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Mesa redonda con Dios”.

 

Lolo fue periodista: así – 3

  

“Me negarás el sueño, como también la sal y el pan de cada día, sí sólo puedo hablar y callo por cobarde.” (Mesa redonda con Dios, p. 75)

 

  

Como hemos ido viendo a lo largo de los artículos referidos a este texto de título “El periodista” que el Beato Manuel Lozano Garrido deja escrito en su “Mesa redonda con Dios” no podemos decir que nuestro amigo tenga las cosas poco claras o que hable con medias tintas. No. Y es que, como bien sabe, el oficio de periodista no es uno que lo es, digamos, común y ordinario sino, al contrario, más que extraordinario al tener que llevar a los demás, a su prójimo, lo que pasa y sucede. 

El caso es que la importancia del periodismo y, claro, de aquellos que hacen de tal profesión su vida no es decir las cosas como si no tuviera importancia lo que se dice sino, al contrario, tener muy en cuenta que es más que posible que haya muchas personas que sigan el criterio que se ponga negro sobre blanco Y eso obliga a hacer las cosas algo más que bien y a no dejarse llevar por una corriente de vaguedad o inconsistencia

En las pocas palabras que traemos hoy aquí del texto del Beato de Linares (Jaén, España) nos dice más que mucho y pone en el camino de quien cumpla con la misión de periodista para no perderse y andar como tiene que andar alguien que ha de ser quien diga lo que es y lo que pasa. 

No podemos negar que Lolo le pide a Dios, Padre del Cielo que todo lo ve, cosas que no son poco sino, al contrario, mucho y más que mucho. Y es que, sabiendo la importancia de la misión del periodista (y Lolo lo fue y lo era y por eso escribía esto, claro está) menos no podía decir. Y lo decía, para que nadie se llevase a engaño y, si es posible eso, que más de uno, entonces y ahora, tomara nota. 

¡Qué preocupación no ha de caber en el corazón de quien transmite lo que pasa para pedir lo que pide el linarense universal! 

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8.02.21

Temas de nuestra fe católica - Conocer la eternidad


Si los hombres supiesen lo que es la eternidad harían todo por cambiar de vida” (Santa Jacinta Marto… apariciones de Fátima)

  

Esta frase, expresión de fe sin duda alguna y, por ende, instrumento despertador de más de un alma cándida, fue dicha por una joven, muy joven, que presenció las apariciones de Fátima y que ha devenido en Santa Jacinta Marto. 

En realidad, no es que nos diga algo que, a lo mejor, no sepamos pero, de todas formas, está más que bien que alguien a quien se le ha permitido ver ciertas cosas ponga sobre la mesa la verdad de las mismas y, si es posible, no miremos para otro lado so capa de pensar que, total, se trata de una niña… 

Veamos las palabras de Santa Jacinta Marto. 

Para empezar, hace uso del terrible “si” condicional. Y eso quiere decir, sin duda alguna, que ella misma tiene más que claro (¡con los pocos años que tenía; murió a los 10) que, en fin, que no todo creyente hace lo que debe hacer… 

Nos dice Jacinta algo de la eternidad. Y es que, para ella (que debió ver algo de la misma con permiso de Dios e intervención de Su Madre, María) es algo más que importante. Por eso dice lo que dice. 

Sabemos y creemos (de lo contrario no somos católicos) que después de la muerte nuestra alma es “destinada”, tras el Juicio Particular a la que es sometida, bien al Infierno, bien al Purgatorio-Purificatorio o, en el mejor de los casos al Cielo

Tenemos, por tanto, tres destinos alguno de los cuales va a ser el nuestro. Y, como dijo San Agustín, Dios, que nos ha creado sin nosotros (no le hemos pedido personalmente que nos cree) sólo nos salvará si nosotros (aquí si intervenimos personalmente) queremos. Así de simple. 

Juega aquí, por tanto, la voluntad, la nuestra. Y a eso creemos que es a lo que se refiere haciendo uso del “si” condicional. Y es que, a lo mejor, no queremos saber de la eternidad porque tenemos un concepto equivocado de su “acceso”. Y es que sabemos que dijo Cristo aquello de la aguja y del camello y de que debíamos escoger el camino estrecho y, bueno, pues que no nos gustan ciertas estrecheces para nuestra alma y preferimos el camino ancho que, como suele suceder, no termina en el Cielo sino, al contrario, en el abismo al que llamaremos Infierno, para entendernos. 

Creemos que Santa Jacinta Marto no quiere decir algo así como que el hombre, al no conocer la eternidad, no puede, el pobre, optar por ella. En realidad, nos está diciendo que si queremos conocer la eternidad… ¡es que podemos! 

En efectoSi bien no está abierta una ventana física para ver qué es eso de la eternidad sí está abierta una que tiene que ver con nuestro corazón y con lo que creemos. Y tras ella está Cristo, que fue Enviado por Dios para que fundara su Reino en el mundo y sembrara la semilla del definitivo llamado Cielo. Y a eso nos debemos abocar, dirigir y mirar. 

El caso es que, por lo que decimos arriba, a veces diera la impresión de que no queremos conocer la eternidad no vaya a ser que, sabiendo cómo es y, por decirlo así, las condiciones que debemos cumplir (¡porque hay condiciones!) no queramos cambiar nuestra vida. Por eso dice Santa Jacinta Marta que cambiar la vida, de vida, sería lo mejor que nos pasaría si es que, en verdad, queremos y ansiamos la eternidad (mejor digamos la vida eterna pues la eternidad la tenemos propia de Dios mismo aunque, creo, entendemos a la joven Santa portuguesa) 

Digamos, por tanto, que está en nuestras manos y en nuestro corazón que el “si” condicional que plantea la santa portuguesa se transforme en un “sí”, así, afirmativo, por nuestra parte. Y eso sería, de verdad, nuestra salvación eterna y, en fin, la eternidad misma. 

Así de claro. Lo dice una santa.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 

  

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

Deberíamos tener muy en cuenta lo que significa la vida eterna. 

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.  

6.02.21

La Palabra para el Domingo - 7 de febrero de 2021

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Como es obvio, hoy no es domingo 7 sino sábado, 6 de febrero de 2021. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.  

 

 

 

 

Mc 1, 29-39

 

“29 Cuando salió de la sinagoga se fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés.     30 La suegra de Simón estaba en cama con fiebre; y le hablan de ella. 31 Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles. 32 Al atardecer, a la puesta del sol, le trajeron todos los enfermos y endemoniados; 33 la ciudad entera estaba agolpada a la puerta. 34  Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades y expulsó muchos demonios. Y no dejaba hablar  a los demonios, pues le conocían. 35 De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración. 36    Simón y sus compañeros fueron en su busca; 37 al encontrarle, le dicen: ‘Todos te buscan.’ 38 El les dice: ‘Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también allí predique; pues para eso he salido.’ 39   Y recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios”.

       

COMENTARIO

 

Cristo salió, vino al mundo para predicar, sanar y salvar


Una vez, cuando uno que quería ser discípulo de Jesús le planteó seguirle, éste le dijo que tuviera en cuenta que el Hijo del hombre no tenía donde recostar su cabeza (Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza, Lc 9, 58 es la cita concreta) Esto lo dijo para que esa persona, pienso yo, supiese, de antemano, donde se iba a meter, que entendiera que el camino hacia Dios no era, sólo, un camino de rosas, sino que comprendiera que esas rosas también tenían espinas. ¡Y qué espinas!

Así, Cristo, acudía allí donde se le invitaba, donde era acogido. Una buena lección esta la que nos dio el Mesías: acudir donde os acojan, pero no sólo ahí, sino donde quieran conoceros mejor.

Y Jesús va a casa de Simón y Andrés, lugar donde le esperaba una buena obra que hacer. Va y se encuentra, aunque posiblemente sabiendo lo que se iba a encontrar, sabiendo su inmediato destino. No podemos pensar otra cosa. Sabe cuál es su misión y, predispuesto a llevarla a cabo, no deja de cumplirla a pesar de las acechanzas de sus enemigos, más preocupados por su bienestar que por el significado de lo que decía, aunque esto atentara, directamente, contra su forma de vida.


Es conocido que el evangelio de Marcos pone su acento, en su texto, en todos aquellos hechos que podemos llamar milagrosos o extraordinarios que el Mesías llevó a cabo. En este breve texto vemos varios casos: en concreto, el de la suegra de Simón; y otros genéricos, los que curó que le traían de todo el pueblo. ‘La ciudad entera estaba agolpada a las puertas’. Agolpada a las puertas del Reino de Dios quizá sin saberlo, podemos decir. Y lo hacía porque muchos querían ser curados de sus males físicos. Sin embargo, esta curación no lo era en ese único sentido.

Conocedores del significado simbólico de los textos sagrados, junto a esa primera visión del acto que cura sigue (o lleva implícito, mejor dicho) otro tipo de curación: que va más allá del mero, aunque importante, aspecto físico.

Ejemplos tenemos muchos que (aunque no corresponda a esta parte del evangelio de Marcos) pueden alumbrarnos en nuestra comprensión. El más paradigmático, quizá, sea el de la curación de Bartimeo (hijo de Timeo) el ciego, que, al paso de Jesús, en Jericó, clama: ¡ut videam!, (que vea) le ruega cuando le pregunta el que tanto urge con su súplica (Mc 10, 46-52). Pero esto, que vea, necesidad misma del ciego, implica una voluntad de sentir el mensaje de Cristo, lleva incorporada una petición: que te comprenda, que te entienda, que te conozca.

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4.02.21

J.R.R. Tolkien - Entre Bloemfontein y Bournemouth- Capítulo 6: Lo que cambia una guerra

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“Pues de todo esto sólo podía salir lo que tenía que salir: la creación de un universo mitológico propio que dio comienzo, nada más y nada menos, que con el poema de título “El viaje de Eärendel, la estrella vespertina” (escrito a finales de verano de 1914) que muy bien sabemos el significado y realidad de tal poema en la obra, entonces, incipiente, de Tolkien padre pues, con el paso de las versiones, devino Eärendil (padre de los medio elfos, como él mismo, Elros y Elrond) a la sazón, hijo de Tuor e Idril Celebrindal, allá en Gondolin (¡Ay su caída!)…”

Esto lo escribíamos en la parte final del capítulo anterior, el 5 de “Entre Bloemfontein y Bournemouth” . Y por aquel entonces, julio, en concreto el 28 de aquel año, dio comienzo el primer gran enfrentamiento mundial acaecido en el pasado siglo XX. Y, como no podía ser de otra forma, aquella Gran Guerra iba a tener una influencia decisiva en la vida de J.R.R. Tolkien. Y es que muchos de sus amigos murieron allí y, digamos, lo que pudo presenciar acabó influyendo no ya en su vida, que suponemos también, sino en el contenido de qué era lo que iba a escribir.

Es bien cierto que nuestro autor no llegaría a Francia hasta el 6 de junio de 1916 y se uniría al 11º de los Fusileros de Lancashire el 28 del mismo mes; también lo es que regresaría a Inglaterra el 8 de noviembre de aquel mismo año tras caer enfermo en Beauval (o comunicar allí que lo está) y haber permanecido hospitalizado en Le Touquet.

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2.02.21

Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro”- Lolo fue periodista: así – 2

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Mesa redonda con Dios”.

 

Lolo fue periodista: así – 2

“Si un milagro hace falta, sea que en los teclados se me vaya pintando la imagen de unos hijos o la de los amigos.

Que, si de pronto se hace en el mundo un silencio porque hacen falta normas, mi corazón sea bravo al decir la palabra; que sea clara y rotunda, y, sobre todo, justa”. (Mesa redonda con Dios, p. 75)

Continuamos con el texto de título “El Periodista” con el que Lolo adorna la profesión de comunicador dando a entender cómo se deje ejercer la misma.

Todo es “si” condicional. Es decir, el Beato Manuel Lozano Garrido, conociendo que el devenir del ser humano es como es y es lo que es, no da nada por seguro (sabe que cualquiera cosa, buena o mala, es posible) Por eso hace uso de una palabra que, en su exacto significado, nos trae la posibilidad no afirmando que sea en acto sino, en todo caso, en potencia. Entonces, si… luego, y entonces, lo que deba venir que pide Lolo.

Con eso entendemos que, a lo mejor, no se hace necesaria la intervención del periodista pues si no concurre lo que nos dice nuestro hermano en la fe… pues a otra cosa. Pero si…

Si hace falta algo que sea verdaderamente extraordinario y que suele llamarse, para gentes de fe, “milagro” que la cosa vaya por los caminos que al Beato de Linares (Jaén, España) quiere que vaya. Y Lolo quiere que de su teclado no salga sino lo bueno y mejor que pueda ser capaz de transmitir a los que lo lean o escuchen (si les es leído el texto por imposibilidad de hacer lo propio con el mismo por enfermedad concurrente) Por eso habla de los hijos y/o de los amigos. Y es que, el linarense universal pretende ejercer una profesión de una forma tal que anime y no haga decaer los ánimos de los lectores.

Pero hay más, como podemos imaginar.

Las cosas que pasan, muchas veces, pasan porque el ser humano no actúa como debería actuar sino que lo hace de forma torticera o, simplemente, de la que poco se puede decir que sea buena. Por eso, en muchas ocasiones, es necesario decir la verdad aunque pueda doler a quien pueda doler (trátese de seres humanos, digamos, particulares como poderes públicos)

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30.01.21

La Palabra para el Domingo - 31 de enero de 2020

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Como es obvio, hoy no es domingo 31 sino sábado, 30 de enero de 2021. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.  

 

 

 

Mc 1, 21-28

  

“21 Llegan a Cafarnaúm. Al llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. 22 Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. 23 Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: 24 ‘¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios.’ 25 Jesús, entonces, le conminó diciendo: ‘Cállate y sal de él.’ 26 Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él. 27 Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: ‘¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen.’ 28  Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea”.

      

 

COMENTARIO

 

La doctrina sabia del Hijo de Dios

 

Jesús continúa su labor. Es de suponer que iba con sus recientes discípulos, y así “llegan a Cafarnaúm” . 

Como diría el Mesías que no había venido a abolir la Ley y los Profetas sino a dar cumplimiento (Mt 5, 17), nada mejor que acudir al lugar donde tenía expresión natural ese hacer lo que la Ley indicaba: la sinagoga, lugar de culto, reunión y difusión de la norma de Moisés y del resto de Sagradas Escrituras hasta entonces tenidas como tales. 

Pero el hecho de ir a la sinagoga era, para Jesús, un medio directo y práctico de hacer explícita su enseñanza; era, como dijo, el dar verdadero cumplimiento a la Ley de Dios. Porque allí no se limitaba, sobre todo, a leer los textos disposición de los asistentes. Allí enseñaba, es decir era rabbí (maestro). 

Y como enseñar es explicar lo que se sabe, aprendido y aprehendido lo mejor posible, su enseñanza, derivada directamente de su naturaleza divina, no podía ser otra que la verdadera Palabra de Dios. De ahí que lo hiciera con “autoridad”, pero no sólo con autoridad, sino “como quien” la tenía. Es expresión, como quien, determina, claramente que otros no la tenían. Estos, los escribas, eran percibidos, incluso por muchos de sus oyentes, como presuntos entendidos en la Ley de Dios. Y digo “entendidos” porque parece que sólo enseñaban con potestas, es decir, con potestad, derivada de su situación social y jurídica. Vamos, con ese poder, al fin y al cabo. Sin embargo, esa superioridad legal no lo era moral para muchos ya que, casi con toda seguridad, en su vida no había total concordancia entre lo que decía y lo que hacían. 

Sin embargo, estas primeras apreciaciones de aquellos que oían a Jesús, este enseñar con autoridad, ya determinaba, a las claras, una conducta correcta, una actitud de vida que concordaba, aquí sí, con lo que salía de su boca, que era lo que salía de su corazón. No obstante era la boca de Dios. 

Vemos, pues, que Jesús, por una parte, para no ser tachado de contrario a la Ley, como no podía ser de otra forma, y como él mismo dijo, cumple con el precepto del sábado de acudir a la sinagoga. Pero, para no desmentirse a sí mismo, para dejar claro Quién era, da a la Palabra de Dios (entonces contenida en las Sagradas Escrituras y que hoy llamamos, más en concreto, Antiguo Testamento) un significado no distinto, sino exacto y verdadero. De aquí ese como quien tiene autoridad, pues bien sabían sus oyentes, con toda seguridad personas sencillas del pueblo y dotadas de ese “instinto” de autenticidad en el comportar de quien enseña (aunque, claro, también habría escribas y fariseos) que suple al conocimiento de lo enseñado, que esa forma de transmitir les llegaba, que era así como ellos querían que fuese su enseñanza. 

De ahí su pasmo del que luego diremos algo. 

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28.01.21

J.R.R. Tolkien - Entre Bloemfontein y Bournemouth- Capítulo 5: Lo que ansía Tolkien

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Si decimos que Ronald Tolkien era un inconformista no exageramos lo más mismo porque aquel hombre, que como es sabido, estaba más que preparado para el estudio (su madre Mabel había hecho mucho para que eso fuese así), cuando algo no le interesaba… en fin… pues no le interesaba. Y, al contrario, era un verdadero apasionado de todo aquello que era de su interés. Y sí, tal forma de actuar, seguramente, no es propia de él solo…

Esto lo decimos porque, como podemos imaginar, había realidades que se traían al fresco, por así decirlo, y no les prestaba demasiada atención y, vamos, no es capaz de encontrar razón alguna para que pase de un pensamiento así, digamos de negativo, a otro que sea luz en tal sentido.

Nuestro autor, digamos que dio un paso importante cuando dio, por decirlo así, de lado el estudio de la filología clásica para sustituirlo por las lenguas medievales con las que mantuvo un verdadero idilio, eso sí, fuera de aquello que era el ser y estar de alguien que se dedica a otra cosa…

De todas formas, no creamos que, en esto, era él solo quien ponía de su parte porque, dentro de la misma organización universitaria era más que conocida su capacidad para unas cosas más que para otras y no iba a permitirse que se perdieran quien había dado tantas muestras de lo primero. Por eso le ofrecen un programa de posgrado pues era conocido que tenía una capacidad algo más que superior en filología comparada.

De esta propuesta, digamos, que más que oportuna y más acorde con la verdadera voluntad del joven Tolkien, obtiene algo que consideraba crucial para su vida universitaria e, incluso, privada: empieza a estudiar islandés antiguo. Pero no sólo eso sino, sobre todo, la mitología que encerraba el mismo que era algo más que ansiado por quien tanta importancia daría a los mismos porque creía que su amada Inglaterra estaba necesitada de ellos.

El caso es que, como era de esperar, de esta labor ha de resultar algo más bueno. Así, por ejemplo, estudia el poema “Völuspà” que viene a querer decir, del Islandés antiguo, algo así como “La profecía de la vidente”, conservado en la Edda poética, que viene a ser una colección de poemas mitológicos escritos en nórdico antiguo.

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26.01.21

Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro”- Lolo fue periodista: así - 1

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Mesa redonda con Dios”.

 

Lolo fue periodista: así - 1

 

“Señor: pon en mi frente una proa que enfile al buen puerto que eres y asegure a mi nave un pasaje completo de obreros y operarios, estudiantes y madres, profesores y chicas.

Que, a su vez, en el trato y al margen del oficio, sea yo semilla noble de ejemplo y ternura.

Que también acaricie mirando a los semáforos o en coche del ‘metro’.

Que el agua de mi ciencia tenga el espejo al fondo de tu sabiduría.

Que, cuando las masas griten y suenen puñetazos en las cafeterías, yo hable con un vaso en la palma y el agua esté serena como la faz de un lago. “ (Mesa redonda con Dios, p. 75)

 

Como suele suceder muchas veces con los libros de Lolo, los mismos están llenos de momentos especiales. A veces, como es el caso, a uno le dan ganas de ocuparse concienzudamente de alguno de ellos como es el caso.

Que Lolo era periodista, de raza, de raíz y de los buenos, es algo que no requiere demostración aunque esté demostrado con las palabras que dijo y dejó escritas y, en fin, con todo lo que fácilmente puede conocerse de su obra. Y eso lo demuestra en este capítulo de su “Mesa redonda con Dios” de título, precisamente, de “El periodista” a que, si Dios quiere, vamos a dedicar unos cuantos artículos porque se le puede sacar, digamos, mucho jugo y mucho podemos aprender del mismo.

Las palabras del Beato de Linares (Jaén, España) son siempre certeras. Y eso, como ya hemos dicho otras veces, muestra y demuestra que escuchó muy bien los gemidos inefables del Espíritu Santo en su corazón y no quiso hacer oídos sordos a los mismos. Por eso dice lo que dice y lo hace con toda claridad y rotundidad.

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