Pederastia, acusaciones y manipulaciones: la cruz de Benedicto XVI
Aquello que afecta a la Iglesia católica puede ser tratado de muchas formas. Están las adecuadas y están las que buscan hacer daño, zaherir y, si es posible, derribar a quien se ponga delante.
Por ejemplo, cuando una noticia se titula como se titula la que aquí se muestra es que se busca hacer daño a Benedicto XVI.
Otra cosa no se puede pensar cuando se escriben ciertas cosas que sólo pueden escribirse para zaherir.
Otra cosa no se puede pensar cuando se dicen cosas como las que se dicen tratando de llevar el agua a un molino equivocado y, de paso, causar los estragos que se puedan causar.
Otra cosa no se puede pensar cuando, además, se le imputa, directamente, a Benedicto XVI la comisión de los delitos de otras personas que sí fueron imputadas en su día con intención, segura y más que cierta, de hurgar en una herida que nunca se debería haber abierto pero en la que, con gozo y fruición, más de uno mete el dedo o, también, la pata.