Serie “Como Cristo Mira”
6.- Piedras donde tropezar (Jn 8, 1-11)
Seguramente, Jesucristo se encontró, a lo largo de su vida pública, con muchos casos en los que alguien era acusado de hacer algo contra la Ley de Dios.
Sin embargo, también entendía y sabía el Mesías que aquella Ley había sido tergiversada de tal manera que no era reconocible.
Así, Jesús tuvo que decir que prefería misericordia antes que sacrificios porque era el verdadero sentido de la voluntad de Dios Padre presentarse como misericordioso antes que como vengativo.
Por eso, cuando se encontró con aquella mujer que, seguramente, corría para escapar de una muerte segura, tuvo que darles, por fuerza, a aquellos que querían cumplir con aquel terrible sentido de la Ley, una lección que no olvidarían nunca porque ¿Quién no tiene una piedra en la que tropezar?
Así lo cuenta Juan en su Evangelio:
1 Mas Jesús se fue al monte de los Olivos.
2 Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles.
3 Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio 4 y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.
5 Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?»
6 Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra.
7 Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra.»
8 E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra.
9 Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio.
10 Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?»
11 Ella respondió: «Nadie, Señor.» Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más.»
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