12.08.10

Ir contracorriente

Hace un par de días en la página de Facebook dedicada a Películas Religiosas (que recomiendo visitar) pude ver una película titulada “Talitá Kum” que, por lo que significa, cualquiera sabe a qué se puede referir (Hija enferma de Jairo, Jesús la vuelve a la vida…)

Pero no es tal el caso ni me voy a referir a tal tema que es más que conocido.

Lo que sí quiero citar es que la productora se llama “Contracorriente” y que se hacía acompañar por el símbolo del pez, utilizado por los primeros discípulos de Cristo para identificarse en aquella época de persecución.

Eso me llamó la atención: la conjunción de las realidades ir contracorriente e imagen del pez.

Me llama la atención que la Iglesia católica haya tenido, a lo largo de los siglos, que actuar muchas veces en contra de lo que socialmente estaba admitido como bueno y benéfico para la humanidad y, ahora mismo, muy en contra de lo que se tiene por bueno y benéfico para el discurrir social.

¿Por qué?

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11.08.10

¿Qué tiene Jesucristo para que tantos se conviertan?

No por casualidad, en muchas ocasiones se leen noticias relacionadas con la conversión de personas que, perteneciendo a determinada religión o, simplemente, a ninguna, van a Jesucristo, se convierten al amor de Dios.

Así, muchos musulmanes, protestantes o chinos abrazan el catolicismo y pasan a formar parte de las piedras vivas que constituimos la Iglesia católica.

¿Qué encuentran, tales personas, en el Hijo de Dios para no poder resistir su atracción?

Cuando Jesucristo comenzó su vida pública nadie sabía que la palabra que venía a traer era una Palabra fuerte. Así, cuando comenzó a predicar que traía el Reino de Dios muchos no comprendieron qué quería decir.

Para algunos debía tratarse de uno que lo fuera poderoso; poder de hombres para los tiempos de aflicción por los que pasaba el pueblo elegido por Dios.

Así, querían encontrar en el hijo del carpintero a un Rey que, con su poder divino) derivado de los prodigios que hacía y que demostraban que Dios estaba con Él) se convirtiera en un revolucionario que alzase en armas al pueblo judío y lo hiciese contra el romano invasor.

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10.08.10

La Iglesia de Benedicto XVI

Papa

Es obvio que para cada Pontífice la Iglesia es su casa y, como tal, quizá piensan en tenerla arreglada según cómo las convicciones espirituales de su corazón les instan a hacerlo. Y para el Santo Padre actual, ¿cómo debe ser la Iglesia de la que tiene la llave que, a través de los siglos, le llega desde Pedro?

Antes que nada tengo que indicar que las ideas que tratan de ser expresadas aquí han sido entresacadas, destiladas, de “El origen de la Iglesia” y “Salvación fuera de la Iglesia”, apartados contenidos en “El nuevo pueblo de Dios”, publicado en 1972 y del artículo titulado ¿Por qué permanezco en la Iglesia?”.

En principio, la Iglesia es, en cuanto creación de Jesús, una “nueva comunidad visible de salvación”. Esta expresión, recogida en “El nuevo Pueblo de Dios”, texto de Benedicto XVI, clarifica bastante bien el sentido que quiere darle, su forma de ser, ante el mundo actual; al fin y al cabo, cómo quiere que sea esa casa común creada por el Mesías, este nuevo sucesor del Apóstol que renegó, pero supo levantarse a tiempo, de su amistad con Cristo.

Porque, ante la actual situación de incredulidad, de planteamiento de dudas acerca de todo lo relacionado con la fe cuando no con evidentes signos de ateísmo materialista y hedonista, la Iglesia, para Benedicto XVI, no ha de ser nada ambigua sino, al contrario, profundamente santa y signo que invite, que invita, a la fe; ante las asechanzas propias de un ser huidizo de Dios y amparado en lo pragmático y útil, la propuesta del actual Pontífice es que la Iglesia sea sensible a los problemas sociales; que se abra a la relación con los hermanos separados; que comprenda al otro que no piensa como quien tiene enfrente, quizá en su contra, pugnando y, por ejemplo, que lleve a cabo una liturgia que sea accesible al pueblo (me refiero a la Iglesia) Estos parámetros determinan que la Iglesia sea verdadera casa común, acogedor cauce para el alma de todos.

También, ante la pretensión de que la Iglesia responda con una voluntad propia, subjetiva, frente a la universalidad de su misión, Benedicto XVI entiende necesario comprender que los proyectos individuales si no se incardinan en lo que es la Iglesia de Cristo son, digamos, dice, comocastillos de arena” que fácilmente se vienen abajo. Por eso, la Iglesia de Benedicto XVI no puede ser “nuestra” en el sentido antes dicho, de apropiación particular y, lo que es peor, particularista, sino “suya” y, así, los fines que ha de abarcar, buscar y realizar han de tener, por eso mismo, un asiento en la voluntad de Dios y no, claro, en la nuestra. Al fin y al cabo, el Santo Padre establece su doctrina al respecto porque entiende que “en el fondo no es nuestra sino suya” (se refiere a Cristo) He aquí una poderosa razón para sentirse bien dentro de la Iglesia.

Además, uno de los aspectos más importantes en este tema es que Benedicto XVI entiende que la Iglesia se ha de regir por dos criterios esenciales: al amor, esos dos bienes sin los cuales no se entiende una sociedad moralmente avanzada.

Si por una parte la lucha contra la injusticia brota de un impulso fundamentalmente cristiano” y entender otra cosa no es, sino, manipular la realidad misma acaecida a lo largo de los siglos (esto último es opinión del que esto escribe), el amor, ley fundamental, primera, del Reino de Dios, ha de ser la savia que alimente a la Iglesia, porque “sin una cierta cantidad de amor no se encuentra nada”. Ese amor, esa caridad, la cual, el cual, ha sido claramente determinado y explicado en su primera Carta Encíclica Deus Caritas Est, ha de ser, como no puede ser de otra forma, el eje que conduzca el devenir de la Iglesia, porque “el amor no es estático ni acrítico” y, por lo tanto, y así, la Iglesia, puede transformar al hombre amándolo y hacerlo pasar de lo que es a lo que puede ser. Esto es lo que pretende el Santo Padre.

Todo esto apunta hacia un espacio que determina algo fundamental para la vida de cada uno de nosotros: “solamente la fe de la Iglesia salva al hombre”. El concepto que Benedicto XVI tiene de la Esposa de Cristo, y que ha sido brevemente explicado aquí, tiene ese fin, ese objetivo que radica en el sueño que, a lo largo de los siglos, condujo al pueblo elegido por Dios por los desiertos de su vida y luego, tras la constitución de la alianza definitiva hecha por el Creador con el hombre a través de Jesucristo, en la consecución de la salvación eterna. Esa salvación (en sí misma), meta esencial de todo hombre, sólo se puede llevar a cabo dentro del seno de la Iglesia.

Esto, sin embargo, hay que entenderlo correctamente, pues no quiere decir, como quizá se piense, que nadie más pueda salvarse. Por ejemplo, como Bonifacio VIII dicela ignorancia invencible de la verdadera religión” no implica culpa alguna. Y estas personas también pueden alcanzar la vida eterna, pues esto es voluntad de Dios. Sin embargo, esto no quiere decir, tampoco, que de cualquier forma, apoyados en cualquier religión u opción religiosa, se derive la salvación eterna ya que sólo la fe cristiana tiene “el título de revelada” y es en Jesucristo donde el “Dios callado… se ha hecho palabra, discurso para nosotros” y esto es, al fin y al cabo lo que se busca cuando se pretende respuesta a esa inquisición que tanto puede llegar a preocuparnos: ¿nos salvaremos? o, lo que es lo mismo, ¿viviremos eternamente en el Reino de Dios?

Ante esto, ante el problema de la salvación eterna, habría que tener en cuenta que “donde está Cristo, está también la Iglesia” y esa su Esposa, la que quiere Benedicto XVI, es aquella donde debemos hacer discurrir nuestra vida para ser, así, sustancia del Cuerpo de Cristo, una parte de sí mismo, cor unum et anima una.

Eleuterio Fernández Guzmán

Escucha a tu corazón de hijo de Dios y piedra viva de la Santa Madre Iglesia y pincha aquí abajo:


Y, si puedes, da el siguiente paso. Recuerda que “Dios ama al que da con alegría” (2Cor 9,7).

9.08.10

El camino de Santiago de nuestra vida

NOTA PREVIA:

Catedral de Santiago

Permítanme tomarme, hoy 9 de agosto de 2010, una pequeña licencia.

Se trata de lo siguiente: como hoy mismo mi esposa sale camino del Camino de Santiago a culminar el mismo, recibir la Compostela e, incluso ir un poco más allá hasta Finisterre, voy a recuperar un artículo publicado por el que esto escribe, en Análisis Digital, el pasado 27 de julio porque, a mi humilde entender, quizá sea hoy el día más acertado para traerlo a InfoCatólica.

Decía, y dice, lo siguiente:

“A veces, los paralelismos espirituales nos sirven para comprender qué nos pasa en nuestra vida como hijos de Dios y, sobre todo, hacia dónde encaminamos nuestros pasos como herederos del Creador.

Así, ahora es tiempo de camino y caminar es el modo más sencillo de llegar a alguna parte. Además, cuando celebramos el día de Santiago Apóstol nada más adecuado que vernos en tan especial sendero hacia el definitivo Reino de Dios.

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8.08.10

La Palabra del Domingo - 8 de agosto de 2010 - Para prepararse siempre es tiempo

biblia

Lucas 12, 32-48: Estad preparados

32 «No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino.
33 «Vended vuestros bienes y dad limosna. Haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro inagotable en los cielos, donde no llega el ladrón, ni la polilla; 34 porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
35 «Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, 36 y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran.
37 Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá.
38 Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos!
39 Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su casa.
40 También vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre.»
41 Dijo Pedro: «Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?»
42 Respondió el Señor: «¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente?
43 Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así.
44 De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda.
45 Pero si aquel siervo se dice en su corazón: “Mi señor tarda en venir", y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a emborracharse,
46 vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles.
47 «Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; 48 el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más.

COMENTARIO

Para prepararse siempre es tiempo

¿Qué espera Dios de nosotros?

La pregunta que planteamos no es poca cosa porque determinará, su respuesta, si hemos llevado a cabo la voluntad del Creador o hemos mirado para otro lado como si no nos afectase la misma.

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7.08.10

Vírgenes, advocaciones – Nuestra Señora de la Presentación del Quinche (Ecuador)

Presentación de Quinche

Una de las características que suelen repetirse en las apariciones de la Virgen es que suele hacerlo para consolar al pueblo de Dios. Así, los males que sufre el pueblo que peregrina por este valle de lágrimas hasta el definitivo Reino del Padre, encuentran consuelo en los ojos y en el corazón de María y muestra, con tal forma de ser, su extremada bondad.

Así pasó, por ejemplo, en Guadalupe (México), ya contemplada ene esta serie, la Virgen Santísima se apareció al indio San Juan Diego; Nuestra Señora de Coromoto (Venezuela), ya contemplada en esta serie, al cacique de la tribu Coromoto; Nuestra Señora de las Lajas (Colombia) a la india María Mueses o, también, con Nuestra Señora de Copacabana (Bolivia) al indio Francisco Tito Yupanqui.

Como es lógico, en el caso de los indios ecuatorianos a los que se les apareció la Virgen María, también se produjo tal circunstancia porque les prometió librarlos de los osos que, al parecer, estaban atacando y devorando a los niños.

Sólo les puso una condición: que se conviertan a la religión católica y se hicieran evangelizar por el sacerdote del pueblo más cercano.

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6.08.10

Eppur si muove - Política y religión; no Política vs. religión

La religión y la política han de estar separadas.

La religión nada tiene que ver con la política.

Cuando la religión entre en política se pervierten muchas cosas.

Religión y política no se pueden entender.

La política, con la religión, no se llevan nada bien.

Cuando lo religioso quiere influir en la política nada bueno sucede.

Los Estados democráticos son Estados laicos, ergo no cabe relación entre política y religión.

Y así cualquier persona podría escribir más supuestas verdades como las aquí, apenas, referidas.

Entonces, ¿Resulta imposible que exista una relación entre la política y la religión o mejor, entre lo político y lo religioso?

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5.08.10

Pocas palabras que definen mucho y a muchos

Francamente, aunque el protagonista del artículo de hoy sea, por decirlo así, Baltasar Garzón, muy al contrario de lo que se pudiera pensar nada voy a decir ni a criticar sobre su persona. Tiene merecido, más que de sobra que así se haga pero, como suele suceder, aún hay algo peor en lo que ha dicho.

Se le nota demasiado que ni sabe, ni entiende ni se espera que sepa o entienda.

En el ámbito de la Guerra Civil española fueron muchas las personas que fueron asesinadas, no por acciones de guerra sino en vulgares delitos comunes. Muchas de las mismas tuvieron mucha relación con la Iglesia católica. Valgan, por ejemplo, los siguientes datos:

Obispos: 13 asesinados.
Sacerdotes: 4.184 asesinados.
Religiosos: 2.365 asesinados.
Monjas: 263 asesinadas (cuando no violadas)
Laicos por el hecho de pertenecer a asociaciones confesionales o simplemente católicas: miles de ellos asesinados.
Iglesias destruidas: 20.000 (entre ellas varias catedrales)

Una persona que tenga fe y que sepa lo que eso supone sabe, a la perfección, qué debe hacer ante una situación tan terrible como la que, en los años 30 del siglo pasado, se produjo en España y que nada tiene que envidiar a la persecución, contra los cristianos, de Diocleciano.

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4.08.10

Una noticia que me causa una muy personal tristeza

Hace casi dos años tuve, por desgracia, que escribir sobre el mismo tema que hoy ha saltado a la palestra de la realidad.

Sin embargo, lo que entonces era indignación se ha transformado, quizá por el paso del tiempo, en triste visión de las cosas.

Al parecer el asunto judicial ha llegado al final del iter procesal. El agente de la Benemérita no tiene intención de recurrir la resolución del recurso que interpuso ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid y que le quita la posible razón que pudiera, según el demandante, tener.

Tengo que decir que, independientemente de las razones jurídicas que han llevado al TSJM a dictar tal resolución, a mí me preocupa bastante más algo que produce honda tristeza y que no es otra cosa que el empecinamiento en seguir con el proceso sin darse cuenta del daño que se hace.

Por eso digo que si bien el resultado ha sido satisfactorio no lo es tanto el origen del mismo por lo que es y por lo que supone.

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3.08.10

Llevar la cruz

El camino de Jesús lo fue, más que otra cosa, de fe que Jesús nos ofreció fue, más que otra cosa, de fe. Él mismo fue el que definió, para nosotros, esta virtud cuando Tomás, en su incredulidad, manifestó su duda tras la resurrección: “feliz el que crea sin haber visto”, dijo. Ese camino lo estableció para que nosotros, sus discípulos, hiciéramos de él nuestra senda hacia el Reino de Dios. Pero, a veces tergiversamos esa fe porque nos interesa o porque los demás así lo quieren y somos y actuamos de forma políticamente correcta; vendemos ese depósito profundo que Dios nos regala por una pasión por el siglo, tierra que pisamos por un tiempo. Esta es nuestra cruz, nuestra propia cruz que, a veces, rechazamos.

El camino de Jesús tenía un sustento fundamental en la oración. A través de ella habla con su Padre, le llama Abbá, pide por aquellos que le injurian y escupen y muestra, sobre todo, una actitud misericordiosa. Y nosotros, en caso de que no nos limitemos a repetir oraciones aprendidas y demos un paso más hacia una relación más cercana con Dios, ¿qué pedimos? Quizá lo hagamos por los demás, ¿por el bien de nuestros enemigos? Esta también es nuestra cruz que, en otras ocasiones dejamos olvidada en algún recodo del camino que nos lleva al definitivo reino de Dios.

El camino de Jesús estaba sometido, entera e indisolublemente, a la voluntad de su Padre. Celebramos, cuando corresponde y en nuestro corazón siempre, que Jesús hizo lo que quería el Creador: ser misericordioso. Por eso murió pero no, como puede creerse por error, como si Dios quisiera que tuviera esa muerte, y muerte de cruz. Sin embargo, podemos preguntarnos cuántas veces actuamos, antes de hacerlo, tratando de conocer cuál sería la voluntad de Dios para esa concreta ocasión, cuántas veces sometemos nuestro gusto a lo mandado por el Padre, en cuántas ocasiones nos negamos a nosotros mismos para no ser nada sino lo que Dios quiera. Ese quehacer continuo, difícil, de vernos en Sus manos y mirar para otro lado es nuestra cruz que debemos cargar con gozo.

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