Eppur si muove - Razón y Fe; no Razón vs. Fe
Siempre, a lo largo de la historia de la Iglesia, ha habido argumentos que han pretendido separar fe y razón. Desde la mal llamada revolución de las luces (pues mucha tiniebla devino de la misma) todo ha ido a peor. Sin embargo fue con Nietzsche con quien se asentó la creencia según la cual la Verdad, a la que tiende el espíritu humano a través de la razón (y que hace inseparables a una y otra) es, al fin y al cabo, una ilusión. “Las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son”, dejó escrito aquel. Y como la Fe se sostiene en la Verdad, es más que seguro que pretendiera zaherir a lo que Jesús dijo que era: “Creer sin haber visto” en el episodio de Tomás el incrédulo tras la Resurrección.
Pero si hay alguien que ha dedicado atención a la relación existente entre razón y fe ha sido, sin duda alguna, Juan Pablo II Magno, quien en su Carta Encíclica Fides et Ratio profundizó en un tema que, a veces, tanto se manipula.
El Papa polaco, que tenía un sentido exacto de tal relación, dejó escrito, en el Preámbulo de su Carta Encíclica Fides et Ratio (FR), que “La fe y la razón (fides et ratio) son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar la plena verdad sobre sí mismo”.