Ad pedem litterae-Hermanos en la red - P. Pablo Cabellos Llorente: Nostalgia de Dios
Al pie de la letra es, digamos, una forma, de seguir lo que alguien dice sin desviarse ni siquiera un ápice.
En “Ad pedem litterae - Hermanos en la red” son reproducidos aquellos artículos de católicos que hacen su labor en la red de redes y que suponen, por eso mismo, un encarar la creencia en un sentido claro y bien definido.
Ad pedem litterae - P. Pablo Cabellos Llorente
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Presentación del artículo del P. Pablo Cabellos
Es triste saber que hay personas que no quieren creer en la existencia de Dios y, tampoco como consecuencia de tal pensamiento, tienen de la creación un sentido correcto a como sucedió.
Tiene, por otra parte, muy malas consecuencias apartarse de Dios porque preferimos, entonces (según refiere el P. Cabellos dicho por Benedicto XVI a un grupo de jóvenes en Sidney en 2008) a “tres falsos dioses que nos distancian del verdadero: los bienes materiales, el amor posesivo y el poder”. Y es que “negar la primacía de Dios, situarse en su lugar a modo de reyezuelo sin origen ni destino ciertos, desvirtúa cualquier realidad” (P. Cabellos dixit).
Por eso, a decir del autor del artículo, podemos sentir nostalgia de Dios si nos hemos alejado del Padre e, incluso, si queremos “aproximarnos si estamos cerca”. En todo cado, lo que nos conviene es mitigar la nostalgia de Dios acercándonos a Él y nunca abandonándolo.
Y, ahora, el artículo del P.Pablo Cabellos Llorente.
Nostalgia de Dios
“Una lusitana, residente temporal en España, me comentaba recientemente que tenía “saudade” de Portugal. No parece una palabra de fácil traducción. Quizás nuestra morriña, añoranza o nostalgia pueden aproximarse al expresivo término del país vecino. Pues bien, escribo estas líneas para expresar algo que, según mi parecer, todos tenemos: “saudade", nostalgia de Dios. Pueden estar en tal situación incluso los no creyentes o poco conocedores del Creador, porque cada corazón es gemelo de todos los corazones humanos, aun cuando se niegue nuestra naturaleza y todo lo que lleva consigo: igualdad radical, idéntica dignidad y parejos derechos, justo por ser criaturas de Dios.
San Agustín acuñó una expresión mil veces repetida y siempre veraz para todos: nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti. Puede que otros afanes oculten la inquietud, quizá porque falla un punto capital, pero no siempre claro, para registrar esa nostalgia de Dios. Me refiero a la realidad de la creación pues, negada ésta, aunque continúe siendo verdadera la expresión agustiniana, queda progresivamente amortiguada en la vida de un hombre situado cómodamente en el lugar del Creador.