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La liebre la levantó Carmen Bellver, blogger de Religión Digital y rara avis presentable de tal portal, digamos, religioso. Se trataba de una cosa escrita por Benjamín Forcano acerca de la Santa Misa que se celebró en la Plaza de Colón de Madrid (España) el pasado 30 de diciembre y que, al parecer, trae a mal traer a algunos zánganos del Mal que, como tales seres, no trabajan la miel sino que se dedican a otras labores más efímeras.
Sobre Forcano escribí, allá por el 27 de febrero de 2009, lo siguiente:
La llamada corriente “Somos Iglesia de Andalucía” publicó, en su página web algo así como una intervención, artículo o como diantre pueda llamarse eso, de un sacerdote.
El nombre del susodicho es, para que se sepa, Benjamín Forcano.
Empezamos bien (o sea, mal) cuando de él se dice, como para abrir boca, que es “sacerdote y teólogo progresista”.
Por tanto, bien podemos hacer extensivas sus opiniones, que son algo más que personales por el espacio internáutico en el que se han producido, a todos aquellos que dentro de la Iglesia católica están sin, por desgracia, darse cuenta de lo que eso significa.
Pues si empezamos bien, diciendo que es un sacerdote progresista, podemos decir que seguimos mejor, pues dice que: “La fe no sirve para resolver el problema del aborto”
¿Y esto lo dice un sacerdote?
Sostiene, además, que la defensa de la vida “desde el primer instante de la fecundación”, que hace la Iglesia católica, no es más que “una teoría discutible, no un dogma”
Si lo que quiere decir es que no es algo que se haya sido establecido como verdad no discutible, es posible que tenga razón. Sin embargo, la doctrina de la Iglesia católica es clara al respecto.
Por ejemplo, sabemos que “dogma” es, también, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua el “Fundamento o puntos capitales de todo sistema, ciencia, doctrina o religión”.
Entonces… ahí va algo sobre esto.
Juan Pablo II Magno, en su Carta Encíclica Evangelium Vitae, dejó dicho que se hace necesario respetar “el valor sagrado de la vida humana desde su inicio hasta su término” y que cada ser humano tiene derecho a “ver respetado totalmente este bien primario suyo” (EV 2)
¿Cuál es, pues, el inicio de la vida?
También dice, Juan Pablo II Magno, en la misma encíclica, que “servir el Evangelio de la vida supone que las familias, participando especialmente en asociaciones familiares, trabajan para que las leyes e instituciones del Estado no violen de ningún modo el derecho a la vida, desde la concepción hasta la muerte natural, sino que la defiendan y promuevan” (EV 93)
Pero, por si no fuera eso, ya, suficiente, Pablo VI, en su Carta Encíclica Humanae Vitae dice que “En cuanto a los ‘medios’ para la procreación responsable, se han de rechazar como moralmente ilícitos tanto la esterilización como el aborto” (HV 14)
Y ahora mismo, dice la Iglesia católica lo siguiente:
Instrucción “Dignitas personae”, de la Congregación para la Doctrina de la Fe, número 4:
“Conviene aquí recordar el criterio ético fundamental expresado en la Instrucción Donum vitæ para valorar las cuestiones morales en relación a las intervenciones sobre el embrión humano: ‘El fruto de la generación humana desde el primer momento de su existencia, es decir, desde la constitución del cigoto, exige el respeto incondicionado, que es moralmente debido al ser humano en su totalidad corporal y espiritual. El ser humano debe ser respetado y tratado como persona desde el instante de su concepción y, por eso, a partir de ese mismo momento se le deben reconocer los derechos de la persona, principalmente el derecho inviolable de todo ser humano inocente a la vida’”
¿Qué es lo que no se entiende de lo, hasta aquí dicho de lo aportado por la Iglesia católica?
Sin embargo, como Benjamín Forcano, sacerdote “progresista”, se ha de adherir, siempre, a lo moderno y nunca a lo clásico, no duda en decir que, si nos adecuamos a la teoría “moderna” que determina que el ser humano no es ser humano hasta unos días o semanas después de haberse producido la fecundación, podemos “sostener razonablemente que la interrupción del embrión antes de la octava semana no puede ser considerada un atentado contra la vida humana, ni pueden considerarse abortivos los métodos anticonceptivos que impiden el desarrollo embrionario antes de esa fecha”.
Es decir, que un sacerdote de la Iglesia católica dice que puede manipularse el embrión hasta, simplemente, acabar con él (llámese aborto o manipulación genética) o que, también, cualquier método abortivo se puede permitir porque, en realidad, no hay nada que proteger.
Es curioso, por otra parte, que cuando se dice que, en realidad, no está demostrado si la vida comienza en el instante de la fecundación o después se pretenda (dice que científicos como Diego Gracia, defienden que “no es fácil decir cuándo aparece la sustantividad humana, pero esto tiene que producirse en algún momento de la orogénesis llamada secundaria, no antes”; o sea, que no es fácil) que la Iglesia católica esté de acuerdo con el hecho de que no hay vida hasta después de unos días (14) o algunas semanas.
Por tanto, resulta extraño que se diga que “los católicos deben asumir las verdades científicamente avaladas”.
Deben ser las contradicciones de la progresía o, simplemente, que lo que quieren personas como el sacerdote Benjamín Forcano es que, simplemente, la Iglesia católica deje de ser lo que es.
Nada, pues, muy digno de parte de parte de una persona que es lo que se supone que es.
Pero ahora se ha superado (si eso es posible) arremetiendo contra lo que se supone que se defiende en las celebraciones que, desde hace unos años, se vienen llevando a cabo entorno al último día del daño en recuerdo, además, de la Sagrada Familia que, para este personaje debe ser algo así como unas personas a desdeñar con cierta facilidad.
Nada le gusta porque no es su particular gusto ni la familia basa en el matrimonio entre un hombre y una mujer ni que la procreación sea una de las características esenciales de la misma ni que sea importante la indisolubilidad del matrimonio ni que no se pueda considerar a la homosexualidad como “variante legítima” que el ser humano puede tomar a su gusto ni que la religión católica se la única verdadera ni que, ni que…. Y habla de nueva conciencia y de nuevos conocimientos que avalan lo que cree debería ser el comportamiento de la Iglesia católica que dejaría, entonces, de ser católica y de ser Iglesia para ser otra cosa, más muelle y más light al gusto del mundo, de su mundanidad y de los vaivenes que el mismo sufre.
Pero es que va y dice, además, que “Una hipótesis científica, hoy bastante generalizada, afirma que el embrión no es individuo humano sustantivizado hasta las ocho semanas”. Con esto ha superado, en falsedad, a los que dicen que hasta los 14 días desde que se produjo la fecundación, no se puede hablar de ser humano distinto. Y él habla de ocho semanas (ya referenciadas en el artículo de arriba)o, lo que es lo mismo, 56 días.
Así, claro, con personas supuestamente católicas como Benjamín Forcano, sólo se puede discutir de cuándo abandonan la Iglesia católica y se une a cualquiera de las herejías protestantes que tanto abundan en el mundo. Y, por favor, que no haya que esperar a que la naturaleza haga su trabajo.
Eleuterio Fernández Guzmán
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