Un amigo de Lolo - Decálogo del periodista - 9
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Presentación
Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.
Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.
Por otra parte, el Decálogo del periodista que escribió Lolo nos informa, a todas aquellas personas que, de una u otra forma, nos dirigimos a los lectores, que hay una forma cristiana de comportarse y aunque a veces podamos incurrir en ciertas extralimitaciones, la intención final ha de ser la que refiere el beato Manuel Lozano Garrido.
Decálogo del periodista según Manuel Lozano Garrido, Lolo
9- Siégate la mano que va a mancillar, porque las salpicaduras en los cerebros, son como sus heridas, que nunca se curan.
Antes de decir algo hay que pensar bien lo que se dice. Después, a lo mejor, no tiene remedio el mal hecho o, simplemente, resulta muy difícil reparar el daño causado. El hijo de Dios sabe, además, que su Creador lo ve y sabe lo que hace.
Quien escribe ha de saber, de antemano, como un aviso a su corazón de las consecuencias de lo que dice, que el que es ajeno puede alcanzar cotas de certidumbre sobre lo que lee y que las mismas pueden ser corrosivas para su alma o lesivas para su hacer diario. Diríamos que son como estiletes que bien pueden servir para abrir una carta y recibir una buena noticia o ir directamente, cual puñalada difícil de soportar, a las entrañas más entrañas de su vida.
Al fin y al cabo, escribir no es más que poner ante los demás el alma de uno mismo y enseñar, como quien tiene un secreto, la cruz que se lleva o la alegría que se goza. Y eso no puede hacerse de cualquiera manera o sin medir, antes, lo que se vaya a decir.