La Palabra para el Domingo – 31 de julio de 2022
Como es obvio, hoy no es domingo 31 sino sábado, 30 de julio de 2022. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.
También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.
Lc 12, 13-21
“13 Uno de la gente le dijo: ‘Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo.’ 14 Él le respondió: ‘¡Hombre! ¿quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros?’ 15 Y les dijo: ‘Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes.’ 16 Les dijo una parábola: ‘Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; 17 y pensaba entre sí, diciendo: ‘¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?’ 18 Y dijo: ‘Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, 19 y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea.’ 20 Pero Dios le dijo: ‘¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?’ 21 Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios.’·
COMENTARIO
Por si nos reclaman el alma mañana
Muchas veces habla Jesucristo de lo único que debe importar a sus discípulos. Tiene que ver con la vida eterna y, dicho sencillamente, se refiere a cómo poder alcanzarla y no morir en el intento.
Entonces, en su tiempo, había (y hoy, también) una equivocada idea acerca de esto. Al parecer, era muy importante atesorar bienes materiales y en el fondo no tener muy en cuenta la vida espiritual.
Jesús dice esto de muchas maneras pero todas quiere decir lo mismo. Y es que quiere ayudarnos a que comprendamos lo que debe ser más importante para nosotros. Lo demás no es más que polvo y humo.
El ser humano se preocupa por sus bienes. Y eso, así dicho, no está mal porque sería de ser necios pensar que se puede vivir de la nada. Sin embargo, una cosa es eso y otra, muy distinta, hacer los mismos un ídolo a quien entregar la vida.
Jesús entiende las cosas de manera distinta. Las entiende como lo entiende Dios mismo. Y ya podemos imaginar que no tendrá el mismo sentido a cómo lo tenemos nosotros, sus hermanos los hombres.
Aquel hombre codiciaba la herencia que, por derecho, le correspondía. Por eso quería que el Maestro obligase, digamos, a que su hermano le diera la que le corresponde. Pero Jesús no había venido al mundo a hacer, por ejemplo, de Salomón y, como diría en otra ocasión (aunque ahora no lo dice) allí hay alguien mucho más importante que el hijo del Rey David, rey a su vez. Él había venido a otra cosa como, por ejemplo, a ponernos sobre aviso de lo que nunca debíamos olvidar.
Dice Cristo que la vida no puede asegurarse con los bienes que se tienen. Y es que, de ser así, muchos la tendrían asegurada pero otros ya la habrían perdido. Sin embargo, las cosas no tienen tal sentido y la vida eterna gana con algo más que con bienes materiales o, mejor, con otro tipo de bienes.
Está más que bien que Dios llame necio a quien cree que el alma se alimenta de lo que come el cuerpo. El alma necesita un sustento que no tiene que ver ni con la comida ni con la bebida sino, al contrario, con verdadero alimento espiritual: la santa Palabra de Dios. Pero a aquel hombre rico parece que sólo le importaba su cuerpo y otorgaba, además, las características del mismo a su alma. Y ahí se equivocaba de medio a medio.
Era necesario algo más. Queremos decir que el alma iba a volar hacia el lugar donde tenía merecido estar según hubiese actuado en vida aquel hombre rico. Y, al parecer, no sería un lugar demasiado agradable según le dice Dios.
Aquel hombre se había enriquecido para sí. En tal sentido, pudiera parecer que eso no estaba mal pero si lo miramos con un poco más de atención veremos el daño que eso le hizo a su alma y, al final, a su existencia sobrenatural.
Jesús muestra el camino hacia la vida eterna: hay que enriquecerse espiritualmente hablando. Lo demás carece de importancia por mucha que le dé el mundo e, incluso, nosotros mismos.
PRECES
Por todos aquellos que sólo anhelan bienes mundanos.
Roguemos al Señor.
Por todos aquellos que no se dan cuenta de la importancia que tiene tener a Dios en la mente y en el corazón.
Roguemos al Señor.
ORACIÓN
Padre Dios; ayúdanos a querer acaparar bienes espirituales para la vida eterna.
Gracias, Señor, por poder transmitir esto.
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.
Eleuterio Fernández Guzmán
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Solo vale y sirve atesorar para el Cielo.