Meditaciones de Adviento – Viernes II de Adviento. En realidad, todo conduce a Belén
Todo lleva a Belén.
Esto, realmente, no supone descubrimiento alguno porque, en efecto, sabemos dónde nació el Mesías. Y eso no era nada nuevo para los que conocían las Sagradas Escrituras judías. Y es que el profeta Miqueas (5,1; Mt 2,6) ya dejó escrito “Mas tú, Belén Efrata, aunque eres la menor entre las familias de Judá, de ti me ha de salir aquel que ha de dominar en Israel, y cuyos orígenes son de antigüedad, desde los días de antaño”.
Por eso, cuando Herodes preguntó a los conocedores de un momento tan importante como era el nacimiento del Mesías, ellos le contestaron (Mt 2,5) “En Belén de Judea porque así está escrito por medio del profeta”.
Es más, en el Evangelio de San Juan (7, 42), cuando se produce una polémica acerca de Jesucristo y de aquello que decía pero, sobre todo, de cuál era su origen, su nacimiento, se recoge que “¿No dice la Escritura que el Cristo vendrá de la descendencia de David y de Belén, el pueblo de donde era David?”