24.03.18

Meditaciones de Cuaresma – A partir de mañana

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Recomienda un santo como San Josemaría que es muy conveniente ponernos en situación tal que podamos imaginar que estamos, por decirlo así, “dentro” de un episodio que recogen las Sagradas Escrituras. Y eso, con no ser fácil, no podemos negar que estimula mucho la fe quien eso sea capaz de hacerlo.

Esto lo decimos porque hoy, un sábado más del año no es, sin embargo, un sábado más. Lo decimos en presente porque nosotros queremos estar en aquel otro presente que fue el día anterior a la entrada triunfal (montado en un asno, eso sí, como era de esperar según lo escrito) de Jesucristo en Jerusalén y que conocemos como Domingo de Ramos. Y es que ya lo había dicho el profeta Zacarías cuando escribió (9,9) esto:

“¡Exulta sin freno, hija de Sión, grita de alegría, hija de Jerusalén! He aquí que viene a ti tu rey: justo él y victorioso, humilde y montado en un asno, en un pollino, cría de asna.”

Resulta curioso que el título, por así decirlo, de mañana (el que se le ha puesto a lo largo de los siglos) contenga el gozo y la muerte a la vez. Y es que se habla del “Domingo de Ramos de la Pasión del Señor”. Y no podemos negar que es gozo, por lo de Ramos, pero que también es muerte, por lo de Pasión.

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23.03.18

Meditaciones de Cuaresma- Teatro: la Última Cena - Epílogo

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Estamos reproduciendo, como última fase de estas Meditaciones de Cuaresma, la obra de teatro escrita por el que suscribe de título “La Última Cena”, cuyo título nos excusa dar explicación de su tema.

 

Epílogo

 

Jesús se dirige a sus Apóstoles después de haber orado a Dios Padre.

 

Jesucristo: Amigos míos, ahora tenemos que hacer algo muy importante. Necesito salir.

Pedro: ¿Te vas, Maestro?

Juan: ¿Podemos acompañarte?

 

Jesucristo mira con cariño a su alrededor y luego les habla.

 

Jesucristo: Pedro, Juan, Santiago, venid conmigo a orar.

Felipe: ¿Y los demás, Maestro, qué hacemos?

Jesucristo: Velad para no caer en tentación porque el hijo de la perdición va a cumplir con su promesa.

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22.03.18

Meditaciones de Cuaresma- Teatro: la Última Cena- Acto III- Cuadro 3º: La oración de Jesucristo

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Acto III -  Cuadro 3º -  La oración de Jesús (Monólogo)

 

Se apagan todas las luces y sólo una ilumina al Maestro.

 

Jesucristo (Alza los ojos al cielo para hablar):

 

Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu hijo para que tu hijo te glorifique a ti. Y hazlo con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese lo que es porque yo te he glorificado en la Tierra llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar.

Amado Padre, he cumplido con la misión por la que vine el mundo. He manifestado tu Nombre a los hombres que me has dado. Ellos han guardado tu Palabra y saben que todo lo que me has dado viene de ti. Todo se lo he dicho porque son mis amigos.

Es cierto Padre que algunos me han rechazado pero otros, ¡otros, sí, Padre!, han reconocido que vengo de ti y han aceptado que tú me has enviado. Es por ellos por los que te ruego. No ruego por el mundo sino por los que tú me has dado para que fueran míos siendo tuyos.

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21.03.18

Meditaciones de Cuaresma- Teatro: la Última Cena- Acto III- Cuadro 2º: Cristo ha de volver

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Acto III - Cuadro 2º -  Cristo ha de volver

 

Los Apóstoles se dan cuenta de que su vida no va a ser fácil en lo sucesivo, pero confían en su Maestro y lo miran con esperanza.

 

Jesucristo: No debe turbarse vuestro corazón por lo que os he dicho.

Pedro: Pero, Maestro, has dicho que nos pueden pasar cosas terribles.

Jesucristo: Sí, Pedro. Y os pasarán porque muchos no han conocido ni a mi Padre ni a mí, como os he dicho.

Juan: ¿Qué debemos esperar, Maestro?

Jesucristo: Ya os dicho que os voy a enviar al Espíritu Santo. Y si no me voy, no podré enviarlo. Él convencerá al mundo sobre el pecado, la justicia y el juicio.

Tomás: ¿Qué quieres decir, Maestro?

Jesucristo: Quiero decir, Tomás, que el Espíritu Santo convencerá sobre el pecado a los que no han querido creer en mí; sobre la justicia porque voy al Padre y ya no me veréis y sobre el juicio porque ya está juzgado el Príncipe de este mundo.

Bartolomé: ¿Nos vas a enseñar más, Maestro?

Jesucristo: La verdad es que tengo mucho que deciros pero no podéis con ello. Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa. Además, no hablará por su cuenta sino que hablará lo que oiga y os anunciará lo que ha de venir.

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20.03.18

Meditaciones de Cuaresma- Teatro: la Última Cena- Acto III- Cuadro 1º: Lo que hará el mundo

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Acto III - Cuadro 1º -  Lo que hará el mundo

 

Los Apóstoles se encuentran pensativos sobre las últimas palabras de Cristo acerca de que cuando hieran al pastor se van a dispersar las ovejas. Y es que recuerdan que eso es algo que se dijo en los Libros Sagrados, en un libro del profeta Zacarías.

 

Pedro (dirigiéndose a Mateo): Muchas veces hemos escuchado lo que escribió Zacarías sobre el pastor y las ovejas.

Mateo: Si, Pedro, pero creo que el Maestro se refiere a Él y a nosotros.

 

Jesucristo mira con pesar a sus Apóstoles.

 

Jesucristo: Tengo que deciros algo. No lo olvidéis porque muchas veces podrá ayudaros.

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19.03.18

Meditaciones de Cuaresma- Teatro: la Última Cena- Acto II- Cuadro 2º: Institución de la Eucaristía

 

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Acto II - Cuadro 2º -  Institución de la Eucaristía

 

Jesucristo y los Apóstoles están comiendo la Pascua. Pero, en un momento determinado, el Maestro quiere decirles algo que sabe que es muy importante.

 

Jesucristo: Amigos míos. Sabéis que en este momento de especial recuerdo para el pueblo elegido por Dios tenemos muy en cuenta aquello con lo que salimos de Egipto y aquello que encontramos en la tierra prometida.

Pedro: Sí, Maestro, te refieres al pan y al vino.

Jesucristo: Ciertamente, Pedro. Veo que sabes a qué me refiero.

Juan: Claro, Maestro, hemos celebrado muchas veces la Pascua y eso no es nuevo para ninguno de nosotros.

Jesucristo: Juan… y vosotros, también, escuchad esto que os voy a decir porque luego tendréis que recordarlo.

Tomás: ¿Recordarlo, Maestro? ¿Qué quieres decir con esto?

Jesucristo: Quiero decir que, desde ahora, desde este momento, cada uno de vosotros sois sacerdotes de mi Iglesia.

Pedro: ¿Tu Iglesia? ¿Qué Iglesia, Maestro?

Jesucristo: La que voy a construir sobre ti, Pedro, porque la edificaré sobre mi piedra que eres tú.

Juan: En eso todos estamos de acuerdo. Y, entonces… ¿Qué quieres decirnos de nuevo?

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18.03.18

La Palabra del Domingo - 18 de marzo de 2018

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Jn 12, 20-33

 

“20 Había algunos griegos de los que subían a adorar en la fiesta. 21 Estos se dirigieron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le rogaron: ‘Señor, queremos ver a Jesús.’  22 Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. 23 Jesús les respondió: ‘Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo de hombre. 24 En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere,          queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. 25 El que ama su vida, la pierde;  y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. 26       Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará. 27 Ahora mi alma está turbada. Y ¿que voy a decir? ¡Padre, líbrame de esta hora!      Pero ¡si he llegado a esta hora para esto! 28 Padre, glorifica tu Nombre.’ Vino entonces una voz del cielo: ‘Le he glorificado y de nuevo le glorificaré.’  29 La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno. Otros decían: ‘Le ha hablado un ángel.’ 30 Jesús respondió: ‘No ha venido esta voz por mí, sino por vosotros.  31 Ahora es el juicio de este mundo; ahora el Príncipe de este mundo será echado fuera.  32 y yo cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí.’ 33 Decía esto para significar de qué muerte iba a morir.”

COMENTARIO

Lo que promete Cristo

Como en tantas otras ocasiones, Jesús y sus discípulos van a Jerusalén para celebrar una de las fiestas judías. Aquí, Juan no dice cual es, pero quizá esto sea lo de menos. Si vemos, con esto, que el Mesías no evitaba ni huía de todo lo que fuera la religión a la que pertenecía y a la que había venido a dar verdadero cumplimiento. El caso es que entre los que acuden allí también hay, como es lógico, personas de nación griega.

Piden, demandan, ver a Jesús. Seguramente, llevados por el conocimiento que de los prodigios del Mesías podían tener, querían tener, un contacto con aquella persona de la que tantas cosas se dirían.

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17.03.18

Meditaciones de Cuaresma- Teatro: la Última Cena- Acto II - Cuadro 1º: Cristo, la vid verdadera

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Acto II - Cuadro 1º -  Cristo, la vid verdadera

 

Jesucristo se pone de pie y mira a los Apóstoles presentes.

 

Jesucristo: Os digo esto para que entendáis lo que ahora está pasando. Y es que mucho va a cambiar porque el Hijo del Hombre va a subir a la Casa del Padre.

Pedro: Entonces, Maestro, ¿Ya no te volveremos a ver?

Jesucristo: Primero no me veréis pero luego me veréis. Pero ahora quiero que sepáis que yo soy la vid verdadera; también que mi Padre es el viñador.

Juan (dirigiéndose a Pedro): Creo que va a enseñarnos como siempre lo hace, con ejemplos que todos conocemos.

Jesucristo: Quien está unido como sarmiento a la viña, que soy yo, dará fruto bueno y si no lo da… mi Padre lo podará quitándole lo que le sobra. Entonces, sanará y fructificará en su corazón lo bueno que Dios quiere para cada uno de sus hijos.

Bartolomé: ¿Nosotros somos sarmientos tuyos, Maestro?

Jesucristo: Sí, Bartolomé. Además, estáis limpios porque habéis escuchado la Palabra que os he anunciado y la habéis aceptado en vuestro corazón. Pero debéis saber que permanecer en mí es permanecer en mi Padre porque Él y yo somos uno.

Pedro: ¿Qué pasa, Maestro, con quien no permanezca en Ti?

Jesucristo: Escuchad esto: muchas veces os he dicho a vosotros y a otros muchos que no basta con decir “Señor, Señor” sino que hay que cumplir la voluntad de mi Padre. Sólo así se permanece en mí.

Juan: Pero, Maestro, ¿Entonces?

Jesucristo: Juan, entonces quien eso no hace es arrancado de la viña, arrojado fuera (como se hace con el sarmiento podrido) y quemado en el fuego.

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16.03.18

Meditaciones de Cuaresma- Teatro: la Última Cena- Acto I - Cuadro 4º: Camino, Verdad y Vida

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Acto I - Cuadro 4º -  Camino, Verdad y Vida

 

Los presentes muestran nerviosismo ante las palabras de Cristo sobre que uno lo va a entregar a sus enemigos.

 

Jesucristo: No debéis turbaros. Vuestro corazón ha de creer en mí porque creéis en Dios.

Pedro: Maestro, ¿Qué debemos hacer ahora?

Jesucristo: Esperar, debéis esperar porque voy a prepararos mansiones en la Casa de mi Padre. Así, siempre estaréis conmigo y yo con vosotros.

Tomás: Pero Maestro, pero ¿Cómo vamos a saber el camino que nos lleva ahí?

Jesucristo: Escucha, Tomás, y escuchad todos: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Por eso quien quiere ir al Padre ha de ir a través de mí porque si me conocéis a mí, si creéis en mí, también conoceréis a mi Padre y creeréis en Él.

 

Los Apóstoles se miran unos a otros y Felipe, a señas de Pedro, le pregunta:

 

Felipe: Maestro, nos gustaría que nos mostraras al Padre. Eso nos bastaría.

Jesucristo (mira con ternura a Felipe): Felipe, llevo con vosotros mucho tiempo como para que me digas eso. ¿Aún no os habéis dado cuenta de que quien me mira a mí ve al Padre y de que el Padre está en mí y yo en el Padre?

Pedro: Claro, Maestro, tú eres el Enviado de Dios, el Cristo, el Mesías.

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15.03.18

Meditaciones de Cuaresma- Teatro: la Última Cena- Acto I - Cuadro 3º: Judas (Monólogo)

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Acto I - Cuadro 3º – Judas (Monólogo)

 

Están sentados todos a la mesa. La iluminación ha disminuido de tal forma que sólo está iluminado Judas que habla como si nadie estuviera presente. Nadie más habla sino que la acción queda centrada en Judas Iscariote.

 

Judas:

Seguro que lo sabe. Cuando ha dicho eso de que todos estamos limpios menos uno…

No puedo negar que cuando me escogió entre aquellos que allí estábamos escuchándole creí que había llegado el momento oportuno de ajustar las cuentas con Roma, ese invasor que nos sangra con sus impuestos y nos tiene sometidos al yugo de unos idólatras. Y es que el Reino que traía, si era de este mundo, seguro que contaba con el sí de Dios y seguro que podríamos, por fin, ser libres. ¡El pueblo elegido por el Todopoderoso atado a un pueblo pagano!

En realidad, siempre he ansiado tener un poder que me ha sido esquivo. Así, con el Reino de Jesús ocuparía un cargo importante.

Sin embargo, a lo largo de estos años de haber acompañado al hijo de María y de José, después de haber abandonado todo lo mío para seguirle, no he podido ver nada de un Reino poderoso en la tierra. Es cierto que muchas veces nos ha dicho que su Reino no es de este mundo pero, entonces, ¿A qué seguir siguiéndole? ¿Qué razones puede haber para dejarlo todo atrás para ir tras quien no ha tenido nunca nada suyo, nada a lo que aferrarse, nada salvo… su amor por los demás?

Además, han ido aumentando las persecuciones hacia nosotros. Y hasta se diría que el Maestro estaba contento con ellas… A mí, sin embargo, nunca me ha gustado ser el centro del interés del poderoso. Al contrario: admiro el poder que tiene el Sumo Sacerdote y aquellos que le siguen más de cerca. Y lo admiro porque nuestros pastores conocen a Dios y a su santa Palabra, Adonai amado por nuestro pueblo elegido. Y Jesús… Jesús no ha hecho más que plantarles cara.

Recuerdo cuando ató unos cordeles y tiró al suelo las mesas de los cambistas, las palomas se escaparon de sus jaulas… ¡Las palomas para las ofrendas a Dios!

No, no puedo decir que el Maestro no se haya ganado enemigos a pulso. Y siempre oponiéndose a lo establecido. Si hasta dijo que era más que el sábado, ¡Más que el sábado! Reconozco que ha intentado y procurado enseñarnos, que estos años hemos descubierto un mundo que no conocíamos y que ha querido que lo lleváramos a nuestro corazón pero yo, yo, es cierto, nunca he sentido un apego muy grande por algo que no fuera de este mundo y prefiero tocar el suelo.

Es verdad, que muchos creen que soy ladrón. Reconozco que desde hace un tiempo me he quedado con parte de las limosnas pero es que… cada vez que me acuerdo del perfume que desperdició aquella pecadora en los pies del Maestro… ¡con lo que se podría hecho por los pobres!

 

Hace un momento de silencio para recordar algo muy importante.

 

Ahora ya nada tiene remedio. Cuando al fin comprendí que esto no podía seguir así porque podíamos a acabar todos muertos, quise hacer algo que creía era lo mejor: entregaría al Maestro en manos de los fariseos a cambio de una recompensa. De todas formas, me habían dicho muchas veces que estaban a punto de apresarlo, que llevaban mucho tiempo tras él y que, de un momento a otro caería en sus manos para juzgarlo. Decían que tenían razones más que suficientes para condenarlo.

¿Qué iba a hacer yo?  Ellos me preguntaron… me preguntaron si podrían cogerlo. Con todo su poder y tenían miedo del Maestro…

Les dije que sí, que podrían siempre que yo les dijera dónde podían hacerlo. Y que sería en el Huerto de los Olivos porque solía ir a allí con sus discípulos para orar. Era un lugar algo apartado de Jerusalén y allí no acudiría nadie, menos de noche y en aquellos momentos, para pedirle nada ni para aprender de su enseñanza.

Y así está la cosa aunque creo que lo sabe, que lo sabe todo sobre mí…

Judas se marcha de la Cena.

 

SE CIERRA EL TELÓN

Eleuterio Fernández Guzmán

Nazareno

Para entrar en la Liga de Defensa Católica

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Panecillo de hoy:

Tiempo de espera y de esperanza es la Cuaresma.

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