Opus Dei: "'Camino': el camino de la Fe"
Serie “El Camino de la Fe”
El Camino de la Fe - 2
Una dirección divina y humana
No basta con aparentar cierta santidad para, efectivamente, ser santo. Tener “madera de santo”(1), es decir, aparecer ante los demás como personas cristianas cumplidoras de la ley natural y de la voluntad de Dios no es suficiente si, además, no se tiene “mucha obediencia al Director y mucha docilidad a la gracia”(2)
Nosotros, por así decirlo, somos moldeados, podados nuestros defectos para que, como la vid, pueda brotar, salir de dentro, un fruto adecuado a la forma de ser que nos corresponde como hijos de Dios.
Aquí, para eso, juega un papel importante el vocablo “dirigir”. Significa, etimológicamente ”Guiar, mostrando o dando las señas de un camino“. Pero la dirección puede tener, aquí lo tiene, un doble sentido o, mejor, una doble naturaleza: humana y divina. San Josemaría comprendía esto perfectamente. Una cosa es dirigir y otra muy distinta ser dirigido. En ambos casos es crucial comprender la función de unos y, sobre todo, la respuesta de aquellas personas que sienten la necesidad de auxilio espiritual.