Ventana a la Tierra Media – La Comarca de Tolkien – Presentación
“No es importante saber cuánto tiempo queda, sino qué hacer con el tiempo que se te concede”.
Gandalf, Maiar, de la Orden de los Istari
La frase con la que hemos dado comienzo a esta serie dedicada a J.R.R. Tolkien dice mucho de quien la escribe. Y nos dice, por ejemplo, que comprende más que bien el espíritu humano que, tantas veces, está preocupado más por el cuánto sin tener en cuenta, en el fondo, el qué. ¿Y es que qué importa el tiempo que nos queda por vivir si no sabemos bien qué hacer con él? Y si lo perdemos en insensateces y necedades ¿de qué nos ha servido?
Pues bien, cuando a uno le viene a la cabeza el nombre de Tolkien no puede evitar (¡Es que es inevitable!) que le vengan a la cabeza muchas realidades que, estando lejos de la nuestra, de la que vivimos, están, sin embargo, muy presentes en nuestra vida. Sí. Esto es todo un misterio que sólo cuando nos encontremos con nuestro profesor (en el Cielo, esperamos) podremos comprender.
A nadie extrañe que este blog, que está inscrito en una página católica, tenga el sentido que tiene que tener atendiendo a su título, Mera defensa de la fe. Y eso lo digo, antes que nada y para que nadie se lleve a engaño, para que se conozca que lo que aquí se escriba del más que conocido autor de “El hobbit” y “El Señor de los Anillos”, tendrá que ver con su religión y la nuestra, la católica, siempre que eso sea posible y necesario; a veces, también, tan sólo con lo propiamente escrito por el profesor o por otras personas que han hecho y hacen lo propio con Tolkien y su aportación al mundo de la literatura. En fin, que habrá de todo un poco pues ya decía San Pablo aquello de “Examínalo todo y quédate con lo bueno”…
De todas formas, no queremos espantar a nadie, así, de antemano. Y, por eso, desde ahora mismo digo que todo aquel que no tenga tal religión, sea agnóstico o, incluso, ateo, tiene aquí abierta la puerta (mejor la ventana por el título que tiene esto). Y no es que se pretenda la conversión de nadie que así piense (aunque no estaría nada mal, por cierto…) sino que comprendemos perfectamente que lectores de J.R.R. Tolkien los hay de toda idea, pelaje y condición porque, si como dice el dicho “de todo hay en la viña del Señor” también podemos decir que “de todo hay en la Tierra Media” (hobbits, elfos, enanos, hombres, dragones, magos, águilas, orcos, trasgos, etc.)
Bueno. Pues vayamos al grano de la cosa.
¿A nadie se le ha ocurrido que la Tierra Media debería existir?
Sí, bien sabemos esta pregunta puede parecer absurda pero, qué quieren que les diga, a quien esto escribe le gustaría muy mucho que eso pasara y que pudiese haber una en donde el honor tuviera su importancia, donde se respetase la palabra dada y donde el amor traspasase la frontera de lo políticamente correcto. Y queremos decir con esto que lo que representa su existencia, aunque sea sobre el papel, es más que mucho y muchos mundos se encierran en el espacio donde nuestro autor inglés supo poner y hacer que fuesen reales (en la ficción, claro está) una serie de personajes que no son sólo personajes sino encarnaciones perfectas de tipos característicamente humanos.
Desde aquí, por tanto, queremos abrir una ventana a la Tierra Media.
Las ventanas se abren, claro está, para ver lo que hay delante de ellas. Y, en este caso, es el inconmensurable mundo creado por J.R.R. Tolkien, aquel hombre que nos ha proporcionado muchas razones para confiar en las mociones del Espíritu Santo que, siendo escuchadas, a lo mejor hacen que alguien haga rendir sus talentos de los que habla la parábola de los mismos..
Pero, también, cuando abrimos una ventana puede verse lo que hay tras ella, dentro de allí desde donde se mira. Es decir, lo que a nosotros puede tocarnos de cerca la Tierra Media de Tolkien también debe ser tenido en cuenta porque, de otra forma, ¿qué sentido tiene la literatura que no sea mover los corazones, a ser posible, a lo mejor? ¿Quién no se ha sentido inmerso en alguna de las muchas aventuras que hacen transitar a los personajes que tanto recordamos por las páginas de las obras de nuestro profesor? ¿Tenemos, nosotros mismos, un nombre, élfico, de enano o, en fin, de cualquier otra criatura, que sabemos nos viene como anillo (nunca mejor dicho) al dedo? O, también, ¿Quién no querría tener delante a Tolkien para agradecerle tanto bien que le ha hecho con el mundo creado, mejor subcreado, por él, para sus hijos y, luego, para todos nosotros?
La ventana, pues, que abrimos, nosotros querríamos que enmarcase, en primer lugar, la Comarca donde viven esos seres tan cercanos, que tan bien saben vivir, como son los Hobbits. Y queremos que eso sea así porque, aún a sabiendas que tal espacio es uno muy pequeño con relación a la dimensión espacial y espiritual de la Tierra Media, no es poco cierto que Tolkien debió creer que era la mejor para vivir. Y lo debió pensar porque, ¡qué diantre!, es una buena tierra y un buen lugar para envejecer. Y, por eso, nuestros protagonistas medianos acaban siempre volviendo como volvió Don Quijote a su tierra y a su casa, si ustedes me entienden.
Por cierto, no se nos puede olvidar decir que en este apartado del Blog dedicado a Tolkien se admiten las aportaciones que se quieran hacer al mismo. Y queremos decir con esto que si hay algún lector que tenga interés en que se publique un artículo suyo, un estudio, una narración tipo cuento o tenga el formato que tenga, letras de canciones terramedianas (si se puede decir así), etc, sólo tiene que hacerlo llegar al humilde conductor de esto. Eso sí, tienen que estar relacionadas con el Bien y nunca con el Mal encarnado por Melkor/Morgoth donde el mismo sea el protagonista activo (sí, pues, si se trata de un estudio sobre tal personaje) pues, para eso, ya tiene bastantes medios el Enemigo.
Ni qué decir tiene que sí, que esperamos esto. Es más, pedimos a Dios y a Eru, el Único (1), que así sea.
Pedimos, de todas formas, perdón de antemano, por los errores que podamos cometer en esta labor que ahora empezamos pues, al ser un recién llegado a la Tierra Media es posible que nos podamos encontrar con alguna que otra criatura malcarada o con exceso de celo personal. Y si quieren, para pasar este trago, vayan al Póney Pisador y pídanle a Cebadilla Mantecona una buena jarra de cerveza o de té (que de todo hay). Seguro que encuentran con quién pasar un buen rato y seguros estamos que esto sí lo entienden muchos lectores…
(1) Para quien no sepa quien es Eru, es, según el autor de estas maravillosas obras, J.R.R. Tolkien, el Creador de la Tierra Media, también llamado Ilúvatar.
Eleuterio Fernández Guzmán
Para entrar en la Liga de Defensa Católica.
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4 comentarios
Querer ver en sus obras más allá del valor literario y lingüístico es perderse el verdadero valor de las mismas.
No creo q Tolkien hubiese aprobado bodrios sobre su obra como “Un camino inesperado” y otros por el estilo.
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EFG
Es evidente que Tolkien era católico y, aunque él mismo dice que no ha escrito intentando hacer apología, lo bien cierto es que sí, se puede ver mucho más allá del valor literario y lingüístico porque lo que escribe lo hace desde una óptica católica.
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