“Saber Esperar” –  Dios, aquí mismo

“¡Qué grande es Dios! ¡Qué infinita es su sabiduría! ¡Qué bien ordena los acontecimientos para siempre su mayor gloria!

No necesita Él llevarme por el mundo y mostrame sus maravillas para que mi pobre alma se abisme en su nada, y le adore en su imponente Majestad.” (Punto 250)

Que el hermano Rafael ama a Dios (lo decimos en presente aunque, claro está, el texto es de antes de que pasara a la Casa del Padre pero estamos seguros de que ahora, ahora mismo, “ama a Dios” con una realidad más gozosa que cuando habitaba entre los hombres del mundo) es bien cierto. Y que lo muestra y demuestra en este texto, también.

Nosotros tenemos por verdad que Dios, cuando creó todo lo existente, no lo abandonó porque descansara el último día de aquel tiempo (fuera el que fuese) No. Estamos más que seguros que hoy mismo sigue manteniendo su creación.

Pues bien, todo lo que pasa no es por casualidad. Aquí no cabe tal posibilidad sino que todo, que está ordenado por Dios, pasa, como bien dice San Rafael Arnáiz Barón, para gloria de Dios.

Entonces ¿cuándo una persona enferma o pasa por malos momentos también acaece eso para gloria de Dios?

Responder a eso no es que sea más o menos sencillo sino que, a lo mejor, no se entiende. Y sí, por cierto, respondemos que sí, que, incluso, en tales situaciones, todo es para gloria de Dios. Y lo es porque, en caso de tal enfermedad o malos momentos, de ser la persona creyente  es posible que aumente su fe o que ofrezca su sufrimiento por santas intenciones, etc. Y eso es actuar para la gloria de Dios.

Y sí, sabemos que eso no siempre se entiende pero nadie puede sostener que las cosas de la fe sean siempre cosas sencillas o fáciles de comprender…

En fin… El caso es que el hermano Rafael sabe de la grandeza de Dios.

Todo lo que dice nos muestra que el Creador, en efecto, creó y lo hizo con todas las consecuencias la primera de las cuales es, por cierto, continuar con la existencia del orden que quedó establecido (de forma que no es fácil de entender o comprender… misteriosa, por tanto, pero sí fácil de creer por fe) Es decir, queremos hacer ver (de acuerdo con el hermano Rafael) que nuestro Creador no sólo creó (lo que ya era más que suficiente) de la nada sino que, además, lo dejó todo bien hecho y bien dispuesto. Y por eso nosotros, por ejemplo, estamos aquí y ha estado aquí Rafael Arnáiz Barón, en el mundo y Santo, en el Cielo.

Lo que nos apena (o nos alegra si bien lo miramos) es que nuestro santo haga alusión a que no necesita ser llevado por el mundo para saber de las maravillas de Dios. Y es que como, por ejemplo, le pasaba a Santa Teresita del Niño Jesús, no podía ir, en efecto, por el mundo, a causa de sus padecimientos físicos. Sin embargo, eso no arredra, para nada, a nuestro religioso sino que, al contrario, sabiendo Quien lo ha hecho todo, no deja de agradecer humildemente que Dios le haga conocer el todo sin ir a tal todo.

No necesita eso. Y no lo necesita porque conoce y sabe que es nada ante Dios. Eso siempre lo tiene presente y lo podemos ver, muy bien, a lo largo y ancho de sus escritos. Y tal nada, sin embargo, tampoco le impide conocer y reconocer a su Padre del Cielo (de quien, seguro, ya goza) y saber de la Majestad del Todopoderoso.

Lo hace por fe. Nuestro hermano lo hace por fe. ¡Qué gran lección!

Eleuterio Fernández Guzmán 

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