Serie “De Ramos a Resurrección” - La glorificación de Cristo – Quinta Palabra
En las próximas semanas, con la ayuda de Dios y el permiso de la editorial, vamos a traer al blog el libro escrito por el que esto escribe de título “De Ramos a Resurrección”. Semana a semana vamos a ir reproduciendo los apartados a los que hace referencia el Índice que es, a saber:
Introducción
I. Antes de todo
El Mal que acecha
Hay grados entre los perseguidores
Quien lo conoce todo bien sabe
II. El principio del fin
Un júbilo muy esperado
Los testigos del Bueno
Inoculando el veneno del Mal
III. El aviso de Cristo
Los que buscan al Maestro
El cómo de la vida eterna
Dios se dirige a quien ama
Los que no entienden están en las tinieblas
Lo que ha de pasar
Incredulidad de los hombres
El peligro de caminar en las tinieblas
Cuando no se reconoce la luz
Los ánimos que da Cristo
Aún hay tiempo de creer en Cristo
IV. Una cena conformante y conformadora
El ejemplo más natural y santo a seguir
El aliado del Mal
Las mansiones de Cristo
Sobre viñas y frutos
El principal mandato de Cristo
Sobre el amor como Ley
El mandato principal
Elegidos por Dios
Que demos fruto es un mandato divino
El odio del mundo
El otro Paráclito
Santa Misa
La presencia real de Cristo en la Eucaristía
El valor sacrificial de la Santa Misa
El Cuerpo y la Sangre de Cristo
La institución del sacerdocio
V. La urdimbre del Mal
VI. Cuando se cumple lo escrito
En el Huerto de los Olivos
La voluntad de Dios
Dormidos por la tentación
Entregar al Hijo del hombre
Jesús sabía lo que Judas iba a cumplir
La terrible tristeza del Maestro
El prendimiento de Jesús
Yo soy
El arrebato de Pedro y el convencimiento
de Cristo
Idas y venidas de una condena ilegal e injusta
Fin de un calvario
Un final muy esperado por Cristo
En cumplimiento de la Sagrada Escritura
La verdad de Pilatos
Lanza, sangre y agua
Los que permanecen ante la Cruz
Hasta el último momento
Cuando María se convirtió en Madre
de todos
La intención de los buenos
Los que saben la Verdad y la sirven
VII. Cuando Cristo venció a la muerte
El primer día de una nueva creación
El ansia de Pedro y Juan
A quien mucho se le perdonó, mucho amó
VIII. Sobre la glorificación
La glorificación de Dios
Cuando el Hijo glorifica al Padre
Sobre los frutos y la gloria de Dios
La eternidad de la gloria de Dios
La glorificación de Cristo
Primera Palabra
Segunda Palabra
Tercera Palabra
Cuarta Palabra
Quinta Palabra
Sexta Palabra
Séptima Palabra
Conclusión
El libro ha sido publicado por la Editorial Bendita María. A tener en cuenta es que los gastos de envío son gratuitos.
“De Ramos a Resurrección” - La glorificación de Cristo – Quinta Palabra
“Tengo sed” (Jn 19, 28).
Jesús era un hombre. Como tal también sufrió, a lo largo de su vida, las precariedades del existir (cf. Jn 4, 6 cuando se sienta, cansado, en el pozo de Jacob o en Jn 11, 35 cuando llora ante Lázaro muerto). Y ahora decía que tenía sed. Y no era nada extraño que quien tanto había sufrido manifestara tan obvia necesidad. Y dice “tengo sed”. Pero inmediatamente había dicho:
”Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la escritura”.
“En efecto, la escritura se estaba cumpliendo. Por eso Jesús, debió recordar lo escrito en el Salmo 69 (22) acerca de que “Veneno me han dado por comida, en mi sed me han abrevado con vinagre” supo que esto también se iba a llevar a cabo. Y pidió que se le librara de aquella terrible sensación de falta de agua.
En realidad, nada raro hay en el hecho de que Jesús, que había sufrido tanto desde que fuera flagelado y hasta que llegó al monte calvario, sintiese sed. La pérdida abundante de sangre había provocado una falta de líquido notable en su cuerpo. Remediarlo con algo de agua era una merced que no podían negarle.
“También los soldados se burlaban de él y, acercándose, le ofrecían vinagre” (Lc 23, 36).
Esto sucede una vez es crucificado. Aquellos soldados que lo habían llevado, casi a rastras (con varias caídas) desde dentro de Jerusalén hasta aquel peñasco mortífero, se burlan de él y le ofrecen una bebida que, en las circunstancias en las que se encontraba Jesús, era más que insoportable y era dada para que los reos crucificados aceleraran su propia muerte.
Es bien cierto que Jesús, a lo largo de las Sagradas Escrituras que tenemos por Nuevo Testamento, había dado a entender, de diversas formas, que era el Agua Viva de la que era muy importante beber: “Jesús le respondió: ‘Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: “Dame de beber", tú le habrías pedido a Él, y Él te habría dado agua viva’” (Jn 4, 10).
“El último día de la fiesta, el más solemne, Jesús puesto en pie, gritó: ‘Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba el que crea en mí” (Jn 7, 37-38).
Por eso, San Pablo escribiría (1 Cor 10,4):
“Y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que les seguía; y la roca era Cristo.”
Cristo, pues, sentía sed pero también debía sentir una inmensa tristeza cuando pasó por su corazón aquello que había escrito el profeta Jeremías y que determinaba, perfectamente, el abandono casi total en el que se encontraba el Hijo de Dios:
“A mí me dejaron, manantial de aguas vivas, para hacerse cisternas, cisternas agrietadas, que el agua no retienen” (Jer 2, 13).
Por otra parte, si arriba hemos hecho referencia al usoabundante que Jesús hizo de la humildad y de la paciencia, comovirtudes cruciales en este momento, mientras estaba colgado enaquella cruz, lo bien cierto es que ahora, en este momento concretode su muerte a momentos pausados, es la segunda de ellas la quetiene eficacia presente que, además, había sido una paciencia acumulada a lo largo de su Pasión.
Aquella situación por la que estaba pasando Jesucristo se había agravado, aún más, por el oscurecimiento que acaeció durante tres horas. ¡Qué paciencia tuvo que mostrar aquel que tanto estaba sufriendo! ¡esperar, aún, para morir, para que se cumpliera lo escrito!
El ejemplo de seguir a Cristo, también en esto, lo escribiría San Pablo:
“Necesitáis paciencia en el sufrimiento para cumplir la voluntad de Dios y conseguir así lo prometido” (Hb 10, 36).
Hay, sin embargo, algo que bien pudiera significar aquel “tengo sed” de Jesús, algo que tiene que ver con el ansia espiritual del Hijo de Dios. Y es que aquel que había venido al mundo para que el mundo se salvase y saliese de la fosa en la que había caído, también tenía sed de salvación de la humanidad y, sobre todo, para que la misma la tuviese acerca de la misma y de la necesidad de ansiarla y perseguirla. La sed de Cristo tenía mucho que ver con la voluntad expresa de parte de Dios de que el agua Viva que era su Hijo llenase los corazones de todos los hijos del Creador. Por eso Jesús exclama “Tengo sed” y por eso el Amor de Cristo por sus hermanos los hombres se convirtió en una sed que sólo podía saciar la voluntad expresa, de los mismos, de acudir a la fuente de donde mana agua eterna y que muy bien expresa el Salmo 41 (2-3):
“Como jadea la cierva, tras las corrientes de agua, así jadea mi alma, en pos de ti, mi Dios. Tiene mi alma sed de Dios, del Dios vivo.”
Eleuterio Fernández Guzmán
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
De Ramos a Resurrección es un tiempo de verdadera salvación eterna.
Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.
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