“Saber Esperar” –  Ansia de querer

“No permitas, Jesús mío, que rechace tus divinas inspiraciones. Yo comprendo que algo más de lo que hago puedo hacer y que Tú lo aceptarás.

¡Dame fuerza, Virgen María!

Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que no hay más sordo que quien no quiere oír. Y es un dicho que, en materia de fe y de espiritualidad, se cumple a la perfección.

El hermano Rafael nos muestra y demuestra que una cosa es lo que se puede llegar a creer (creer, aunque sea eso) y otra, muy distinta, que lo llevemos a la práctica.

Tenemos por verdad que, cuando Dios envió al mundo al Espíritu Santo (como había prometido Jesucristo que enviaría) muchas de las cosas que sabía el creyente, le iba a ser recordadas y otras (muchas más habrían se suceder…) serían conducidas por las sus inspiraciones. Y con eso queremos decir que sí, que el Paráclito no permanece callado sino que, al contrario, nos habla y nos dice.

San Rafael Arnáiz Barón, que ama tanto al Hijo de Dios y, claro, a Dios mismo (siendo eso lo mismo) no puede permitir dejarse vencer por la tentación de no escuchar y de no obrar en consecuencia.

No quiere Rafael que Cristo permita ciertas cosas. Y tales cosas tienen que ver con lo que sería un comportamiento tibio, espiritualmente hablando.

Decir esto no es poca cosa porque manifiesta la aceptación de la presencia de Cristo en la vida de uno. Y es que si fuera al contrario lo que diría de nosotros es que, en realidad, a lo mejor podemos creer que Dios está vivo pero en nuestra vida… en fin, poco o nada puede influenciar.

Y no. El hermano Rafael quiere que Cristo no permita la desidia espiritual, la falta de escucha o, en fin, el no atender.

Resulta curioso que nos diga San Rafael Arnáiz o, mejor, que le diga a Jesucristo que no permita que su amigo y siervo rechace sus inspiraciones. Y es que, en efecto, en nuestro corazón, tenemos al Espíritu Santo (es su templo, como sabemos) y es más que probable que nos inspire comportamientos, que nos sugiera otros o, por decirlo de una forma sencilla, que nos quiera conducir por el bueno camino.

Nosotros, sin embargo, podemos hacer oídos y corazón sordos a eso. Y eso es lo que no quiere que le pase San Rafael Arnáiz Barón. Y no quiere porque supondría alejarse, de verdad y con efectividad, de Quien tanto ama.

Y bien. Ya sabemos lo que quiere Rafael. ¡Qué buena alma es la que comprende que siempre puede hacer más!

Nuestro religioso Rafael sabe que, ciertamente, lo que pueda hacer depende mucho de él mismo. Y por eso sabe que, aún en su especial situación física, siempre puede poner en práctica un comportamiento más acertado y acorde con la voluntad de Dios. Por eso pide a Cristo que, en cuanto lo haga o pueda hacer, será comprendido de inmediato porque es un amigo fiel del Hijo de  Dios. Por eso manifiesta un ansia tal por llevar a cabo lo que el Todopoderoso quiere que lleve a cabo.

No vaya a creerse nadie que el hermano Rafael se encuentra solo ante lo que podría parecer difícil de llevar a cabo. No. Sabe muy bien que siempre puede contar con su Madre del Cielo. Ella está dispuesta a poner de su parte en tareas espirituales como las que quiere desempeñar San Rafael Arnáiz Barón. Por eso se dirige a María y por eso le pide fuerza. Y es que sabe que sólo así podrá seguir las inspiraciones divinas del Hijo de Dios.

Eleuterio Fernández Guzmán 

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